Canto una chacarera y me transporto, no importa donde esté, me lleva a mi Morillo natal y a recordar mi niñez. La música me emociona, me hace sentir que debo volver para allá”, confiesa Christian Herrera, un cantor criado en lo profundo del chaco salteño. Así, vuelve con sus canciones y también con su solidaridad, un valor que asegura que transmite el folklore.
El pueblo de Salta donde nació no supera los diez mil habitantes, una gran parte de la población es rural y pertenece a comunidades originarias. Al menos una vez al año regresa a sus pagos para colaborar con su gente, lleva materiales para escuelas y centros sanitarios, también acerca profesionales, como médicos y abogados. El folklorista está al frente de la fundación Morillo Canta por los Niños, con la cual desde hace veinte años realiza un festival “que representa simbólicamente a la música como puente”.
Además, cada vez que puede, invita a niños y niñas con deseos de convertirse en cantores a subir al escenario con él. “Para poder asegurar el futuro de nuestro folklore. Nuestro deseo es que se diviertan y también que se puedan formar como embajadores culturales”, dice.
En lo profesional, el 2024 fue un punto de inflexión para su carrera, pues dio un salto a la escena nacional tras quedarse con el premio Consagración de Jesús María. “Sin dudas, con estos reconocimientos la gente se termina de enterar de que existís, y se empiezan a abrir un montón de puertas”, dice quien a sus 11 años ya tenía su primer grupo vocal. Luego, integró otras formaciones, como el grupo Matacos, hasta que en 2017 le dio forma a su camino solista.
- ¿Fue uno de los mejores años de tu trayectoria?
Hemos cumplido las expectativas y un poco más. A medida que uno va procesando el camino, aparecen nuevos desafíos, así que estamos sorprendidos por algunas cuestiones que se nos han dado y con poder satisfacer el corazón de cantor.
- ¿Qué pone contento a un corazón de cantor?
La conexión con la gente. Y uno de mis mayores logros con la música es poder conocer mi país en su profundidad, conocer este abanico de la diversidad cultural que nos identifica tanto en cada región. Es hermoso llegar a un lugar y que la gente te invite a la casa a tomar unos mates. Eso para mí es sagrado.
- ¿Te sentís un embajador del interior?
No, me cuesta calzarme ese traje. No me siento embajador de nada, simplemente soy un laburante y un bendecido por haber conectado con mis canciones. Ese ha sido mi deseo desde niño, poder lograr que la gente se sienta identificada, se divierta y pueda canalizar sus emociones a través de lo que canto.
- ¿Cómo ves el folklore?
Ahora está pasando un momento hermoso. Me siento bendecido por haber conectado con nuestras canciones con muchos chicos y jóvenes. Y veo un manojo de colegas con sangre fresca y canciones nuevas que están seduciendo a ese público. Eso le va a dar vida y le asegurará un futuro a nuestro género. Hacía falta esta renovación, la estamos viviendo, haciendo tangible, y eso es emocionante porque motiva a otros grupos que vienen peleando hace mucho tiempo y a chicos nuevos a que puedan soñar con que es posible. Lamentablemente, el folklore es de los géneros menos escuchados, porque no hay propuestas en los medios.
- ¿Qué es ser un cantor del monte?
Es mucha responsabilidad. Representamos a una región que tiene una identidad muy fuerte. Representamos al hombre de campo, la mujer y los niños que viven en ese contexto rural, en esa profundidad del Chaco que no es fácil, nuestra geografía, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, que también va en convivencia con otros hermanos originarios. Es muy lindo lo que nos regala la historia por aquellos lados también, y con la música transmitimos todo eso que nos toca.
- ¿El contexto en que creciste moldeó tu sensibilidad?
Por supuesto. Mis viejos me enseñaron a respetar la vida misma y lo que ella otorga, y con eso a saber luchar, con los muchos o pocos instrumentos que tenga, siempre en búsqueda de más. En ese contexto, se hace muy difícil pensar que te pueden tocar muchas buenas. Por eso, la idea es, a través de la fundación, hablar con los chicos de lo que hacemos, les cuento mi historia de vida, humildemente como referencia, y así fomentarles el sacrificio, la disciplina, la conducta y el valor de salir de ahí, que no es poca cosa.
- ¿Qué huella querés dejar?
Me gustaría que los chicos reconozcan sus raíces, que se sientan identificados y que defiendan a muerte nuestro folklore, que encuentren en él los verdaderos valores de nuestra familia, de nuestros mayores. Porque el folklore forma parte de nuestra genética, es la patria.
CAFÉ CON FESTIVALES
“Me gusta mucho el mate cocido. Pido siempre en cualquier lado. Y si no, me tomo unos mates”, cuenta. Además, revela que su comida favorita son las empanadas de charqui, sobre todo las que hacía su abuela.
Para los primeros meses de este 2025 ya está confirmada su presencia en los principales festivales del género, como Cosquín y Jesús María. También se hará presente en fiestas populares de La Rioja, Mendoza, Salta, Catamarca, entre otras.