Gracias a aplicaciones móviles y sitios web, cada persona o empresa puede calcular el impacto que produce en el ambiente para reducirlo o compensarlo.
Fue en el Acuerdo de París (2015) donde se definió que era necesario limitar el calentamiento global a muy por debajo de dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Hay quienes ven este objetivo como responsabilidad de los gobiernos y les piden que fijen estándares estrictos a las empresas. Pero la realidad es que reducir los gases de efecto invernadero (GEI) es un compromiso que podemos asumir cada uno de nosotros.
“Los números indican que no vamos por el buen camino. Y hay un montón de acciones para que tomen no solamente los gobiernos, sino también las empresas y los individuos”, explica a Convivimos Federico Falcón, director de The Carbon Sink.
“La huella de carbono la generamos todos con nuestros consumos. La idea es que individuos y empresas también tomen la posta y empiecen a actuar para reducir las emisiones y frenar el calentamiento global”, agrega.
El concepto de huella de carbono define el impacto que una persona, empresa, producto u organización genera en el medioambiente medido en GEI emitidos de manera directa o indirecta. Este indicador ambiental se mide en toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e).
Se calcula que un individuo en la Argentina es responsable de entre 5 y 6 tCO2e al año, un promedio similar al de otros países de Latinoamérica. A diferencia de algunos lugares de Europa, en nuestro país y en general en la región no hay una normativa por parte del Gobierno que exija reducir la huella de carbono. Algunas empresas deciden hacerlo voluntariamente o siguen los lineamientos de sus casas matrices en países que sí lo exigen.
VOLUNTARIO
Aun así no son pocas las personas que, quizás por curiosidad, eligen entrar en las calculadoras on-line o bajarse una aplicación al celular para averiguar cuál es la marca de carbono que su estilo de vida deja en el mundo. Algunas son: Theplanetapp.com, Calculator.carbonfootprint.com, Fundacionaquae.org, Mihuelladecarbono.com, Huelladeciudades.com y hay muchas más.
El paso siguiente es intentar reducir la huella con las estrategias ya conocidas: reducir el consumo de energía basada en combustibles fósiles reemplazando el uso del auto por la bicicleta o por caminar, consumir menos electricidad desenchufándose de las pantallas y promoviendo las actividades al aire libre, reducir el uso del aire acondicionado, la calefacción, el lavaplatos y comprar y vacacionar localmente.
También, evitar el consumo de plásticos usando bolsas de tela para las compras, rechazando los productos con envoltorios innecesarios y evitar el empleo de papel. Además, reducir la ingesta de carne minimiza la huella alimentaria, entre otras muchas medidas amigables con el ambiente.
Pero aun logrando una reducción de la huella, seguiremos siendo responsables de una cantidad de emisiones. Lo positivo es que pueden compensarse, incluso hasta llegar a neutralidad de carbono. Por ejemplo, la app Carbonocero de la Fundación Plan21 ofrece la posibilidad de contribuir a proyectos de reducción de GEI, forestación y manejo de bosques nativos, como la Reserva de Vida Silvestre Urugua-í en Andresito, Misiones, que produce plantines de árboles nativos.
La empresa Seamos Bosques también permite compensar la huella a futuro mediante la plantación de especies nativas en las yungas tucumanas. Al final del proceso la persona recibe un certificado de la cantidad de árboles nativos que se plantaron gracias a su aporte o el sello del “Compromiso Carbono Neutral” para compartir en redes, según fuera el caso. La “compra” de bosques nativos en peligro es otra opción a través de la Fundación Banco de Bosques, que puede así protegerlos evitando el desmonte.
CÓMO FUNCIONA
Los sumideros de carbono son depósitos naturales, como océanos y bosques, o artificiales, como ciertas tecnologías y productos químicos, que absorben y capturan el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, reduciendo así su concentración en el aire.
Por eso la empresa The Carbon Sink eligió este nombre para identificarse cuando se propuso “democratizar la medición y compensación de la huella de carbono”. En marzo de este año lanzó una plataforma donde individuos y empresas de todo tipo, incluyendo bancos y consultoras de marketing, pueden medir su huella con una calculadora gratuita on-line y compensarla mediante proyectos certificados en cinco países de Latinoamérica.
“Un proyecto forestal de captura de carbono, por ejemplo, puede seguir procedimientos y metodologías para comprobar el proceso mediante una certificadora”, apunta Falcón. Los proyectos certificados están en la plataforma, y quien lo desee puede invertir en uno o más de ellos para compensar su huella.
También hay proyectos de participación directa, de pequeña escala, que canalizan el financiamiento directamente hacia el emprendimiento que está en desarrollo, a diferencia de los certificados, donde el impacto de mitigación ya ocurrió. Por ejemplo, en la plataforma se puede invertir en el Corredor de los Cedros, en las yungas jujeñas, por 14 dólares más impuestos la tCO2e, un emprendimiento de conservación de bosque nativo que empezó el año pasado y promete, al cabo de diez años, haber capturado 40.000 tCO2e. Otorga créditos de reducción de emisiones futuras previniendo la deforestación y realizando tareas de restauración y protección de la biodiversidad. En la plataforma hay opciones de compensación con valores desde 750 hasta 1300 pesos argentinos por tCO2e.
“La huella de carbono se mide anualmente. Uno mide, por ejemplo, la huella del 2020; durante todo el 2021 intenta reducirla y después vuelve a medirla transcurrido un año. Recibe un certificado y después trata de hacer acciones de reducción para que el año que viene esa huella sea menor y ojalá que haya que compensar menos todavía. Para vos es más económico, estás apoyando al planeta y dando tu granito de arena para que se vaya resolviendo de a poco esta situación”, concluye.
HUELLA ALIMENTARIA
La huella alimentaria es el costo ambiental de la producción y el desperdicio de alimentos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura (FAO), producir un tomate consume 13 litros de agua, mientras que un bife requiere 7000 litros. También, cada alimento tiene una huella diferente por diversos factores: en los vegetales aumenta por los grandes volúmenes que se desperdician, mientras que en la carne lo hace por las prácticas que se emplean para producirla.