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Celebran los primeros diez años de un proyecto que nació en salas de jardín y que busca vincular a las infancias y los adultos a través de melodías, ritmos, gestos sonoros y movimientos.

Pim Pau:“Hacemos música para que la familia disfrute”

Fotos: Nico Pérez

Las recetas de la abuela, los brazos que mecen, el canto dulce e improvisado que conduce al descanso o brinda contención. La música como compañía, como causa y efecto, como juego predilecto, canalizadora y catalizadora de emociones. El movimiento y los vínculos, en el centro de todo. La música de Pim Pau, y el concepto madre que la guía, se nutre de una mirada amorosa hacia las infancias, una mirada adulta que no perdió la ternura ni la chispa, mucho menos la alegría. En un mar de contenidos audiovisuales, es una balsa que permite mantenerse a flote y disfrutar del oleaje.

El 3 de abril de 2014, Eva Harvez, Lucho Milocco y Cássio Carvalho –tres docentes de nivel inicial que se conocieron trabajando en Risas de la Tierra (el espacio liderado por Magdalena Fleitas)– subieron su primer video a YouTube bajo el nombre Pim Pau. La evolución de su tarea en las salas, junto a niños y niñas, y la presencia habitual del arte (especialmente la música) como herramienta comunicativa e hilo conductor los llevó a conformar el grupo que este año celebra su primera década. Sus investigaciones musicales, pedagógicas y de crianza desembocaron en un proyecto que ya lleva editados tres discos y publicados unos cuantos libros, tanto para docentes como para niños y niñas.

El uso de pantallas más extendido suele tener como intención mantener ocupados o distraídos a los niños, una manera de “apagarlos” por un rato. Aunque Pim Pau tiene una actividad alta en distintas plataformas, su propuesta busca mantener una conexión física, generar un disparador. Así lo explica Cássio: “Es una pequeña revolución. En el fondo, estamos en la educación porque somos los que nos sentábamos atrás, y queremos la educación desde esa perspectiva. Nos interesa que, partiendo de la música para infancias, consigamos hacer que abracen otros aspectos del aprendizaje. En el arte en cuanto protesta, está la participación física. No hacemos cositas para que los chicos se entretengan y se queden callados. Hacemos una música para que la familia disfrute”. “Desde los juegos y los videos, queremos provocar un encuentro, porque un juego se tiene que hacer con otro. También nos interesa que se encuentren con sus propios cuerpos a través del movimiento. Lo que hacemos está pensado al revés de la quietud, al revés del entretenimiento, y más en el sentido de la provocación, de generar”, completa Lucho. 

Incluyen sonidos en lugar de palabras en ciertas ocasiones, como producto de sus investigaciones sobre el carácter sonoro, más allá del significado específico.

Eva: Sí, son excusas para poder encontrarse de una manera diferente a un diálogo oral, teniendo en cuenta que en la primera infancia no hay un desarrollo oral tan alto. Hay todo un lenguaje físico que comunica un montón de cosas, a veces mucho más que una frase o una palabra. Nos interesa indagar en todo eso que dice el cuerpo, en relación con el espacio o el otro, rescatar eso tan primario que en realidad es lo que nos sirve para poder ingresar a un mundo.

Lucho: Sí, suele suceder que desde las canciones para infancias la palabra está puesta en un lugar de disciplinar, con indicaciones u órdenes. Recurrimos a jitanjáforas u onomatopeyas para salir de esa lógica.

Cássio: Hay un poeta brasileño que dice que hay que entonar la palabra, no hay que significar. En la música popular brasileña hay muchos sonidos que no se ajustan a significados, son algo rítmico. Un niño, una niña, cuando está despojado de ese significado, está usando la palabra como gesto de movimiento. Vos escuchás a un bebé balbuceando y está diciendo todo, y eso es música para nosotros.

En su último disco fueron más a fondo en esa línea, porque hay una canción llamada “Mmm”, y con la boca solo hacen ese sonido, ¿cómo llegaron a eso?

L: Fue una decisión muy consciente. Nos parecía importante que algo que parece que es poco pretencioso tenga la categoría de canción. Darle el valor a ese “mmm” o a ese tarareo que hace cualquier persona que está acunando a un bebé. Eso es una creación musical. Crear es una pulsión de vida, y en ese momento brota en la necesidad de vincularse. Entonces, ¿por qué eso no podría ser una canción en un disco? ¿Por qué no acompañar ese instante? Hacerle como un zoom, detenerlo y acompañarlo con toda la música, con todo el cuerpo, con toda la seriedad y el compromiso que significa eso.

E: Nace de un gesto, de un vínculo entre un bebé y una persona que está acunando. La cuestión gestual también es algo convocante para nosotros. Cómo un gesto determinado puede ser inspiración para una canción, para un juego, para una poesía.

C: A mí, en particular, me pasó que, a los dos años de venir a vivir a la Argentina, estaba como docente de niños de dos años. Ellos y yo llevábamos el mismo tiempo de exposición al idioma español. Como hablaba otro idioma, pude tener una relación distinta, sentía claramente esa cosa corporal de la oralidad, de un gesto. Para esa primera infancia, es mucho mayor la relación con el pulso, con el tiempo y contratiempo, con los timbres, que con la palabra. Y pienso algo más, que está relacionado: la música no tiene que ser para nada, no la ponemos en un lugar de cristalización, de dictaminar lo que se tiene que entender. Las artes son para cuestionar, para plantear otras cosas.

¿Qué diferencias encuentran entre los chicos de 5 o 6 años de 2014, cuando comenzaron, y los niños de 5 o 6 años de 2024?

E: Me parece que eso es algo que está construyéndose, en un contexto en cuanto a dispositivos, redes sociales y acceso a la información que está haciendo su camino en las infancias. No sé en qué va a decantar, pero supongo que eso va a generar o está generando una diferencia en el desarrollo y en cómo perciben, en cómo escuchan, en cómo se vinculan, en cuánto tiempo pueden estar atentos a algo. Hay una relación con la inmediatez que ha cambiado, inclusive para nosotros como personas adultas.

L: Ahí hay algo que para mí es importantísimo: no es solamente el acceso que ellos están teniendo a las tecnologías, sino cómo nosotros como adultos habilitamos eso. También es válido preguntarse cómo cambió la adultez en estos diez años. Los tiempos, la mayor presencia de distintas aplicaciones o plataformas que reconfiguran vínculos, reconfiguran la comunicación, reconfiguran la atención. La infancia no es algo aislado, la infancia es en relación con la sociedad.

“Lo que hacemos está pensado al revés de la quietud, al revés del entretenimiento”.

En ese sentido, ¿sienten que, de alguna manera, compiten contra más estímulos o contenidos? Hay niños y niñas que acceden temprano al consumo de música pensada para otras edades…

L: Hay una idea de infancia que apresura tiempos, algunas veces. Nos encontramos con conocidos que tienen hijos de ocho años, por ejemplo, y nos dicen algo como “Mi hijo ahora escucha trap, cuando era chico los iba a escuchar a ustedes”, como si ya no fuera chico. Y en nuestros shows, cuando vienen nenes y nenas de esa edad, a veces para acompañar a sus hermanitos menores, no paran de bailar. Entonces, muchas veces el concepto que tiene la persona adulta de que un chico a los ocho ya no escucha música infantil o con un sentido lúdico, es un problema de la persona adulta. La infancia está presente y está latiendo más allá de que los pibes puedan escuchar rock, blues, trap, folklore, salsa o lo que sea. No dejan de ser niños en los que también el juego está muy presente y los convoca.

E: Estamos estudiando ese fenómeno, nos genera mucho interés e intriga. Hay algo en relación con querer ser más grandes que está muy presente en determinado momento de la infancia. Y esto también se vincula a las madres y a los padres que quieren que crezcan más rápido. Y también está la industria musical de masas que, aunque uno no quiera consumir, te penetra de alguna u otra forma, aparece en un cumpleaños, cuando vas a comprar a algún local, en el recreo.

C: Como creadores, creemos que los estilos no son malos ni buenos en sí mismos. De hecho, nuestra visión va hacia la pluralidad. No creemos para nada que todo tiempo pasado sea mejor, porque en todas las generaciones florece algo. La cuestión es qué podemos tomar en términos de manifestación sonora, de ritmos, de la música electrónica, del trap, del reggaetón. Hace mucho queremos intentar jugar con el reggaetón, porque hay muchos prejuicios, porque las letras, en su mayoría, no son tan amables para infancias y están cargadas de una cosa que no tiene que ver con el ritmo en sí. Es una oportunidad, también.

Retomando eso de que el que recibe la propuesta es quien completa el mensaje, resuena una frase que dijeron en su libro orientado a docentes: “Así como la música no está en el instrumento, el juego no está en el juguete”…

L: Sí, es que para nosotros es importante ir a lo pequeño primero, a que ni la música ni el juego sean prohibitivos. No hace falta estudiar durante años un instrumento para poder hacer música. Hace miles de años, la música ya existía cuando todavía no estaban los instrumentos que conocemos. Si querés dominar un instrumento, vas a tener que estudiar, pero mientras tanto podés hacer música en cualquier momento y lugar. Esa relación con la música y el juego, mientras crecemos, está cada vez más mediada por el mercado y por una idea academicista, que es filosófica y política. El juego casi no tiene lugar en la vida adulta, por ejemplo. Tanto el juego como la música están relacionados con el placer y el goce, y queremos apuntar a que nada limite el acceso a eso.

C: Nosotros nos basamos en cierta idea pedagógica, pero finalmente lo que hacen los chicos puede contradecir la teoría que propusimos. Ahí cobra valor real. Estamos atentos y libres a que eso suceda. 

Pim Pau en distintos formatos

El grupo editó tres discos: Recreo, de 2016, fue su debut. En 2020 lanzaron Corazón de crianza, y el año pasado salió UPA.

Publicaron cuatro libros ilustrados orientados a infancias: Corazón de maíz, Abrígame las huellas, La tortuga y Viajero soy. Además, son autores de Arte y educación en las infancias, un libro en el que se propusieron plasmar su abordaje pedagógico para generar recursos lúdicos, creativos, corporales y de exploración para la niñez y los adultos que la acompañan. Brindan seminarios en distintas ciudades del país y el continente con la misma intención.

Tienen más de 500 mil suscriptores en YouTube, cerca de 130 mil seguidores en TikTok, más de 300 mil en Instagram y más de 160 mil oyentes mensuales en Spotify.

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