back to top

FLORENCIA OTERO: “ME PERMITO HABITAR TODAS LAS EMOCIONES”

A los diez años, se subió por primera vez al escenario en una obra musical y comenzó a erigirse como figura del género. Luego de una intensa búsqueda personal, consiguió abrirse camino más allá de ese espacio y brillar para el público con otro tipo de materiales.

Cuando actúa, cuando canta, Florencia Otero hace mucho más que trabajar. El arte es el filtro a través del cual observa la vida, la cápsula que la protegió en momentos oscuros, el juego que la ayudó a descubrirse, el escenario donde, incluso, encontró al amor y formó una familia. Es un espacio donde, luego de casi treinta años de carrera, sigue aventurándose a nuevos territorios, tonos y colores. Instalada como referente del teatro musical, en el que más se desarrolló, decidió intensificar su exploración por fuera del género. Se puso al frente de un drama como Personas, lugares y cosas y continuó esa senda con Las cosas maravillosas, su primer unipersonal. “Siento que derribé una pared. Hace rato que hago teatro de texto, pero pasaba desapercibido, tal vez. Hoy me dicen cosas como ‘Ahora sos una actriz de teatro de texto’ o ‘No te conocía actuando’. ¿Qué estuve haciendo, entonces, todo este tiempo? Siento que, si hubo algo que a mí me interesó siempre, fue la interpretación, y creo que también fue el diferencial que me señalaron, que mi interpretación tenía una verdad distinta a lo habitual en el teatro musical”, cuenta.

  • ¿Cómo fue el proceso para derribar esa pared?

Fue de mucho temor, porque podía salir muy mal. Todo lo que yo había hecho por fuera del musical era en teatritos para veinte o treinta personas, en el circuito off. Ahora no, y se llenaban todas las funciones y no entendíamos qué estaba pasando. De pronto, las nominaciones, las ganamos, y este año volvemos con la obra. Fue enorme para mí. Hasta el mismo autor, Duncan Macmillan, se sorprendió. Fue un laburo muy minucioso, llevó casi dos años llegar a este papel. Yo empecé a escribir una obra con un dramaturgo y con Julio Panno a la cabeza. Era una obra acerca de Juana la Loca y cómo se ve la locura en realidad: el amar hasta la locura, qué es locura, qué tan cerca estamos de esa locura, qué pasa en el mundo para que ocurra esa locura. Era un poco la temática que yo quería hablar. Pero no lográbamos que estuviera buena. Nicolás Piccardo, compañero mío en la película Alma, me mostró la obra People, Places and Things. Me pareció una locura. Había que comprar los derechos, alguien la tenía que producir. Yo venía de hacer cooperativas en otros proyectos, me pareció enorme, no sabía si podía.

  • ¿Cómo se concretó?

Un tiempito después, me llamó José Luis Mazza, de Club Media, para proponerme hacer un musical. Le dije que quería hacer otra cosa. “Si vos confiás, te acompañamos desde la productora. Quiero trabajar con vos”, me respondió. Compraron los derechos y empezó toda la locura. Fue hermoso para el alma. Podría haber salido mal, podría haberme quedado enorme. Siento que no solo pude con eso, sino que florecieron un montón de cosas hermosas alrededor.

  • ¿Tenías ganas de despegar un poco del musical?

Me pasó que no encontraba materiales que a mí me interpelaran. Sentía que había muchas fisuras, tanto en el texto como en las canciones. Empecé a conflictuarme con el género, sentía una contradicción enorme. Después, te preparabas y, para protagonizar, llamaban a alguien que por ahí cortaba tickets, pero que nunca había ido a una clase de canto, ni de actuación ni de danza. Y me preguntaba “¿Por qué hago esto? Si a nadie le está importando, ni a quien produce”. Pensé que era momento para no hacerlo, o para esperar al proyecto que me encantara. También tuve la suerte de hacer obras que me gustaron mucho, que eran historias muy copadas: Casi normales, Tango feroz, Despertar de primavera, Rent. Después de eso, ¿qué me va a llenar el alma? Entonces iba en búsqueda de eso. Por ahí, hacía una obra que era graciosa, tratando de defender mi lugarcito en el género, pero terminaba y pensaba “No me pasó nada”. Y lo que yo busco es estar en contacto con otra cosa.

Florencia Otero. (Foto: Nico Pérez / Estilismo: Luciana Romero).

 

  • ¿Cuánto duró esa época de desencanto?

Fueron unos años previos a la pandemia. En la pandemia lo confirmé. Y pospandemia, un tiempito largo también. Me frenó el cuerpo, me agarró una discopatía, quedé dura en la cama un mes. Fue recontraoscuro todo lo que me pasó por la cabeza, hasta pensé en dejar todo. Ya me había pasado vocalmente antes: en pandemia, como dejé de ejercitar tanto el oficio, empezaron a fallar mis cuerdas vocales y yo sentí que no iba a poder cantar nunca más. Por eso, empecé a entrenar más mi físico como actriz. Cuando se me rompió el físico, como soy muy extremista, pensé que iba a quedar paralítica. Entonces, empecé la carrera de doblaje, para poder trabajar sentada. Todo ese ruido que empezó en mi cabeza me hizo ver que estaba bien a veces decir que no a algo y que no iba a perder ningún lugar que yo no quisiera perder. Y que para todo hay un lugar, un tiempo, un espacio y que, tal vez, ese espacio me lo podía crear yo.

“Si hubo algo que me interesó siempre, fue la interpretación”.

  • No querías que esto se convirtiera solamente en un trabajo, ¿no?

Tal cual, porque sentía que estaba de alguna forma vendiéndome. Uno vende, igual, su tiempo y su laburo. Pero yo sentía que estaba corrompiendo algo que amaba mucho y no quería terminar odiándolo. Me pasa a veces con el canto, porque no quiero ser eterna cantante de bodas, pero por ahora necesito ese laburo. Para que esté bueno y disfrutarlo, lo hago con mi marido, con uno de mis hermanos en el piano y una hermana en el saxo. Se convirtieron en nuestras salidas, tomamos un traguito, brindamos y cantamos. Con mi marido jugamos a que, en cada casamiento al que vamos, nos volvemos a casar.

  • Estás acostumbrada a vivir el arte en familia, muchos de tus hermanos son artistas y en casa tuviste tus primeras influencias…

Sí, somos ocho hermanos y todos, de alguna forma, nos dedicamos a esto. Algunos tienen carreras de supervivencia, que también les encantan. Uno es profe de Geografía y además de Música, entonces de pronto hace la geología de la música y te arma proyectos que son hermosos. Marisol fue un poco la que nos trajo a todos esa ventanita que abrió en casa. Para mí siempre fue un juego muy divertido. No era una casa en la que pasaran muchas cosas felices, en general, entonces era un escape el empezar a crear otros mundos y ser otras personas. Era algo inconsciente, pero nos unía a nosotros como hermanos, creo que todos empezamos a ver ahí una transformación de esto que nos pasaba en arte, en algo lindo.

Florencia Otero. (Foto: Nico Pérez / Estilismo: Luciana Romero).

 

  • ¿Qué era lo que les pasaba?

Pasaba de todo. Era una familia hiperreligiosa, y para mi papá una mujer que cantaba era una prostituta. Mi hermana fue rompiendo un poco con eso. Mi papá era una persona violenta, entonces se vivían escenas muy difíciles. Uno de mis hermanos murió ahogado en la pileta, mi mamá entró en una depresión profundísima, y a mis diez años perdí a mi papá. Un montón de cosas. Entonces, obviamente, te surge decir “¿Nos disfrazamos? ¡Juguemos a que es otra casa!”. Era como La vida es bella, por un ratito. Eso yo lo entendí mil años de terapia después, pero calculo que tiene que ver con eso, con muchos hermanos, que cada uno pueda llamar un poquito la atención y tener su lugar, su espacio. Por esta unión que generamos, hoy somos una roca. No hay mal que por bien no venga, supongo.

  • ¿Sirvió ese juego?

Sí, me sacó de esos lugares. Y en muchas oportunidades también me mete ahí, porque me interesa meterme en eso que me pasa. Me permito habitar todas las emociones que siento, porque me parece que me hace más interesante como artista y más humana. Hay una gran tendencia social a escaparle al dolor, a escaparle al miedo, a tomar una pastillita y que esté todo bien y seguir adelante. Pero ¿cuánto te dura ese placebo? A veces transitarlo y vivirlo, embarrarse un poquito, es muy sanador. Uno no sé si encuentra muchas respuestas, pero tal vez sí nuevas preguntas que te llevan a otros caminos. Como esto que me pasó, de darme cuenta de que algo no me estaba llenando el alma o haciéndomela brillar para que yo sienta que estoy viva. Y entonces elijo otro camino, por lo menos por un rato.

  • ¿Sentís que el arte es la soga que te saca de ahí?

Creo que uno mismo es la soga. Es mi decisión de qué hago con eso. Que es algo de lo que habla Las cosas maravillosas también. A veces, con la intención de ayudar a un otro o de tratar de encontrar respuestas, te vas dando cuenta de que estás caminando de nuevo. No sabés cuándo pasó, pero fuiste vos quien lo hizo. Con un equipo enorme alrededor, en mi caso, porque mi marido es la soga, es el bastón, es la patadita para que me levante. Mis hermanos, mi hija, mis amigas, hay una red de contención hermosa alrededor. Pero, si uno no quiere, no se sale de ahí.

  • Respecto al impacto en tu cuerpo de lo que viven los personajes, una vez contaste que sentís que podría llegar a haber alguna confusión, ¿cómo lo manejás?

Sí, es algo que le pregunté a mi terapeuta. Yo entiendo, conscientemente, que lo que estoy diciendo en el escenario es una mentira y que no soy esa persona, pero ¿mi cerebro está entendiéndolo? Cuando yo activo la forma de la angustia, ¿mi cuerpo está sintiendo ese nivel de estrés? Me pasó que, cuando terminaba una temporada y dejaba de hacer funciones, en las semanas siguientes, a la hora a la que yo lloraba en la obra, sentía ganas de llorar en mi casa. Era como si yo hubiese programado el cuerpo para la angustia. Empecé a hacer ejercicios, a decirme a mí misma “Esto no es nuestro, tranquila. Salimos de acá y está todo bien”.

Florencia Otero. (Foto: Nico Pérez / Estilismo: Luciana Romero).

 

NINA

Su hija cumplió diez años, la edad a la que Florencia comenzó a trabajar en el medio. Y eso genera emociones en ella: “Es fuerte verla con esta edad, no lo puedo creer. La veo chiquita y, a la vez, enorme. Siento que es mucho más viva que yo a esa edad, aunque no sé si la veo trabajando. Yo, en realidad, tampoco lo vivía así, sino como un juego. Vive en el teatro, con su papá, conmigo o con sus tíos, pero no sé qué hará. Yo, aunque sé que hay cosas de las que no la voy a poder proteger, voy a tratar de guiarla siempre, para que, cuando ella mire atrás, me vea ahí”.

NOTAS DESTACADAS:

AITANA Y MYKE TOWERS SE UNEN EN «SENTIMIENTO NATURAL»

Aitana y la superestrella global Myke Towers han unido sus voces en esta canción que, más que de amor, es de atracción intensa. El videoclip está dirigido por el argentino Martin Seipel.

JUANMA Y THE SISTARS PRESENTAN “MIENTO”

“Miento” es el nuevo single de Juan Manuel Restrepo -Juanma- en colaboración con el dúo The Sistars. Una mezcla de pop, poesía y emociones intensas.