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Recuperando la fauna y la flora autóctonas

El concepto de rewilding se aplica en la Argentina desde hace más de dos décadas y ya está dando sus frutos en Iberá, el Impenetrable y la Patagonia.

Mucho se habla de cuidar el ambiente para preservarlo frente al cambio climático, la contaminación y otras acciones del hombre. Pero ¿qué pasa con lo perdido, con los animales que abandonaron sus hábitats naturales, con las plantas que no nacen donde antes abundaban o con las especies invasoras que ganan terreno perjudicando a las autóctonas?

El rewilding es una de las estrategias más efectivas para restituir la integridad de los ecosistemas naturales. Países como Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Rumania, Sudáfrica y Kenia ya lo están poniendo en práctica a gran escala.

La Argentina es, junto con Uruguay, el país con más pérdida de especies de fauna de Sudamérica. En los últimos 150 años se extinguieron cinco especies de aves y cuatro de mamíferos. El 17 por ciento de las 3000 variedades de vertebrados del país se encuentra en peligro de extinción, y 13 de los 18 tipos de mamíferos de gran tamaño sufrieron dramáticas reducciones. Contra esta tendencia se enfrenta la Fundación Rewilding Argentina.

“El modelo es el de producción de naturaleza, que implica tener áreas protegidas lo suficientemente completas y valiosas para que sean motor de una nueva economía”, explica a Convivimos Marisi López, coordinadora del Proyecto Iberá de la fundación.

Los proyectos de la institución comienzan por adquirir grandes extensiones de tierra y donarlas, convirtiéndolas en áreas protegidas para restaurarlas mediante la reintroducción de especies clave. En el proceso, dan a las comunidades vecinas las herramientas para implementar una economía más amigable con el ambiente basada en el turismo de naturaleza alimentado por la observación de la vida silvestre. 

“Estas comunidades empiezan a vivir de la conservación, y nosotros como conservacionistas tenemos aliados a la hora de proteger nuestro parque, porque saben que cuanto más lo protegen, más beneficios económicos van a tener”, agrega, y cita como ejemplo a Concepción del Yaguareté Corá, que hasta 2015 no tenía turistas y ahora, que cuenta con el Portal Carambola como acceso al Iberá, recibe cerca de 10.000 turistas al año.

Con el aporte de grandes donantes, mayormente extranjeros, en la Argentina la fundación, junto a otros socios, creó y expandió ocho parques naturales terrestres que suman alrededor de un millón de hectáreas. De este total, 407 mil fueron adquiridas y donadas al Estado, mientras que el resto eran tierras fiscales que fueron designadas parques. Asimismo, se contribuyó a la creación de los primeros parques nacionales marinos, que abarcan diez millones de hectáreas. Y se reinsertó a unas 14 especies, además de trabajar en la erradicación de especies invasoras exóticas. 

CONSERVACIÓN ACTIVA

El rewilding en la Argentina comenzó en los 90 de la mano de Douglas y Kristine Tompkins junto a conservacionistas y científicos argentinos en los esteros del Iberá. En 2010 esos equipos de ambientalistas locales comenzaron a funcionar de manera independiente en lo que hoy es la Fundación Rewilding Argentina.

“Es una conservación activa que no solamente busca conservar lo que quedó, sino traer de vuelta lo que se extinguió para que sean completos los ecosistemas”, aclara López.

En Iberá, luego de la creación del Parque Nacional Iberá en 1998, comenzó la reintroducción de fauna extinta. La incorporación del oso hormiguero gigante fue el primer proyecto en la zona, que logró derribar las barreras culturales y ganar el apoyo de la sociedad y las autoridades frente a esta nueva forma de ejercer la conservación. 

Le siguió el venado de las pampas, del que había solamente 2000 ejemplares en el país. Luego el pecarí de collar, el guacamayo rojo y el muitú. En 2021 se liberaron ocho ejemplares de yaguareté, una especie que desde hace más de 70 años no existía en la zona, traídos desde Brasil, Paraguay, Uruguay y algunos zoológicos de Buenos Aires.

Allí también se formó la segunda pareja de nutrias gigantes, una especie extinta en la Argentina, cuando la fundación trajo un ejemplar desde Francia en enero pasado. Ahora dedican sus esfuerzos a traer de vuelta al ocelote, el tercer felino más grande del continente, considerado vulnerable a la extinción. En tanto, el puma, el segundo en tamaño, está volviendo poco a poco por sus propios medios.

EL IMPENETRABLE Y LA PATAGONIA

Un trabajo similar se está realizando en el Impenetrable, Chaco, adonde se reintrodujo el ciervo de los pantanos, que había desaparecido en la región hace casi cien años, y se está avanzando en la reproducción del yaguareté. La organización también está presente en el Parque Patagonia de Santa Cruz, adonde se llevaron individuos silvestres de chinchillón anaranjado, gallineta chica y coipo, y se están restaurando especies en serio peligro de extinción como el huemul. Y en la costa marina de Chubut, entre Punta Tombo y Bahía Bustamante, llevan adelante el proyecto Patagonia Azul para la conservación de todas las especies marinas, incluyendo aves y mamíferos.

En cada localidad a la que la organización llega, el trabajo se logra con la coordinación de los gobiernos provinciales y municipales, además de la Administración de Parques Nacionales. Las acciones de la fundación deben ir acompañadas de políticas públicas en materia de conservación, desarrollo local e infraestructura: caminos, rutas, centros de interpretación, museos. También proveen de ayuda económica y capacitación a los futuros guías, emprendedores turísticos y otros pobladores locales para que puedan formalizar y contar con cuestiones básicas como un número de CUIT o los seguros correspondientes. 

“Hay un montón de pueblos que están alrededor del Parque Iberá que hoy pueden elegir basar sus economías en el turismo, con ingresos mucho más equitativos que otro tipo de producción, que van a diferentes sectores, estratos sociales, a hombres, a mujeres, a jóvenes y a grandes. Empieza una nueva economía para los pueblos que están alrededor”, resume López 

TURBERAS BIEN AL SUR 

La Fundación Rewilding Argentina apoya la protección de la península Mitre, el mayor punto de captura de carbono de nuestro país, de 200.000 hectáreas de mar y 300.000 de tierras fiscales en el sureste de Tierra del Fuego. El área, que tiene una protección legal provisoria, aloja un humedal de turberas capaces de absorber más de 150 mil toneladas anuales de dióxido de carbono. Este año el proyecto de ley volvió a tomar estado parlamentario y, con el apoyo de varias ONG, se espera su sanción.

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