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DISEÑOS CON TRADICIÓN

“No hay producción en serie”, afirma Andrés Casimiro, fundador de la empresa de diseño de indumentaria Llama Negra, que fabrica prendas con técnicas artesanales en Purmamarca, en el circuito turístico de la Quebrada de Humahuaca.
“No hay producción en serie”, afirma Andrés Casimiro, fundador de la empresa de diseño de indumentaria Llama Negra, que fabrica prendas con técnicas artesanales en Purmamarca, en el circuito turístico de la Quebrada de Humahuaca.

En la pintoresca localidad jujeña de Purmamarca, la empresa familiar Llama Negra rescata las técnicas ancestrales del tejido con lana de especies autóctonas como las llamas y las ovejas para crear piezas de indumentaria con diseño contemporáneo. Andrés Casimiro, su fundador, quien posee formación en Ciencias Económicas, cuenta por qué eligieron una modalidad de producción slow fashion, con un respeto profundo por las tradiciones y los tiempos de los tejedores locales que elaboran artesanalmente cada prenda, en lugar de plegarse a las exigencias y el ritmo vertiginoso de la globalización. Sin embargo, no reniegan de la modernidad a la hora de crear nuevos modelos para los turistas y la población local.

  • ¿Cómo definirías a Llama Negra? 

Es una empresa familiar que desde 2013 se especializa en producir y vender tejidos de pelo de oveja y de llama con valor agregado de diseño y materia prima, porque trabajamos con textiles naturales y nobles. Tenemos dos locales propios de ventas en Purmamarca, que a pesar de ser una ciudad pequeña es un centro turístico muy importante en el Noroeste argentino. Somos cinco hermanos a cargo de las distintas facetas del negocio y recurrimos a tejedoras que trabajan en sus propias casas, porque decidimos respetar su estilo de vida en lugar de integrarlas contra natura a una cadena de producción. Ellas se ocupan del hilado, el tejido, el bordado y la confección, y también recurrimos a personas especializadas en alta costura para algunos diseños de gran complejidad.

  • ¿Cómo surgió tu vocación por el rubro de la indumentaria?

Fue algo natural, porque acá en el Noroeste es muy común que las familias tengan pequeños rebaños de ovejas y de llamas para vender su lana a las hilanderías. En mi caso, estudié Ciencias Económicas en la Universidad de Jujuy y entendí lo valiosos que son nuestros recursos naturales y humanos en los oficios textiles. De hecho, hay tejedoras que hacen ponchos tan perfectos que parecen industriales, a pesar de que el tejido de llama es muy difícil de coser, y no cualquiera lo hace. Ellas tienen un saber impresionante y su mano de obra es muy preciada, por eso lo que hacemos es también un aporte para que se mantengan estos oficios. Además, para resolver las partes más complejas de las prendas, trabajamos con dos diseñadoras de San Salvador de Jujuy y otra de Salta capital que conocen mucho de costura, talles y terminaciones. 

  • ¿Entonces puede decirse que Llama Negra busca ser lo opuesto a la producción y el trabajo en serie?

Exacto. Se puede llamar slow fashion o consumo consciente. Todo lo que hacemos es para consumidores finales; no hay producción en serie, porque acá en el Noroeste tenemos una idiosincrasia particular y queremos que todos trabajen en sus casas haciendo piezas muy cuidadas. También es importante aclarar que el 99 por ciento de lo que fabricamos se vende, así que no fabricamos de más. La llama no es una máquina que produce la cantidad de lana que nosotros queramos, sino un ser vivo que da un kilo por año. Y la esquila se lleva a cabo en verano para que los animales no sufran tanto el calor, más allá de que es lo más conveniente para que la lana no se dañe. Respetamos estos ciclos naturales y nuestra producción se ajusta a ellos. 

  • ¿Podés contarnos algunos modelos representativos de la marca?

Dos de nuestros clásicos son el saco Suri, que es como un blazer abierto para dama, relajado, muy ponible y para usar todos los días, y su versión Maxi Suri, similar pero más largo, holgado y con detalles en cuero. Hay una clienta que nos compró seis Suri en distintos géneros y colores… ¡casi uno para cada día de la semana! Son prendas que se resuelven con una moldería simple y pueden hacerse combinando telas de llama u oveja, algodón o barracán, que es una tela rústica hecha en telar con pelo de oveja y tiene muy buena aceptación. También tenemos piezas de alta costura hechas con una moldería más compleja, como el tapado largo Rosalía, con hombreras, botones forrados en alpaca y aplicaciones provenientes de otras producciones que componen un patchwork único e irrepetible para cada unidad. 

  • ¿Tienen prendas para el clima cálido?

Sí, también. Para eso trabajamos con tejidos de llama más ligeros, de media estación, con una lana menos tupida y una trama más abierta y adaptable, y con hilados más finos. Por ejemplo, las ruanas caladas Cardón, que emulan la trama ahuecada del cardón seco, típicos de esta zona, y son muy aptas para el fresquito del verano. También hacemos suéteres y chalecos con esa misma técnica. De hecho, estamos por sacar otra línea de chalecos muy sueltos y una nueva línea de ponchos tejidos con telar en los que se deja sin tejer una parte para generar una trama que intercala llenos y vacíos; se tejen veinte centímetros y se dejan cinco sin tejer.

«Nuestros compradores son personas que buscan identificarse con nuestra cultura».

  • ¿Qué colores usan en sus diseños?

Privilegiamos la paleta de colores tierra: marrón, beige, crudo, chocolate, tostado o gris, que son los tintes naturales de los tejidos tal como salen de las llamas. Después se agregan detalles como guardas en los puños o el cuello, en un mix de amarillos, rosa, verde claro u oscuro, borravino, naranja, rosa viejo… Las tejedoras hacen ellas mismas ciertos colores, como los celestes, a partir de tinturas naturales de hortalizas y cáscaras de cebolla o repollo, porque lo prefieren a las anilinas. Pero también teñimos prendas con anilina para aportar colores que no podemos conseguir de otra forma. 

  • ¿Cuál es el perfil de sus compradores? 

En general, son personas que buscan identificarse con nuestra cultura, que valoran llevar prendas hechas con un género autóctono y tratado en forma típica. Además, nos cuentan que les sirven hasta para el frío de Europa.

  • ¿Cómo está conformado el equipo de Llama Negra?

Trabajamos cuatro hermanos varones y una hermana. Cada uno se ocupa de un área específica: diseño y producción, ventas, redes, administración y cuestiones legales, pero todos sin excepción tratamos con los clientes. Además, tenemos unos 40 proveedores entre las tejedoras y los que hacen accesorios como botones, pines de alpaca u otros. Yo soy el que coordina a las tejedoras, a las que queremos darles trabajo todo el año porque viven de esto, pero también las contactamos con emprendedores de otras provincias.

  • ¿Tienen planes de expandirse a otros mercados?

Estamos por hacer pie en Salta capital, en un lugar que se llama Una Tienda con Propósito. Hoy vivimos del mercado local porque tenemos muchos clientes fieles, pero también nos compra el turismo internacional, e incluso hay tres o cuatro clientes en el hemisferio norte que nos compran para vender nuestros diseños en sus países, así que todas las perspectivas de crecimiento están abiertas.

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