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PAZ CASADEVALL: MENTALIDAD DE CAMPEONA

Creció en un contexto difícil y la vida lo golpeó en el camino, pero el deporte le dio algo a qué aferrarse; y su talento, la oportunidad de volar hacia donde quisiera. En Boca y en la selección juvenil de futsal, su zurda brilla.

El deporte es parte de su familia, casi un integrante más. O mejor, el hilo que, junto al del amor, los conecta a todos entre sí y los vuelve la familia que son. Guillermo, su papá, es profesor y lleva adelante un gimnasio. Gabriel, el mayor de sus hermanos, es corredor aficionado; Santiago practicó levantamiento de pesas y básquet; y Luz es, al mismo tiempo, referente del levantamiento de pesas a nivel nacional y su gran ejemplo a seguir. Era inevitable que Paz Casadevall desarrollara también una carrera deportiva. Su talento, combinado con esta predisposición natural y familiar, le trajo grandes resultados: el año pasado se convirtió, a sus 16 años, en la primera argentina campeona del mundo en este deporte.

Paz llegó a Lima, Perú, donde se llevó a cabo el Mundial sub-17 de la IWF, con una medalla como objetivo de mínima y el oro como un anhelo alcanzable. El día de la competencia, despertó nerviosa y se fue a entrenar para repasar técnicas y movimientos, y para descargar tensiones. Al llegar a la zona de la prueba y ver a sus rivales, reajustó sus pronósticos: “Empecé a calentar y vi que los pesos que las rivales iban a comenzar a levantar eran más altos que los que yo tenía previstos para mí. Me dio bronca, me pareció que todas iban a ser mejores, y pensé que solo iba a poder pelear por la medalla de bronce”, cuenta.

  • ¿Te bajoneó?

No me gustó, pero me concentré en hacer lo mío. Cada intento lo hice bien, mientras que las demás comenzaban a fallar. Igual, no supe que era campeona hasta el final, porque no estaba atenta a los resultados, no miraba alrededor. Me encontraba muy enfocada en lo mío y en lo que me decía mi entrenador. Hice mi último intento de arranque y, al terminarlo, no sabía que era campeona del mundo. Fui a preguntarle a mi entrenador cómo habíamos quedado y me enteré en ese momento. No festejé, no me quería relajar, porque todavía quedaba la modalidad de envión. Fui campeona en mi penúltimo intento, pero mi entrenador, para que fuera intensa en el último, me dijo que necesitaba hacerlo sí o sí o me quedaba con la medalla de plata. Así que fui con todo. Lo hice y ahí sí, ya estaba tranquila con haber ganado en las dos modalidades. Era campeona del mundo.

  • ¿Festejaste mucho?

Nos abrazamos con mi entrenador, que me levantó, y después me fui al control antidóping. Estuve sola un rato largo. Cuando pude agarrar mi celular de nuevo, llamé a mi familia. Mi papá había puesto la competencia en la tele de su gimnasio, mi mamá y mi hermana la veían en casa. Todos estaban muy emocionados, y me contagiaron esa emoción. Ser campeona del mundo era de mis mayores sueños, desde muy chica. Desde antes, incluso, de dedicarme a este deporte.

En casa la norma era clara: había que practicar algún deporte, el que fuera, porque sería algo bueno para el desarrollo. También era evidente que Paz tenía una energía incontenible que necesitaba ser orientada con una actividad específica. Por eso, a los tres años, comenzó a hacer gimnasia artística. Su hermana Luz también había pasado por allí, aunque ya estaba alejándose para recalar en el levantamiento de pesas. “Al principio, me encantó gimnasia. Comencé a soñar con ser campeona del mundo, aunque la realidad era que ya nos costaba bastante alcanzar siquiera un campeonato nacional. Con el tiempo, me fui volviendo muy autoexigente, me presionaba mucho. Cuando algo me salía bien, no me detenía a pensarlo demasiado, para poder avanzar y probar otras cosas. Pero cuando fallaba, me trataba muy mal a mí misma. Comencé a ir a un psicólogo que me ayudó mucho. Mi propia madurez también hizo que lograra enfocarme de una manera distinta. Pero supe que mi lugar no era la gimnasia, sino las pesas”, dice.

  • ¿Querías seguir a tu hermana?

Sí, obvio, la tenía de referente. Yo la miraba en todo lo que hacía, y lo sigo haciendo. Veía que ella salía del país, competía con personas de otros países y me emocionaba un montón. Así que dejé gimnasia artística y arranqué a hacer pesas a los 14 años. 

  • ¿En qué momento notaste que eras buena?

No sé, quizá cuando empecé a clasificar a torneos internacionales. Ahí vi que la cosa daba para más. Empecé a ver otra realidad respecto a lo que vivía en gimnasia. Eso hizo que me enganchara más todavía.

  • ¿Qué es lo que más te gusta de tu deporte?

La competencia, el ambiente familiar que se genera al vernos tanto tiempo, por tantos años, y cómo crecés personalmente.

Este año, Paz cursará el último año de secundaria. Con diez entrenamientos semanales, su prioridad está puesta en el deporte. No tiene pensado sumarse al viaje de egresados, porque va a darles prioridad a las competencias. Su rutina y su cabeza son las de una campeona del mundo.

 

SIN REDES

Hasta hace un tiempo, como cualquier adolescente (y no tan adolescente), Paz pasaba mucho tiempo viendo su celular. Su entrenador, Román Gorosito, le propuso una desintoxicación: de lunes a viernes, Instagram y otras aplicaciones no debían ser usadas. Al principio, le costó, y tocaba el ícono de la app casi por reflejo. Ahora, ya acostumbrada, incluso cuando tiene permitido ingresar, ya no siente interés por hacerlo. Eventualmente, en reuniones con amigas, tienen que explicarle de qué se trata una charla sobre videos o trends de redes, pero más allá de eso las consecuencias solo fueron positivas para ella.

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