En este rincón verde del país diferentes organizaciones plantan flora nativa, monitorean animales en peligro y reinsertan a otros rescatados del tráfico.
A unos 40 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, entre juncos y pajonales, hay perros que atacan a ciervos vulnerables, plantas exóticas invasoras, cacería furtiva y deforestación, entre otros factores que modifican el hábitat natural del delta del Paraná.
“Casi la mitad de la población de nuestro país está vinculada al delta y depende de que este sea un ambiente sano para sus actividades”, explica a Convivimos Eric Sambón, del Departamento Educativo de Fundación Temaikèn, y recuerda que el agua potable que consumen los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y alrededores se filtra ahí.
Como parte del sistema de humedales de la Argentina, esta área es refugio para 38 tipos de vertebrados amenazados, entre ellos la población más austral del ciervo más grande de Sudamérica. Entre otros beneficios, contribuye a prevenir inundaciones y sequías, y es el sustento para la población del lugar.
“Vemos el delta con una gran velocidad de transformación”, comenta a Convivimos Gastón Fulquet, coordinador del Programa Corredor Azul de Fundación Humedales (Wetlands International). “En los últimos treinta años se avanzó sobre el delta como si fueran tierras altas con urbanizaciones o barrios cerrados, en particular en la provincia de Buenos Aires, pero también en torno a Rosario o al sector de islas de Victoria, Entre Ríos. Vemos una ocupación humana que no tiene por detrás ninguna estrategia de ordenamiento del territorio”, destaca.
MINIBOSQUES Y CIERVITOS
En este contexto, diversas organizaciones están involucradas en protegerlo. El Programa Delta de la Fundación Temaikèn, por ejemplo, se ocupa de la restauración de bosques nativos, la reinserción de fauna silvestre, la conservación del ciervo de los pantanos y la ganadería sustentable.
“Uno de nuestros objetivos es la creación de áreas protegidas y trabajar con la comunidad local para fortalecer las existentes”, menciona a Convivimos Pablo Dovico, especialista en conservación de la fundación, y cita proyectos de ganadería sustentable, como el que realizan en Loma Verde (Escobar), en un campo al lado del Parque Nacional Ciervo de los Pantanos.
Es de vital importancia para los animales que además de haber áreas protegidas –suman unas sesenta en el Delta–, estas estén conectadas entre sí de manera que la fauna pueda moverse libremente. Con el fin de generar corredores de biodiversidad, la fundación planta módulos de árboles y arbustos nativos que llaman “minibosques”.
“Son plantaciones que tienen la idea de ir armando ‘islas’ que vayan conectando con los montes nativos. Por lo general, son entre quince y veinte ejemplares de diferentes especies que se plantan cerca de cursos de agua y se propagan naturalmente por dispersión de semillas, porque el agua las arrastra”, apunta Sambón. Se hicieron plantaciones en la Reserva Natural Educativa de Ingeniero Maschwitz, en la Escuela de Islas de Escobar y en dos sectores del Paseo Costero de ese distrito, y se proyectan más para este año.
Además, el delta es refugio para varias especies vulnerables, como el ciervo de los pantanos, la pava del monte y el lobito de río, este en particular afectado por los emprendimientos inmobiliarios.
“Las crías viven en cuevas al lado de los ríos, y cuando las empresas hacen pozos, se encuentran muchos nidos. Nos están llegando muchas de estas crías y tenemos que buscar lugares para ellas, algo cada vez más difícil de encontrar”, detalla Dovico.
En relación con el ciervo de los pantanos, la iniciativa Proyecto Pantano se dedica desde 2014 a su conservación y la de los humedales del delta. Lo hace a través de la investigación científica utilizando transmisores satelitales para monitorear a los ciervos y drones con los que obtiene una estimación de su número, cómo se distribuyen y cómo los afectan las actividades productivas.
Los primeros estudios de este animal en el delta, allá por los años 90, contabilizaban unos 500 ejemplares. Luego de las inundaciones de 1982 y 1983 –con las que mucha gente abandonó las quintas y los lugares de producción–, la población de este animal se fue recuperando.
“Sin embargo, esto sigue, porque hay niveles de cacería furtiva”, advierte a Convivimos Javier Pereira, coordinador de Proyecto Pantano, quien afirma que con el aumento de la pobreza hay más personas que recurren a esta práctica.
“Cuando hay pocos controles en el delta, los que viven de cacería hacen muchos más estragos. Y el delta en ese sentido está un poquito huérfano, porque tiene muy pocos controles por parte de las autoridades”, recalca.
LOCALES
Las ONG realizan estas acciones en conjunto con entidades nacionales, municipales y de las provincias, pero fundamentalmente de la mano de las comunidades. Temaikèn comenzó este año con el Programa Multiplicadores Ambientales en ocho escuelas de Escobar. En paralelo, organiza actividades para todo público, como la limpieza de las costas del río y las plantaciones.
La Fundación Humedales, por su parte, busca “conectar a estos ecosistemas con la gente y con las economías”, y, en este sentido, una de sus líneas de acción se basa en apoyar y capacitar a los pescadores artesanales.
“Dentro de la cadena de valor el pescador artesanal es el último eslabón. Entonces tratamos de apoyar la formalización de grupos de pescadores y brindar capacidades para que no estén presos de otros actores más fuertes de la cadena, sino que, en pequeñas cooperativas y asociaciones, puedan agregar valor en origen en los productos de la pesca”, expresa Fulquet.
Además de recabar información científica y técnica para impulsar políticas de conservación, esta fundación fomenta el turismo de naturaleza formando guías. Muchos habitantes de la zona tienen lancha, conocen bien el territorio y encuentran así un medio de subsistencia complementario. Además, colabora en el desarrollo de mejores prácticas ganaderas y planes de manejo en diferentes partes del delta en procesos participativos con las comunidades.
DE REGRESO A CASA
Uno de los trabajos más significativos que realiza Fundación Temaikèn en la zona es la reinserción de fauna, principalmente de aves, que provienen del tráfico ilegal. La fundación los recibe, realiza una evaluación comportamental y física para definir dónde se los puede reinsertar tratando de fortalecer los vínculos de diversidad en el área y los animales vuelven al lugar de donde fueron extraídos. En la última acción se liberaron 128 aves, entre cardenales, cardenillas, federales y una perdiz colorada.