Argentina olímpica

Los Juegos Olímpicos se ponen en marcha y movilizan los sueños de poco más de un centenar de atletas argentinos. Qué esperar de la delegación en París.

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Los primeros deportistas argentinos en entrar en acción en los Juegos Olímpicos de París lo harán en Saint-Étienne, a poco más de quinientos kilómetros de la capital francesa, y dos días antes de la ceremonia inaugural. El seleccionado masculino de fútbol, una de las mayores esperanzas de obtener una medalla para la delegación nacional, abrirá el grupo B contra Marruecos el miércoles 24 de julio.

A partir de ese momento, durante 18 días, más de cien atletas argentinos serán parte de la máxima cita deportiva a nivel mundial. Las últimas en competir, para cerrar casi tres semanas de luces y sombras, de victorias históricas, participaciones memorables y derrotas que calan hondo, serán las maratonistas Florencia Borelli y Daiana Ocampo.

Entre la que obtuvieron los remeros Eduardo Guerrero y Tranquilo Capozzo en Helsinki 1952 y la que ganó la selección masculina de fútbol en Atenas 2004 (horas antes de que también lo hiciera el seleccionado masculino de básquet), la Argentina pasó 52 años sin medallas doradas en los Juegos Olímpicos. Entre 2004 y 2016, encadenó una serie de Juegos con al menos un representante en lo más alto del podio. La racha se cortó hace tres años, en la postergada edición de Tokio 2020. El escenario para París no se presenta sencillo, y las principales esperanzas  –como suele suceder para la delegación argentina– están puestas en los deportes de conjunto.

Seleccionado argentino de rugby.

LOS MÁXIMOS CANDIDATOS

El fútbol nacional siempre aspira a pelear cualquier campeonato que dispute. Con un ciclo preolímpico que sufrió algunos sobresaltos y un entrenador (Javier Mascherano) que es mirado de reojo por el futbolero promedio, la Argentina se metió a los Juegos ganándole un clásico a Brasil en el último partido y sobre la hora. Con un plantel formado por las principales figuras del torneo local (Ezequiel Fernández y Cristian Medina, del lado de Boca; Claudio Echeverri, de River, entre otros), la capitanía en el brazo de un campeón del mundo en Qatar, como Thiago Almada, y la posibilidad de reforzarse con algunas figuras más de Europa (al cierre de esta edición no fue confirmada la lista, y los clubes no están obligados a ceder a sus futbolistas por no tratarse de una competencia FIFA), hay motivos suficientes para ilusionarse con un podio y, por qué no, una medalla de oro.

Otro combinado argentino acostumbradísimo a ser protagonista en torneos grandes es el femenino de ho-ckey sobre césped. Con marca registrada, Las Leonas buscarán una vez más el único título que les falta en las vitrinas. En Tokio, como sucedió en Sídney 2000 y Londres 2012, llegaron a la final por el oro, pero perdieron la definición. Varias integrantes del plantel que obtuvo la medalla de plata hace tres años irán por la revancha en París. Instaladas en la elite mundial junto a un puñado de seleccionados, el primer puesto es siempre una posibilidad latente, aunque no una certeza absoluta.

Entre los seleccionados que invitan a la ilusión está el de rugby seven. Los Pumas Seven ganaron la medalla de bronce en Tokio y desde entonces se mantuvieron en un altísimo nivel. Este año, a pesar de quedar quintos en un irregular Seven de Singapur, finalizaron el Circuito Mundial de la disciplina en el primer lugar del ranking. Un diploma olímpico es prácticamente una obligación, una medalla es un objetivo cercano, y pensar en un oro no es ninguna locura.

Con una generación que incluyó a herederos de la histórica medalla de bronce conseguida en Seúl 1988, el seleccionado masculino de vóley repitió el logro en Tokio. Fue, quizás, el equipo que mayor conexión con el público logró entre toda la delegación argentina durante esos Juegos, gracias a remontadas con cierta épica y al carisma de algunos de sus integrantes. Ahora llega a París de manera sufrida, por su posición en el ranking mundial, luego de no haber podido asegurarse la plaza en el Preolímpico. Si su rendimiento se asemeja a lo que ofrecieron en Tokio, se acercarán a una nueva medalla, pero el camino no se presenta para nada sencillo.

Los seleccionados que representarían una sorpresa mayúscula si consiguieran meterse en un podio son Los Gladiadores (handball masculino) y Los Leones (hockey sobre césped masculino). Los primeros integran un segundo pelotón de combinados a nivel mundial, y avanzar más allá de la fase de grupos ya constituiría un logro histórico. Los segundos consiguieron el oro en Río 2016, pero desde entonces fueron alejándose de los primeros puestos.

La gran ausencia en los deportes de conjunto será la del básquet masculino. Luego de que la Generación Dorada irrumpiera en Atenas 2004 para llevarse un oro que suele ser ganado con facilidad por los Estados Unidos, el básquet nacional se mantuvo competitivo en los siguientes Juegos: medalla de bronce en Pekín 2008, cuarto puesto en Londres 2012 y dos eliminaciones consecutivas en cuartos de final en Río 2016 y Tokio 2020. El recambio generacional no pudo suplir la ausencia de un conjunto de leyendas, y la Argentina no consiguió conservar su lugar entre los representantes olímpicos.

Festejos de la selección argentina de fútbol.

MÁS ALLÁ DE LAS MEDALLAS

Por el lado de los deportes individuales o de parejas, la obtención de medallas no es un objetivo tan claro. En su mayoría, los representantes argentinos ya cumplen una meta con la participación olímpica en sí misma. El hecho de ser parte del evento implica codearse con la elite y no es algo que se deba menospreciar. Las condiciones en que los deportistas nacionales logran desarrollarse en diversas disciplinas distan de ser las ideales, con becas exiguas, escasez de competencias, materiales y terrenos. Con vaivenes en las decisiones políticas vinculadas al deporte, la Argentina no logró consolidar una estructura que pueda equipararla con las potencias regionales, y se aleja cada vez más de la elite.

Las excepciones emergen más por esfuerzos aislados, y por eso suelen aparecer talentos en una u otra disciplina de forma irregular y alternada, sin instalarse como potencia de forma sostenida. Los deportes en conjunto, cuya tradición y contención en clubes excede al resto del deporte olímpico, y cuyos atletas principales en general consiguen experiencias en ligas extranjeras de elite, deben analizarse por separado.

Sin embargo, no puede descartarse alguna presea extra, ya que el espíritu competitivo propio de un atleta impulsará a cada uno a hacer lo posible por avanzar en su disciplina, y las grandes historias del deporte, en definitiva, están llenas de campeones inesperados.

Con solo 24 años, la tiradora Fernanda Russo disputará sus terceros Juegos Olímpicos. Medalla de plata en los Juegos Panamericanos, se encuentra en un momento en el que podría dar un salto cualitativo. En la misma disciplina competirán también Federico Gil y Julián Gutiérrez. Otro tirador, pero con arco, Damián Jajarabilla, consiguió una plaza para la Argentina en su disciplina después de 36 años de ausencias.

El equipo de vela nacional, que supo traer medallas de todos los colores, podría eventualmente sumar alguna más. En un deporte muy cambiante, donde el viento decide en buena parte la suerte de los competidores, el resultado es siempre una incógnita hasta el final. Mateo Majdalani y María Eugenia Bosco (clase Nacra 17), Luciana Cardozo y Francisco Guaragna (Laser), Catalina Turienzo (Kite) y Francisco Saubidet y Chiara Ferretti (IQFoil) componen el seleccionado.

En canotaje, los argentinos ya cuentan con experiencia olímpica. Agustín Vernice va por su segunda participación, mientras que para Brenda Rojas será la tercera. En remo, la pareja femenina estará integrada por Sonia Balluzo y Evelyn Silvestro; y la masculina, por Alejandro y Pedro Dickson.

El taekwondista Lucas Guzmán, que obtuvo un diploma olímpico al finalizar quinto en Tokio, tendrá otra oportunidad de buscar el podio. La nadadora cordobesa Macarena Ceballos, por su parte, concretó con su clasificación un anhelo postergado desde hace muchos años, pero no se conforma y aspira a una final.

Algunos deportes con plaza confirmada, pero con deportistas a definir, al menos hasta el cierre de esta edición, son el ciclismo, la equitación y la natación (además de la plaza mencionada para Ceballos). En pentatlón, el representante nacional será Franco Serrano.

El cierre de los Juegos Olímpicos será el domingo 11 de agosto, con el maratón femenino, que tendrá a dos argentinas compitiendo. Florencia Borelli, poseedora del récord nacional en la distancia, que quedó afuera de Tokio por muy poco hace un par de años; y Daiana Ocampo, que concreta así el gran sueño de su carrera deportiva.

La delegación argentina tendrá más de cien atletas, aunque quedará notablemente por debajo de los Juegos previos. En Tokio 2020, además, la cosecha de medallas fue escasa: una de plata y dos de bronce. Las posibilidades de superar ese registro dependerán en gran medida de los deportes de conjunto. 

DESPUÉS DE PARÍS

A París, el deporte nacional llega con mucha incertidumbre sobre su presente, pero también sobre su futuro. Los atletas apoyados por el Ente Nacional de Alto Rendimiento (Enard) y la Secretaría de Deporte de la Nación mantuvieron sus becas en la transición gubernamental, aunque los montos que perciben quedaron largamente desfasados respecto al costo de vida. De cara a los Juegos de Los Ángeles, en 2028, el panorama es menos claro aún, ya que todo indica que las becas serán menores, al menos en cantidad. Para toda disciplina, se necesita de una masa crítica de deportistas en condiciones de competir, que eleven el nivel mutuo al medirse, y de los cuales surgirán los representantes internacionales. Si las becas son mínimas, la cantidad de atletas que podrían dedicar su tiempo entera o mayoritariamente al deporte también se reducirá, afectando al ecosistema en general.