Es un sector que resiste los embates de cualquier crisis y que soporta también el asedio de los formatos electrónicos. La literatura infantil y juvenil, un sano refugio que no para de crecer en títulos, ventas y preferencia.
Fotos: IStock
No paran de crecer. 2059 títulos en 2020. 2785 en 2021. Está bien: la comparación es contra el año de la pandemia. Pero la recuperación fue inmediata; y el crecimiento, sostenido y superador.
El mercado editorial decididamente ha encontrado algo más que un refugio en la edición de libros para chicos y adolescentes. Se parece más bien a un segmento donde la demanda no para, y la oferta hace todos sus esfuerzos para estar a la altura.
Los números no mienten. En la actualidad, uno de cada cuatro libros que se editan en nuestro país está dirigido al público de los más chicos. La cifra específica es el 24 por ciento, según lo señalan las estadísticas de la Cámara Argentina del Libro.
Quien pone sobre la mesa esas cifras es Alejo Ávila, gerente y propietario de Editorial Del Naranjo. “Sin dudas, el sector de la literatura infantil y juvenil está creciendo a un muy buen ritmo y tiene muchísima venta dentro de lo que es el rubro”, señala el hombre que en 2004 fundó la editorial dedicada a niños y adolescentes, y que hoy cuenta con un catálogo de más de 250 títulos, en su mayoría libros ilustrados, que se venden en todo el país. “Se trata de un sector en el que hay producción de mucha calidad y que puede competir y coexistir con los otros formatos de entretenimiento que tienen los chicos”, asegura.
¿Se le puede llamar boom? Tal vez. Como mínimo, estamos en presencia de un crecimiento sostenido, algo que se ha traducido este año en una excepcional puesta en escena de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que se preparaba para su lanzamiento al cierre de esta edición de Convivimos, y que, por primera vez, según resaltaban sus organizadores, ocuparía toda la superficie del Centro Cultural
Kirchner, en el centro de la ciudad de Buenos Aires.
“Sin dudas, se trata de la feria infantil y juvenil más ambiciosa de los últimos veinte años”, responde Gabriela Pérez, a cargo de la organización del evento. La convocatoria fue ubicada en el calendario de modo tal que coincidiera con las vacaciones de julio, y tenía previstos más de cien espectáculos de narración, de ilustración, charlas en el auditorio, jornadas para docentes, festival de cómics y una gran movida juvenil.
VENTAS
¿Y cómo se podría describir a la literatura infantil de nuestro país? “Tenemos autores de literatura infantil que se encuentran entre los mejores del mundo. Lo mismo pasa con nuestros ilustradores y editores”, sostiene Pérez, asegurando que la “Argentina tiene muchísima oferta de libros para chicos y adolescentes, incluyendo libros informativos de altísimo nivel”, asegura.
Su afirmación también se asienta en la gran cantidad de editoriales dedicadas exclusivamente a esta parte del mercado, que todos los años buscan innovar, extender sus catálogos, ampliar sus horizontes y colocar sus productos.
El circuito comercial da cuenta de ello. “No hay ninguna duda, pero aun así no deja de sorprender lo bien que circulan este tipo de títulos”, señala Gonzalo Olmedo, quien se desempeña en el área comercial de la editorial Penguin Random House, una de las más grandes del mundo y con un amplísimo catálogo. “Nosotros notamos la enorme participación que tiene en las ventas y en la demanda de parte de las librerías. Son títulos que circulan mucho y que continuamente te están pidiendo”, grafica este vendedor con varios años visitando libreros de todo el país.
Y a la hora de apalancar las ventas, todo sirve, sobre todo para los encargados de la distribución. “Notamos que hay una complementación importante con lo que son otras plataformas de entretenimiento”, continúa Olmedo. “El cine, por ejemplo, suele ser disparador de ventas de los libros en los que se basan algunas películas. Es algo que vivimos hasta el día de hoy con Harry Potter, que a 25 años de su lanzamiento, sigue siendo un tanque que se retroalimenta constantemente”, asegura.
“Son títulos que nosotros debemos tener necesariamente en nuestros locales”, responde Oscar de Goycoechea, un experimentado editor y librero del centro del país, aunque mayoritariamente dedicado a un rubro eminentemente profesional. “Los libros para chicos los tenemos en el mostrador, porque es una excelente oportunidad de venta. Viene un abogado, compra un manual o un tratado que sale 30 mil pesos, y no es difícil entusiasmarlo para que le lleve un libro a su hijito o a sus nietos cuando está pasando la tarjeta”, comenta el dueño de Editorial Advocatus, acerca de una suerte de
cross-selling que deja a todos contentos. “Es que no podés dejar de tener libros infantiles, porque te los piden todo el tiempo”, asegura.
SEDUCCIÓN
“El libro en papel sigue teniendo una seducción extraordinaria”. Ahora la que habla es una autora, Ivana Alochis, reconocida docente y escritora cordobesa, y también editora en el mundo de la literatura infantil. Ella no tiene reparo en hablar con pasión por aquello que siente casi como un objeto de culto. “Le tengo mucha fe al libro, sobre todo al libro infantil, que representa aún mucho más que ese ritual que nos apasiona tanto a los adultos”, señala.
Del teclado, pero sobre todo del corazón de Ivana y del de su hija recientemente fallecida, ha salido una obra acuñada con el amor de las editoras independientes, y que hoy atraviesa un boom de ventas. Se trata del Diccionario Temático de Adivinanzas. Son cuatro tomos (y en estos días está saliendo el quinto) de una recopilación fabulosa de adivinanzas ilustradas, orientadas, lógicamente, al público infantil. “Si te fijás, la adivinanza es una descripción dialogada”, cuenta la autora, señalando las dotes de una obra que necesariamente involucra a más de una persona, y que por lo general se lee/juega en ronda familiar.
Por ser una editorial independiente, se puede permitir que sus libros “salgan con dedicatoria personalizada con el nombre del destinatario”, y se presentan en lo que Ivana llama “una caja mágica”, una marca registrada de su emprendimiento, la Editorial Del Rescoldo.
Esas licencias que se pueden otorgar las ediciones independientes no rigen para el caso de las editoriales más comerciales. Aunque está claro que hay público y mercado para todos. Y también experiencias que no encuentran límites. “Hoy el libro infantil debe ser pensado como una experiencia”, grafica el creador de Editorial Del Naranjo. “Los chicos siguen prefiriendo el papel, supongo que por todo lo sensorial, por atesorar el producto, hacerlo propio, que sea algo palpable, y por eso es tan importante el libro ilustrado”, define.
Tanto entre los autores como en los editores y aun en los vendedores y distribuidores, el soporte digital no parece ser observado como una competencia ni como una amenaza. “Creo que hay una complementación interesante. Los chicos van y vienen en los diversos formatos y no tienen ningún freno cuando logran entusiasmarse”, agrega Ávila.
“También se complementan con las películas y las sagas”, complementa Olmedo, el experto en ventas de la gran casa editorial. “Cuando sale una película, eso te dispara la venta del libro en la que está inspirada. Y eso también moviliza otras obras del mismo autor o del género”, retoma otra vez aquella idea, buscando argumentar sobre la complementación de las plataformas. “Lo mismo pasa cuando personas conocidas por las redes sociales, los influencers, sacan alguna publicación para adolescentes. Es una tracción increíble”, concluye.
Las tendencias no mienten, los números tampoco. El mundo editorial parece haber encontrado en los libros para chicos y adolescentes no solo un refugio, sino una plataforma para reinventarse. Y mientras siga habiendo libros en manos de los más pequeños, seguirá habiendo motivos para ilusionarse.
EL PAPEL, ESE “DETALLE”
Los buenos números que deja la industria editorial cuando se trata de obras para niños y adolescentes parecen darse de frente con un condicionante categórico: la disponibilidad de papel.
La industria asegura estar pasando “por un momento sumamente delicado por el serio problema que constituye la disponibilidad de papel”, asegura a Convivimos Gabriela Pérez, de la Cámara Argentina del Libro (CAL). “Estamos sufriendo los embates de un oligopolio, donde tres o cuatro empresas importadoras junto a las dos únicas fabricantes se sientan en una mesa y deciden a cuánto nos lo van a vender”.
Desde la CAL aseguran que en la Argentina pagan “el papel al precio más caro del mundo en dólares”, y sostienen que así las papeleras terminan apoderándose de la rentabilidad del sector, “porque son aumentos escandalosos que no se pueden trasladar al consumidor”.
¿La consecuencia? “Están poniendo en riesgo a todo el sector, además de afectar la bibliodiversidad”, concluye.