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FLORIANÓPOLIS: LA ISLA DE LA MAGIA Y EL ARTE CALLEJERO

No solo es un destino de playa fantástico adoptado por los argentinos, sino que también ofrece su profusa arista cultural y la movida de sus coloridos murales que reflejan de un modo extraordinario la realidad, desde los pueblos originarios hasta la actualidad.
No solo es un destino de playa fantástico adoptado por los argentinos, sino que también ofrece su profusa arista cultural y la movida de sus coloridos murales que reflejan de un modo extraordinario la realidad, desde los pueblos originarios hasta la actualidad.

Como en un exquisito cóctel de la naturaleza, el sol se zambulle en las playas, en el mar, en los bosques y en los lagos para estallar en una isla del sur brasileño que fue adoptada hace ya varios lustros por los argentinos y por el mundo entero. Esa mixtura, desde ya conmovedora, se vuelve una sabrosísima ensalada cuando la acción humana le confiere un condimento indispensable con el ritmo, con su música, con sus bailes, con su alegría. Pero como si faltara algo, una sustancia que sirviese para sazonar esa mezcla mágica, para cocinarla y dejarla en un punto cercano al clímax, apareció el arte callejero.

La Nossa Senhora do Desterro (Nuestra Señora del Destierro), desde su creación misma, contiene en su alma la historia original del Brasil sureño, sacrificado, multirracial y ultrarreligioso, que parió una región vigorosa en el mayor de los sentidos y le dio un nombre que, vaya paradoja, habla de “destierro”. Nada es superficial, nada es sutil, nada es efímero en esa isla que fue habitada por los indígenas tupí-guaraníes en las épocas precolombinas. La colonización portuguesa en el siglo XVI revolucionó la aldea, le hirió la historia, la imaginó como un centro estratégico y militar clave, considerando su ubicación: casi un desprendimiento de la isla de Santa Catarina. Pero su esencia rebelde, convulsiva y artística se mantuvo como la de esos fantasmas que se resisten a convertirse en polvo.

A fines del siglo siguiente, los republicanos lograron la Revolución Federalista y los vencedores impusieron nuevas designaciones: como en esa ciudad que latía junto al Atlántico bravío, que pasó a llamarse Florianópolis, en honor al presidente Floriano Peixoto. En cada una de las playas, en cada una de sus costas, en cada rincón donde se levantaba una palmera, en cada paso de sus tartarugas (tortugas) se manifestaba esa característica que refleja su historia, necesaria e imprescindible, que talló su estirpe y que resistió los avatares de su destino: sí, el arte.

Ese arte inspirado por su tremenda naturaleza salvaje. Ese arte callejero que es el alma de la ciudad y que se manifiesta en una explosión de colores y alegría, y se transforma en uno de los atractivos turísticos más logrados y personales, desde hace unos años, para completar la invitación de conocer la “Isla de la Magia”, como también se la conoce. 

Vaya que es mágica: por sus playas, sus arenas, sus caipirinhas y su extraordinaria variedad de ostras, sus lagos que parecen espejos, sus colinas que inventan paisajes de ensueño, sus horizontes contorneados por los morros, los hilos de rutas zigzagueantes, su arquitectura colonial y las edificaciones ultramodernosas. Y ya entrado el siglo XXI, por sus espléndidos murales, grafitis e intervenciones callejeras, que representan un sello único, sustantivo y diferencial, definitivo y sumamente valioso. Historias e imágenes que le dan una faceta que recupera aquella invalorable herencia cultural que combina identidad y resistencia.

El Museo Histórico de Santa Catarina es un paseo obligado donde el visitante respirará historia, colorido y arte popular.

 

PALETA DE COLORES

Se fue gestando muy lenta y paulatinamente a fin del siglo pasado, pero acabó por explotar en los primeros de este milenio. La pasión de sus artistas, la pulsión de sus jóvenes, la magia que estaba latente se bañó de iniciativas independientes que experimentaron diversos disparadores en los múltiples colectivos locales. Es la historia de un nutrido pasado, que explota en el presente y que dispara hacia el futuro. 

Esa huella se refleja en cientos de pequeños murales así como en grandes muros, pero también en paredes asiladas, en las fachadas de los domicilios y hasta en cajas de luz o telefónicas. Todo es válido cuando se cuenta con un pincel y una paleta de colores. Todas las imágenes representan un atractivo muy especial. Cada una tiene su propia explicación, representa un relato surgido de los colores y escrito con los pinceles. Por caso, el que rinde homenaje a João da Cruz e Sousa, un periodista y poeta manezinho nacido en la isla en el siglo XIX, quien es considerado uno de los principales precursores del simbolismo brasileño. Hijo de esclavos, quedó bajo la protección del Mariscal Cruz e Sousa. Su obra fue desaparecida de un plumazo, pero ahora revive en el arte popular. Justamente el Palacio Cruz e Sousa pasó a ser el Museo Histórico de Santa Catarina. Un lugar imperdible donde el turista respirará historia, colorido y arte popular.

Por supuesto que otros artistas locales e internacionales también se dedican a retratar la relación de la ciudad con la playa, la costa y el océano, o con sus aspectos relacionados, como la pesca. Y ni que hablar de la variedad de los ingredientes característicos que muestran la historia de las comunidades originarias, así como las diversas que pasaron luego o aún existen en Floripa.

Hasta tal punto se generó una movida impresionante que existe el Street Art Tour, que se presenta como “una ruta inmersiva que revela los secretos, técnicas e historias detrás de los murales que colorean el centro de la ciudad”. Una verdadera maravilla urbana cuyo “resultado es un paseo vivo, con un itinerario siempre cambiante, que invita a quien lo recorre a sumergirse en la historia de la ciudad desde una nueva perspectiva”. Las preguntas que surgen son diversas: ¿cómo se realiza un mural gigante con semejante precisión?, ¿cuánto tiempo demoran y con qué materiales se realizan? Y básicamente qué extraños duendes motivan a los artistas a emparentarse con semejante creatividad. Las respuestas muchas veces son dadas por los propios realizadores apasionados, que relatan sus desafíos y los significados de sus composiciones. Lienzos que son edificios enteros o meras cajas que emergen de las veredas.

Y también su aspecto efímero: en muchas ocasiones, una historia supera a otra en una ciudad que se jacta de estar en constante transformación a través de sus expresiones artísticas.

El mural Cisne negro rinde homenaje a João da Cruz e Sousa, un periodista y poeta manezinho nacido en la isla en el siglo XIX.

 

MÁS Y MÁS CULTURA

Hay muy diversas variantes de paseos por la ciudad. Una posibilidad es que comience por el Largo da Catedral, en el corazón histórico de Florianópolis, para acabar en la Praça XV de Novembro, que se presenta oficialmente como “un lugar lleno de simbolismo, donde la historia de la ciudad se entrelaza con el arte contemporáneo”. 

El recorrido puede pasar por la Galeria de Arte Luciano Martins o el centro Ricardo Ávila Artes, donde también se ofrece una degustación de mariscos con vinos deliciosos. La Galería Venere posee gran variedad de cerámicas y pinturas de animales, y la Fundacao Cultural Badesc ofrece una maravillosa colección de vasijas con imágenes de mujeres. La Galeria & Escola De Arte, el Arteeiro Arte e Artesanato y el Instituto Collaço Paulo tienen una clara tendencia a la enseñanza de la historia y del arte.

Cicloturismo en las playas del sur de la isla, donde deporte y naturaleza se disfrutan todo el año.

Una variante muy recomendable es la Feito pelo Desfeito, con su Decoracao Sustentavel: se trata de una galería de arte que se convierte en una tienda de regalos, un precioso lugar si se pasea por el centro de la ciudad, para descubrir tesoros multicolores. Así como los diferentes atelieres: el Augustin de Lassus, el Brique Boulevard Canasvieiras, la Sambaqui Galeria De Arte, el Ponto Dos Artistas o el muy colorido Estúdio 1080 Cerâmica, en el que el turista querrá llevarse absolutamente todo lo que encuentra… O el espacio del escultor Dante Castellani, con sus paredes tan blancas que hacen resaltar las pinturas multicolor. 

Y luego de esa gran dosis de arte, también es recomendable el Mercado Público, donde se mixtura el acervo arquitectónico y la posibilidad de obtener los más frescos productos extraídos del Atlántico. Está plantado en un edificio colonial del siglo XIX que se destaca por sus colores amarillo y blanco. La actual construcción reemplaza al anterior mercado destruido por un cataclismo en 1896: su reconstrucción provocó un intenso debate político. Por supuesto que al recorrer sus puestos y al intentar acceder a sus productos es indispensable recurrir a la costumbre local del regateo… 

La pesca fresca es una inmensa atracción para la muchedumbre que lo visita diariamente, tanto que, a veces, resulta caótico recorrerlo. Por eso es infaltable una parada en los bares o los restaurantes para disfrutar de un chope (cerveza de barril en vaso pequeño). Salir de allí y sentarse al aire libre en la Praça XV de Novembro es un extraordinario final del paseo. Con un agregado increíble como es la higuera que posee, de más de 100 años de antigüedad.

Claro, pero antes o después de ir a la playa…

La isla de Santa Catarina está unida al continente por tres maravillosos puentes: el Hercílio Luz, el Colombo Salles y el Pedro Ivo.

 

QUE VIVA EL SOL

Situada en forma paralela al continente, separada por un estrecho canal –lo que le da una característica muy particular–, la gran isla de Santa Catarina tiene forma alargada y estrecha: alrededor de 54 km de largo y 18 km de ancho. Invita a ser recorrida en todos los rincones. Tiene un litoral sumamente recortado, con diversidad de puntas, islas, bahías, además de dos grandes lagunas: Lagoa da Conceição (agua salada) y Lagoa do Peri (dulce).

Posee todo tipo de playas, perfectas para los deportes, el descanso y un generoso baño de naturaleza. Las hay en el extremo norte, en el centro de cara franca al Atlántico y también en el sur, mucho más agrestes: son 42 las autorizadas. Entre las más conocidas y apreciadas: Canasvieiras, Cachoeira do Bom Jesús, Praia Brava, Naufragados, Lagoinha do Norte, Jureré, Barra da Lagoa, Joaquina, Praia do Forte, Daniela, Mozambique, Pântano do Sul, Lagoinha do Leste, Campeche, Ilha do Campeche, Dos Ingleses, Santinho, Armação y Matadeiro. En el continente encontramos, además, la playa de Bombinhas, con sus aguas cristalinas y tranquilas. Por eso se la denomina la Capital Nacional del Buceo. 

Todas y cada una de estas maravillas de la naturaleza tienen una característica, ya no de Floripa, sino de todo Brasil: los barcinhos de la playa. Uno de los más conocidos es El Arante, que desborda de mensajes y papelitos que dejan los visitantes luego de comer un exquisito peixe junto a una cerveza heladísima. Con acierto, por todo esto, Florianópolis es llamada la Isla de la Magia.

 

TRES PUENTES  

El Puente Hercílio Luz, el que une originalmente la isla de Santa Catarina con el continente, es el puente colgante más largo de Brasil, el segundo de América Latina, con una longitud de 819 m, con 259 m de viaducto insular, 339 m de vano central y 221 m de viaducto continental. Su construcción data de 1922: se inauguró a los cuatro años. En 1975 fue construido otro puente, el Colombo Salles (así llamado en homenaje a un reconocido legislador local), de concreto, de 1227 m. Poco después se erigió un tercer viaducto, el Pedro Ivo Campos, paralelo al anterior, con la misma fisonomía pero concebido con estructura de hierro.

 

LAS RUTAS  

Entre Buenos Aires y Florianópolis hay exactamente 1762,3 km, por la argentina RN14 y la brasileña BR-290, mediante el paso fronterizo Paso de los Libres/Uruguaiana (el más usual), que se cruza por el puente Internacional Agustín Justo Getúlio Vargas. A la isla se llega por la BR-282 y los puentes Colombo Salle y el puente Ivo Campos, para desembocar en la Rodoviaria Governador Gustavo Richard. La variante aérea: al Aeropuerto Internacional Hercílio Luz (15 km al sur) al que llegan la mayoría de los vuelos desde Argentina. También coexisten el Aeropuerto Regional Humberto Ghizzo Bortoluzzi (en Jaguaruna), el Lauro Carneiro de Loyola (en Joinville), y el Ministro Victor Konder (en Camboriú).

NOTAS DESTACADAS:

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Una ciudad pletórica de espacios verdes inigualables, con la alegría que contagia su gente, las melodías de la tierra que parecen surgir de cada rincón, su maravillosa comida típica y el acervo cultural con una variedad generosa de museos y de atractivos religiosos. Una invitación a recorrerla paso a paso.

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