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TUCUMÁN: EL JARDÍN DE LA MÚSICA ETERNA

Una ciudad pletórica de espacios verdes inigualables, con la alegría que contagia su gente, las melodías de la tierra que parecen surgir de cada rincón, su maravillosa comida típica y el acervo cultural con una variedad generosa de museos y de atractivos religiosos. Una invitación a recorrerla paso a paso.
Una ciudad pletórica de espacios verdes inigualables, con la alegría que contagia su gente, las melodías de la tierra que parecen surgir de cada rincón, su maravillosa comida típica y el acervo cultural con una variedad generosa de museos y de atractivos religiosos. Una invitación a recorrerla paso a paso.

Muy blanca, con sus típicas columnas salomónicas en espiral, grandes ventanales con rejas al frente, cada lado de la tan alusiva entrada. Las tejas rojas de su techo y el patio central, estremecedor si el visitante se deja transportar por la copiosa historia, a los episodios clave para la República que allí se sucedieron. El emblemático aljibe, en el corazón del terreno, y la serie de las múltiples habitaciones que se encuentran a su alrededor completan un panorama que eriza la piel y desborda de sentimientos patrióticos. Es imposible no estremecerse en cada paso por la eternamente emblemática “Casa de Tucumán”.

No es antojadizo comenzar este viaje virtual por San Miguel de Tucumán, por toda la provincia, con la descripción del ícono insuperable: la Histórica Casa de la Independencia, donde el 9 de julio de 1816, los delegados de las Provincias Unidas del Río de la Plata conformaron el Congreso de Tucumán para proclamar la independencia. Al salón principal de la casona original le debieron anexar un sector para que pudiera medir los 15×5 metros indispensables y también le sumaron el mobiliario necesario para recibir a los delegados. 

“Tucumán es la más pequeña de las provincias argentinas por su territorio, la más grande por su corazón”, arremete Mabel, una niña morocha con trenzas, sonrisa alucinante, ojos que reflejan la belleza tucumana y un admirable amor por su terruño.

Aquí y allá, en todo rincón de la provincia resuena la voz tan representativa de “La Negra” entonando “La alegre zamba que canto aquí / Pa’ que bailen los tucumanos”. Mercedes Sosa representa fielmente la alegría de su gente que inventa una peña para explotar su tonalidad, las increíbles empanadas, así como toda su gastronomía, sus paisajes que combinan la dureza norteña con las irregularidades de la cordillera cercana y los valles más maravillosos y el colorido de su follaje. La inigualable belleza de sus horizontes. 

Es la capital una de las regiones más bonitas del país, certeramente denominada “el Jardín de la República”, que se representa fielmente con su primera denominación: Nueva Tierra de Promisión. Muy diversas acepciones se adjudicaron simbólicamente a Tucumán. De todos modos, su nombre tiene una alta carga simbólica, ya que honra a un arcángel, san Miguel. Un inequívoco punto de referencia del norte argentino.

El emblemático Palacio de Gobierno, construido a principios del siglo XX, está ubicado frente a la Plaza Independencia.

LAS ENTRAÑAS

La Casa de Tucumán actualmente es la sede del Museo Nacional de la Independencia. Fue devuelta a su dueña, la señora Francisca Bazán de Laguna, recién a los seis meses de aquel 9 de julio, y en 1869 se convirtió en museo tras la adquisición por parte del Gobierno nacional. Fue también oficina de correo y estuvo a punto de desaparecer cuando la enajenación política y el barbarismo de Julio A. Roca decretaron su demolición en 1903. El presidente Victorino de la Plaza, en 1941, la declaró Monumento Histórico Nacional y la hizo reconstruir.

La ciudad es llamada “Jardín de la República” por la variedad de sus parques y zonas verdes. Por caso, la emblemática Plaza Independencia, enmarcada por las calles 25 de Mayo, San Martín y Laprida, y por la avenida 24 de Septiembre. Es un placer recorrerla y admirar en su centro la estatua de La Libertad, esculpida en mármol por la tucumana Lola Mora en 1904. Se encuentra a 150 metros de la casa histórica y resulta una prolongación de la peatonal Mendoza, y es epicentro de diversísimas muestras de su riquísima historia y su patrimonio cultural. Durante la colonia, allí funcionó la Plaza de Armas. 

Igual de atractivo es el Parque 9 de Julio: área de cultura y de esparcimiento, generoso en jardines y arboledas, con sus 190 hectáreas. Contiene el pintoresco lago San Miguel. En su contorno se encuentran el Hipódromo y la Casa del Obispo Columbres, reconvertida en el Museo de la Industria Azucarera. Otros parques que desvelan a los tucumanos son el Avellaneda (al oeste, con muy tupida vegetación), el Batalla de Tucumán (con su nombre oficial que es “Guillermina”, famoso por su coqueto anfiteatro) o las plazas Alberdi, Urquiza, San Martín y Belgrano.

Claro que toda recorrida por San Miguel plantea un paseo a la Catedral, inaugurada en 1856 por Fray Mamerto Esquiú. Resalta su fachada de estilo neoclásico, modelo para otras iglesias, con la cruz de la primera fundación de la ciudad en su interior, donde descansan los restos de destacados próceres. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941: es el inicio simbólico de un itinerario religioso: la Capilla Nuestra Señora de Lourdes, la de San Francisco, la de Santo Domingo, la de Nuestra Señora de La Merced. 

Visita obligada de la capital tucumana: el Museo Casa Histórica de la Independencia donde se juró la Independencia Nacional el 9 de julio de 1816.

SONIDOS DEL VIENTO

Otro atractivo muy especial de la región es la música que por siempre encarnará la inolvidable Mercedes Sosa. “La Negra” está presente en cada uno de los detalles, los rincones, las peñas, los sonidos, los recuerdos, la alegría de su gente, de sus realidades, de sus verdades. Las guitarreadas, los encuentros, los recitales, en definitiva, la música surgida casi espontáneamente del alma de cada uno de los que pisan esa tierra tan fértil, de la que fluyen las armonías más representativas de la Argentina. Quien vaya a Tucumán, quien recorra cualquier centímetro de su territorio tendrá la oportunidad de sentirse atraído por las melodías de los vientos, las sonoridades que surgen de la naturaleza, interpretadas con fidelidad en las voces de los tucumanos y sus instrumentos musicales, siempre fascinantes. Esa música del norte que se replica en miles de locales, en centros culturales y en todo sitio donde haya una guitarra para reproducir tantos temas que reflejan como una pintura la cultura tucumana.

En ese sentido, nada más emblemático que el Museo Folklórico, que además de ofrecer una generosa diversidad de peñas, recitales y encuentros, también permite encontrar muestras de artesanía popular, por caso de cerámicas, platería, tejidos, instrumentos, entre otros.

Además, es imperdible en San Miguel una recorrida por la Casa Ricardo Rojas, que se erige en el viejo Hotel Mediterráneo, como así también la Casa de Gobierno, la Legislatura, el ex Cine Plaza, el Casino, el CC Alberto Rouges y el Teatro San Martín. Y, finalmente, una opción integral es la visita a las granjas educativas que se ofrecen en sus alrededores. Por ejemplo, la Santa Clara y La Vidalita se encuentran en las cercanías y permiten un paseo propicio para disfrutar de sus amplias zonas de acampe, además de participar de actividades campestres.

Monolitos realizados por integrantes de la Cultura del Tafí. Reserva Arqueológica de Los Menhires, localidad de El Mollar, Tafí del Valle.

TUCUMÁN PROFUNDO

Si se decide realizar base en la ciudad capital y recorrer el interior de la provincia, el visitante se enfrentará a atractivos muy particulares, todos fantásticos. Así, la provincia se divide turísticamente en cuatro regiones. 

Empezando por la belleza natural de Las Yungas, caracterizada por sus selvas montañosas que conforman un ecosistema subtropical de gran biodiversidad. El sendero Cuesta Vieja convoca al turismo aventura, y se inicia sobre el cauce del río Muerto con una conexión con el funicular. La zona de El Cadillal, en el departamento Tafí Viejo, es especial para el senderismo y el cicloturismo. Se destacan su museo arqueológico y los paseos en barco en derredor del dique Celestino Gelsi. El parque Sierra San Javier (que alguna vez se denominó Biológico) es un área protegida creada en 1974: una frondosa selva que por distintos caminos lleva a la cumbre del Taficillo, para embeber la naturaleza a pleno. Villa Nougués y San Pablo, El Siambón, Tafí Viejo son otros sitios imperdibles.

El Valle de Choromoro, la segunda región, exhibe su Camino de la Fe, incluida la Gruta de Nuestra Señora de Lourdes, y diversos miradores como el de Monte Bello, el Puente del Indio y la Piedra Tallada. La pequeña ciudad y comuna rural San Pedro de Colalao es una verdadera hermosura. Y son imperdibles las fiestas nacionales de la Humita y la de la Nuez.

Luego encontramos la tercera región, los Valles Calchaquíes, que Tucumán comparte con Catamarca y Salta. La mayor atracción es la Ciudad Sagrada de Quilmes con su centro de interpretación: son los restos del más extenso asentamiento precolombino de la Argentina, en unas 100 hectáreas establecidas al pie del cerro Alto del Rey. Fue sitiada por los conquistadores españoles en 1667 y se encuentra a apenas 73 km de Tafí, en una región atestada de lugares para visitar, uno más fascinante que el otro. Justamente, la localidad de Tafí del Valle ofrece el Camino de la Fe de la Ruta Jesuítica, el sendero Cerro de la Cruz y el museo jesuítico de La Banda, así como turismo de estancias y la Ruta del Artesano. Otros sitios para conocer son Amaicha del Valle, El Mollar, Talapazo y Colalao del Valle.

Finalmente, la región del sur tucumano, también muy atrayente, con varias localidades para hacer base como la histórica Monteros, Aguilares, Lules, Famaillá, Concepción, La Cocha, Simoca y Juan Bautista Alberdi, entre muchos otros enclaves donde el turista podrá realizar recorridas centradas en diversas rutas temáticas, siempre con el sabor y la música norteña.

Por supuesto, también la Cascada del río Noque y la reserva natural Los Sosa, entre muchos epicentros naturales que en cada paseo completan una amplia gama de ofertas excepcionales para conocer el Jardín de la República, para adentrarse en todo Tucumán y nutrirse de su alegría, sus melodías, sus tonalidades, su gente.

Tafí del Valle está rodeada de altas montañas con senderos y el río Tafí fluye hacia el sur, hacia el enorme embalse La Angostura.

 

EN PLENO CENTRO  

En una región con gran infraestructura hotelera, una posibilidad para hospedarse es el hotel Amérian Tucumán. Se presenta como un referente de calidad y hospitalidad, y está ubicado en pleno centro de San Miguel (Santiago del Estero 425), a metros de la Casa Histórica de la Independencia y la Plaza Independencia. Cuenta con 46 habitaciones, dos salones multifunción, un restaurante temático, el DaVinci Coffee & Bar y salones equipados para eventos corporativos y sociales.

 

TODO ES HISTORIA  

El hidalgo Diego González de Villarroel y Aguirre, oriundo de Toledo, donde nació en 1520, casi dos décadas después de deambular por toda la América sureña se enamoró de sus paisajes y fundó San Miguel de Tucumán el 31 de mayo de 1565, luego de participar de la gestación de Santiago del Estero. Aunque el primer enclave haya sido, no muy lejos, en los Campos de Ibatín, que luego se convirtieron en la ciudad de Monteros. Aquella primera Tucumán –arrasada por los solcos, aborígenes calchaquíes liderados por el cacique Gualán, que como en tantísimos otros casos se rebelaban ante quienes les quitaban sus tierras– fue vuelta a levantar 55 kilómetros al noroeste, a orillas del cauce del río Salí, en La Toma, donde actualmente se ubica el casco histórico.

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