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EL USO DE PANTALLAS PUEDE AFECTAR LA SALUD CARDÍACA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES 

Investigadores de Dinamarca han detectado una asociación entre el tiempo dedicado al ocio con dispositivos electrónicos y diversas alteraciones metabólicas que podrían anticipar problemas cardiovasculares. El estudio también ha identificado una huella biológica en sangre vinculada a este hábito.
Investigadores de Dinamarca han detectado una asociación entre el tiempo dedicado al ocio con dispositivos electrónicos y diversas alteraciones metabólicas que podrían anticipar problemas cardiovasculares. El estudio también ha identificado una huella biológica en sangre vinculada a este hábito.

Un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association revela que pasar muchas horas frente a pantallas durante la infancia y la adolescencia podría aumentar el riesgo de problemas metabólicos y cardiovasculares en el futuro. La investigación, liderada por David Horner de la Universidad de Copenhague, analizó datos de más de 1,000 niños y adolescentes de dos cohortes danesas seguidas desde su nacimiento. Los resultados sugieren que limitar el tiempo de pantalla en estas etapas podría proteger la salud cardíaca y metabólica a largo plazo.

El estudio evaluó el tiempo de ocio frente a dispositivos electrónicos a los 6, 10 y 18 años, reportado por padres o los propios participantes. Los datos muestran un aumento progresivo: de 2 a 3.2 horas diarias entre los 6 y 10 años, hasta 6.1 horas a los 18. Cada hora adicional de pantalla se asoció con un incremento en el riesgo cardiometabólico, medido mediante una puntuación basada en cinco parámetros: circunferencia de cintura, presión arterial, colesterol HDL, triglicéridos y glucosa. En niños de 10 años, el riesgo creció 0.08 desviaciones estándar por hora, y en adolescentes, 0.13. “Aunque el aumento por hora es pequeño, cuando se acumulan tres, cinco o seis horas diarias, el efecto es significativo”, advierte Horner.

El sueño emergió como un factor crucial. Los niños con menos horas de descanso o que se acostaban más tarde mostraron un mayor riesgo. Aproximadamente el 12% de la relación entre tiempo de pantalla y problemas cardiometabólicos se atribuyó a un sueño más corto. Horner destaca que “proteger la hora de acostarse y adelantar el uso de pantallas al principio del día” podría ser una estrategia efectiva para mitigar estos riesgos.

El estudio también identificó un patrón de metabolitos en sangre asociado al uso prolongado de pantallas, una especie de “huella metabólica” que refleja cambios en el metabolismo antes de que aparezcan síntomas clínicos. Según Horner, estos biomarcadores podrían usarse en el futuro como herramientas de alerta temprana en pediatría para detectar riesgos de forma precoz.

Actualmente, el equipo de Horner utiliza datos extraídos directamente de los teléfonos de los participantes, ahora de 10 a 13 años, para analizar con mayor precisión los hábitos digitales. “Queremos pasar de observar asociaciones a desarrollar estrategias preventivas eficaces”, explica. Aunque el estudio es observacional, sus hallazgos refuerzan la preocupación de la American Heart Association, que en 2023 reportó que solo el 29% de los jóvenes estadounidenses de 2 a 19 años tienen una salud cardiometabólica favorable.

Horner sugiere establecer rutinas equilibradas, como evitar pantallas durante las comidas y priorizar el sueño. “Pequeños cambios consistentes pueden traducirse en beneficios significativos para la salud a largo plazo”, concluye. 

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