Un estudio publicado en la revista Nature desvela que trece dientes fósiles hallados en Ledi-Geraru, en la región de Afar (Etiopía), evidencian la coexistencia de homínidos de los géneros Australopithecus y Homo hace entre 2,6 y 2,8 millones de años. Este descubrimiento, liderado por el Proyecto de Investigación Ledi-Geraru de la Universidad de Arizona, sugiere la existencia de una nueva especie de Australopithecus aún sin nombre, distinta de las conocidas A. afarensis (como el célebre esqueleto de Lucy) y A. garhi.
El yacimiento de Ledi-Geraru, un enclave crucial para la paleoantropología, ya había proporcionado hallazgos significativos, como las herramientas de piedra olduvayenses más antiguas del mundo (2,6 millones de años) y la mandíbula de Homo más antigua conocida (2,8 millones de años). Los nuevos dientes fósiles refuerzan la idea de una mayor diversidad en el registro fósil de homínidos, mostrando que la evolución humana fue un proceso ramificado, no lineal. “La imagen de un simio evolucionando hasta un humano moderno a través de un neandertal no es correcta; la evolución es un árbol frondoso con ramas que se extinguen”, explica Kaye Reed, experta de la Universidad Estatal de Arizona.
Brian Villmoare, de la Universidad de Nevada, destaca que los fósiles de Homo confirman la antigüedad de nuestro linaje, subrayando la complejidad de la evolución humana. “Aquí tenemos dos especies de homínidos que coexistieron”, señala Reed, enfatizando la importancia de estos hallazgos para redefinir el árbol genealógico humano.
El paisaje de Ledi-Geraru hace millones de años, con ríos y lagos que sustentaban abundante vegetación, contrasta con su actual aridez. El equipo de Reed analiza el esmalte dental para desentrañar la dieta y las interacciones de estas especies, ofreciendo pistas sobre su vida en ese ecosistema. “Encontrar más fósiles nos ayudará a contar la historia de nuestros antepasados”, afirma Reed, quien aboga por formar nuevas generaciones de paleontólogos y explorar más yacimientos para seguir desvelando el pasado humano.
Este descubrimiento, en la misma región donde en 1974 se encontró a Lucy (A. afarensis), consolida a Afar como un epicentro para entender la evolución humana.