En un momento en que las modelos saltaron de las pasarelas a la cultura pop, ella se convirtió en una de las principales del mundo. Pero siempre fue mucho más que su imagen. Construyó a su alrededor una empresa y, sobre todo, una familia, su gran objetivo de vida.
Bajo el agua todo es diferente. El peso que sostenemos en la tierra flota y se traslada como sostenido por hilos invisibles. Ese entorno, tan ajeno y a la vez tan cercano, brinda un espacio de intimidad único, donde los pocos sonidos que llegan lo hacen atenuados, ya sin fuerza. Allí, la autoconciencia es plena: la dosificación del aire, la tensión en los músculos y los propios pensamientos que pasan a primer plano. Es allí donde Valeria Mazza se despega del mundo y se reconecta con aquella chica que soñaba con ser nadadora olímpica, sin saber en ese entonces el largo camino que recorrería hasta convertirse en una figura de talla internacional. “En el agua pienso en nada y en todo a la vez. Estoy conmigo misma y siento el ruido de mi cabeza. Es un ruido siempre fuerte, porque estoy pensando en lo que hice, en cómo tendría que haberlo hecho, y hacia dónde quisiera ir en la próxima oportunidad. Analizo lo que pasó y lo que va a pasar. Tengo una cabeza muy activa”, cuenta.
Valeria Mazza (51 años) nació en Rosario y fue criada en Paraná, pero es una ciudadana del mundo. Es, además, una empresa en sí misma: una marca de lentes y de perfumes, un sello de calidad en el ámbito de la moda. Y también protagoniza su propio documental, Un sueño dorado, en el que se sumergió en su vida para contar cómo llegó a ser quien es.
- Mientras repasabas tu vida, ¿te reconociste ahí? ¿Qué perdura de esa chica que comenzó todo?
Hoy, volviendo el tiempo atrás y observando también a mis hijos, que están en esa edad de tomar decisiones relacionadas con el resto de su vida, me vi muy valiente, atrevida en lo que elegía. Me gustó. Entiendo por qué y cómo fui construyendo todo esto. Para mí no existió el “no”, porque creo que la vida es superarse, seguir creciendo, mejorando. Todo el tiempo busqué nuevos desafíos, algo más.
- ¿Te reconocés hoy igual de valiente?
Creo que sí, sin ninguna duda. Hay que ser valiente para, a los 50 años, exponer tu vida. Siempre estuve expuesta por mi trabajo, pero ahora, después de todo este camino recorrido, abrí mi corazón y mi casa para contar mi historia.
- Tuviste exposición y te pasaron cosas muy rápido, pero da la sensación de que siempre lo controlaste y elegiste hasta dónde, ¿en algún momento te llevó puesta?
No, no siento que nunca me haya llevado puesta. Sí creo que por momentos fue muy difícil. Con un mar de ilusiones, siempre estaba la duda de si me volverían a llamar, si querrían trabajar conmigo, si alguna cosa era o no lo ideal para mi carrera y, en lugar de elegir un trabajo, debía elegir otro. Siempre hay un montón de decisiones que te dejan la duda, pero hoy, con todo el camino recorrido, diría que al final lo más importante es optar tratando de no traicionarte.
- ¿Sentís que fue así?
Sí, creo que siempre fue así. En algún punto, aunque no tenía hijos, a veces me ayudaba a tomar las decisiones el pensar si en el día de mañana mis hijos estarían orgullosos con lo que estaba haciendo.
El deseo de ser madre fue una constante en su vida, el gran objetivo cumplido. Antes de tener hijos, la posibilidad a futuro la orientaba. Luego, terminó de organizarla. El éxito temprano significó una vida nómade y solitaria que consiguió paliar una vez que se erigió en estrella y tuvo al alcance los medios para que sus afectos viajaran a visitarla. En el medio, para que la relación no se resintiera, junto a Alejandro Gravier establecieron un cronograma de encuentros en el que no podría pasar más de un mes sin verse. La llegada de sus hijos implicó la constitución de un hogar, un lugar seguro donde volver, un núcleo al cual aferrarse.
- Tenés una hija adolescente y tres adultos [N. de la R.: Taína (15), Benicio (18), Tiziano (20) y Balthazar (24)], ¿qué desafíos conlleva la maternidad en esta etapa?
Es un desafío permanente, para toda la vida. Uno va creciendo y va evolucionando. Todo el tiempo necesitan cosas diferentes y te relacionás de una manera distinta. Mi misión como madre fue ir creciendo para estar a la altura del momento. Ahora creo que puedo disfrutar de haber generado canales de comunicación cuando fueron más chicos. Eso nos permite a Alejandro y a mí sentarnos con ellos y tener conversaciones amplias de todo tipo. Para que puedan hablar con vos y se sientan escuchados, tienen que saber que no juzgás, que podés dar tu opinión sin juzgarlos. Me veo reflejada en ellos. Los veo maduros, curiosos, que buscan y están pensando en cómo crecer y superarse. Tomando decisiones. Saben pedir perdón y empezar de nuevo, que no es fácil. El mundo ha cambiado un montón, no es lo mismo tener su edad en este momento que cuando la teníamos nosotros.
“Si empezás a cambiar para contentar a los demás, al final del día no sabés quién sos”.
Cuando era adolescente y se mudó sola a Europa y Estados Unidos, en una industria donde la imagen física juega un rol preponderante, supo comprender que debía ir más allá de eso. En uno de sus primeros castings, en ropa interior frente a un grupo de personas que la escrutaban detalladamente, se refugió en su cabeza, donde repetía “Soy más que esto”. “Fue como una autodefensa. Descubrí que me hacía bien no quedarme ahí. Lo mío no era solamente hacer todo lo posible por verme bien y tratar de enganchar el trabajo, sino que fui poniendo mi personalidad, mi impronta. Traté de pensar como persona, como ser humano. No dejé que me encasillaran como objeto. Me propuse ir poniendo huevos en diferentes canastas, ser amplia, crecer en diferentes aspectos. Fui y soy curiosa, y eso hace más interesante la vida”, confiesa.
- Con el paso del tiempo, dejaste que tu imagen creciera de acuerdo con la edad, ¿en algún momento las exigencias del medio te plantaron la duda de modificar algo para mantenerte vigente?
Al principio quizás sos más vulnerable y aparece la duda cuando eligen a otra. Me preguntaba por qué no me elegían a mí, qué hacer para cambiarlo. Eso es peligroso. Si empezás a cambiar para contentar a los demás, al final del día no sabés quién sos vos. Lo máximo que hice una vez, por ejemplo, fue ponerme morocha, para cambiar un poco, y para mí fue un montón. Duré un mes y volví, porque no me reconocía. Nunca sentí la necesidad de pasar por el quirófano. Obviamente, llega un momento en el que te das cuenta de que te tenés que cuidar más, porque el cuerpo y el metabolismo no son los mismos. Voy a hacer todo para verme lo mejor posible, porque me estimula, pero mi límite es la salud.
Alejada de las pasarelas y también de la conducción televisiva, Valeria Mazza continúa su carrera como modelo con diversos contratos de imagen, al tiempo que sostiene su costado empresarial. En paralelo, coordina el Programa Universitario de Modelo Profesional y la carrera de Comunicación de Moda en la Universidad de Palermo.
Un aspecto al que pudo darle aún mayor espacio en los últimos años fue el trabajo social, una inquietud que surgió en ella a sus trece años, cuando, como voluntaria en un encuentro deportivo en Paraná, se topó con la realidad de personas con diferentes discapacidades. Organiza junto a su marido, desde hace 16 años, una gala a beneficio del piso pediátrico del Hospital Austral, y colabora activamente con la Federación de Fundaciones Argentinas.
- ¿Te impacta el contraste que existe entre las realidades que te cruzás al hacer trabajo social y el mundo de la moda internacional?
Lo que más me impacta es lo desamparada que está tanta gente y la falta de conciencia de quienes nos gobiernan, que no ayudan en absolutamente nada. Sobre todo cuando hablamos de discapacidad, estamos lejísimos de poder asistir a quien lo necesita. Hace dos años empecé a trabajar en La Cava, en una escuela. ¿Cómo puede ser que quienes tienen el poder y podrían hacer realmente la diferencia no lo hagan? Eso me pone muy mal.
- ¿Te quedás muy enganchada cuando participás en alguna de esas actividades?
Sí, pero puedo afrontarlo. Hay gente que se angustia. Voy muchas veces al hospital a saludar a los chicos, a compartir con sus familias y, aunque obviamente están pasando por momentos superdolorosos, me quedo con el momento que compartimos. No conecto con el drama, sino con la persona. El ser solidario es una actitud, un valor que deberíamos poder ejercer todos. Algunos piensan que ayudar es algo económico, y a veces es simplemente poder estar, acompañar, escuchar. Es una caricia, una mirada, un hombro. Es no ignorar.
Valeria by Valeria
En paralelo al estreno de su serie documental, Valeria le puso su nombre a una nueva fragancia desarrollada junto a Cannon, una compañía que está ligada a los inicios de su propia historia, ya que una campaña para uno de los lanzamientos de la marca estuvo entre los primeros trabajos como modelo. “Valeria es un ícono argentino. Su personalidad y valores personales terminan de completar en la figura de Valeria un símbolo aspiracional”, comentó Israel Sutton, presidente de Fragancias Cannon en el lanzamiento.