Una nena tímida que, sin embargo, se sentía atraída por la imitación de personajes. Puertas adentro, para sus padres, montaba shows, hacía voces, componía escenas que no se animaba a mostrar fuera de ese contexto cuidado. De alguna manera, igualmente, sabía que quería ser actriz, que lo intentaría, al menos, y por eso se mudó de Balcarce a la ciudad de Buenos Aires.
Esa nena deslumbra sobre el escenario, lleva adelante un unipersonal complejo (quizá no haya un unipersonal que no lo sea), donde despliega los múltiples recursos que aprendió en el camino para dar vida a un personaje que es, al mismo tiempo, varios. Con Suavecita, Camila Peralta consiguió derribar las últimas barreras que la timidez le imponía y se instaló como una de las grandes revelaciones del teatro nacional. Desde una sala pequeña, primero, la potencia de su trabajo hizo que se corriera la voz y la demanda creciera. No sólo el público, que empujó a que el espectáculo se instalara en una sala más grande, se sintió atraído: colegas, directores, productores, diferentes protagonistas del ambiente quisieron ser testigos de la experiencia. Eso, naturalmente, derivó en nuevas propuestas laborales y una etapa de grandes oportunidades para ella.
– Es como un antes y un después en la profesión. Nunca había vivido algo tan grande en teatro. Todo ese recorrido y poder sostenerla durante dos años, casi sin interrumpir las funciones, la vuelve muy especial.
- Ya era especial desde el momento en que la leíste. Te pasaron cosas que no te habían pasado con otros proyectos, ¿no?
– Sí, se me juntaron varias cosas, algo medio emocional y personal de leer la obra de un amigo, porque Martín (N. de la R.: Bontempo, autor y director de la obra) es amigo desde antes. Leer ese texto tan hermoso, tan bien escrito, tan poético, tan personal, me generó mucha alegría, me pareció que me interesaba la historia que estaba contando, que podíamos decir un montón de otras cosas sin ser tan explícitos, contando una especie de ciencia ficción, hablar de un montón de cosas que nos interesan. Fue muy especial desde el inicio y, una vez que decidimos empezar a trabajar sobre la obra, nos obsesionamos con hacer algo que nos guste en serio y que no responda a un pedido ni de un productor, ni del mercado, ni de nada, sino que realmente nos gustara a nosotros primero. Después, obviamente, la idea era que le gustara al público.
- Si bien la obra la escribió y la dirige él, ¿sentís que es un poco tuya también?
– Yo creo que la obra es de todos los que somos parte de ella obra: los productores, iluminadores, Martín, yo. Está buenísimo cuando eso se siente así, cuando uno se da cuenta que todo el equipo siente que es su obra, entonces se sale a defender de una manera diferente. Todos tiramos para el mismo lado porque somos todos dueños de la obra. Nada de lo que pasó con Suavecita podría suceder solo por mí o solo por Martín o solo por las productoras o solo por la música. Es lindo darse cuenta de que es muy un trabajo en equipo.
- Viendo lo que pasó con la obra, ¿les surge la inquietud de hacer algo más con este material?
– Sí, siempre. Nos dan ganas de que Suavecita mute a otro mundo, al audiovisual, porque sentimos que tiene algo bastante cinematográfico. También, en un momento, pensamos en algo más auditivo, como unos podcasts o algo así. Siempre estamos pensando en cómo agrandar el mundo Suavecita y además pensamos en qué otras cosas podemos y queremos hacer junto. Siempre lo hablamos con Martín: pasó como cuando te enamoras de alguien, surgió una conexión que no se sabe muy bien por qué, pero que es difícil de encontrar. Un director y una actriz que nos entendemos mucho, los dos alimentamos mucho el trabajo del otro. Entonces, no lo queremos dejar pasar, nos gusta mucho trabajar juntos y queremos que siga sucediendo.
- ¿Algo de eso tomó forma o está más en el terreno del deseo, por ahora?
– Por ahora, es deseo encauzado, aunque sin una forma-forma. Estamos ahí, tratando de que suceda. Suavecita nos toma mucho tiempo y mucha cabeza, porque parece que pasó hace mucho, pero son dos años recién que la estamos haciendo.
- Como actriz, ¿te toma mucho?
– Sí, la verdad que yo lo vivo con mucha diversión. El primer año que la hacía terminaba un poco más cansada o no sabía regular la energía y por ahí me dolía el cuerpo al otro día, pero ahora, ya entendiendo más a dónde le tengo que poner más y a dónde menos, es solo disfrute y no me quedo ni tomada ni cansada ni nada.

- De chica eras de imitar mucho las publicidades y solías arrancar por la voz los personajes. Hoy, como actriz, cuando componés, ¿también solés abordarlos desde ahí?
– En general, sí, me pasa eso. Empezar con la voz, con una manera particular de hablar, porque me divierte y porque es algo con lo que jugué toda mi vida. Eso después hace que el cuerpo se modifique. Me ayuda muchísimo, me divierte y, cuando yo me divierto, siento que es la mejor versión para crear que tengo. Tuve la suerte de siempre encarar la actuación de esa manera, de toparme con docentes y maestros que también la pensaban desde ese lugar. Porque también hay toda una zona del estudio de la actuación que es un poco más traumática. Hay mucha gente la pasa mal porque no le sale algo, porque no puede algo. Yo, por suerte, eso no lo viví, siempre lo relacioné con algo de disfrute. Que algo no me salga no me paraliza, sino que hace que me den ganas de intentarlo hasta que salga.
- ¿En qué momento empezás a ver la actuación como un trabajo posible?
– Me pasó que, cuando me mudé a Buenos Aires, lo hice sabiendo, en mi interior, que quería vivir de la actuación. Lo sabía, pero no me animaba a volverlo real. También era bastante chica y no había hecho nada. Algo del recorrido, de ir haciendo paso a paso las cosas, hizo que en un momento se volviera posible. A mí no me pasó de un día para otro que me pude dedicar a esto, sino que fue un montón de trabajo mientras hacía otras cosas, de sostener esto solo porque me gustaba mucho. Creo que, en el fondo, tenía una cierta confianza de que en algún momento iba a poder ser mi trabajo principal.
- ¿Y la timidez quedó atrás o es algo que permanece en vos?
– No, quedó bastante atrás, la verdad. Yo creo que es como encontrar mi lugar en el mundo, que fue lo que me la barrió. Por ahí me sentía medio rara, sin poder expresarme, sin tener esos vínculos que uno va generando cuando se dedica a lo que quiere. Empecé a encontrar gente que también hace lo que a mí me interesa, y eso me hizo sentir menos timidez. Creo que ahora no soy una persona tímida. Por ahí, no soy el centro en una fiesta, pero no soy ya tímida. Lo que me pasaba cuando vivía en Balcarce, de ponerme colorada por cualquier cosa, de no poder estar en un lugar con mucha gente, ya no me pasa más.
- Cuando eras más chica, producto de esa timidez, te costaba la relación con tu cuerpo. De repente, tu cuerpo es tu herramienta…
– Sí, fui descubriendo y confiando un poco en cómo era yo, qué tenía, qué daba mi imagen, mi cuerpo. Pero me costó bastante. Incluso, para este personaje de Suavecita, Martín me dijo “Quiero que hagas momentos en los que estés muy sexy, que seas un minón”, y fue un desafío. Él me dirigió en otra obra donde yo hacía un personaje que se llamaba La Cosa, que estaba vestida con un shortcito hecho de trapos de piso, era como un espécimen que no tenía para nada sexualidad, algo rarísimo. Y yo ahí me sentía cómoda haciendo de bichito. Me dijo que me corriera de ese lugar y ver si me divertía probar algo diferente. Ahí descubrí un montón de posibilidades con el cuerpo y con la expresión que antes, por vergüenza, porque yo estaba medio rara conmigo misma o no me hallaba tanto, no me animaba a hacerlo. Fue todo un descubrimiento y hoy me siento mucho más relajada en ese sentido
- A nivel personal, ¿qué te pasa con el reconocimiento que llega a partir de Suavecita?
– A mí me gusta, me hace sentir bien sobre todo el reconocimiento de mis pares, porque me da la posibilidad de estar en otros espacios, por ahí más comerciales, como grabar una serie, una película con gente que yo admiro, que me gusta hace mucho tiempo, que vio la obra y le gustó mi trabajo. Me hace sentirme más como un par y divertirme, proponer y sentir que soy tan creativa como ellos a la hora de hacer algo. Me da confianza que me vieran y les gustara mi trabajo. De la gente, para mí es re lindo porque es un poco el motivo por el que lo hago. No que me digan cosas lindas, sino que me digan que les pasó algo con lo que yo hago, que les despertó ganas de actuar, que se quedaron pensando en algún tema, que les ilusionó tal cosa. Es el motivo por el que yo actúo.
Suavecita se presenta todos los martes a las 20:30 en el Teatro Metropolitan. También realiza giras por el resto del país. Camila Peralta, por su parte, en teatro es parte también de la obra Un tiro cada uno, de la experiencia teatral Los miedos, y en septiembre estrenará un nuevo espectáculo escrito y dirigido por Mariano Tenconi Blanco. Además, es parte del elenco de En el barro, la serie spin off del universo de El marginal, y el film Neisis, basado en la vida de Pepita, la pistolera, con dirección de Lucía Puenzo.
Ver nota: “’Suavecita’ suma funciones en Europa y ciudades del país”