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Stefanía Ferrando: “Una bocha de logros”

Campeona parapanamericana de boccia, a sus 30 años llega a los Paralímpicos de París luego de un largo viaje de autoaceptación, conocimiento, entrenamientos y competencias. La medalla, el gran sueño.

Cada noche, antes de dormir, Stefanía Ferrando enciende un sahumerio y corta el silencio que previamente se procuró con una playlist diseñada para la ocasión. Una vez que creó la atmósfera deseada, aquella que la separa del mundo, la que la suspende en tiempo y espacio, cierra los ojos y se visualiza a sí misma compitiendo. En su mente ejecuta, una y otra vez, jugadas específicas. De tanto repetirse en el plano onírico, las sensaciones se instalan en su cuerpo. Si todo sale según lo planeado, a la hora de la verdad no habrá nervios, por estar marchando sobre un terreno conocido.

La técnica es parte del trabajo que realiza desde 2019 junto a su psicólogo deportivo, Gustavo Ruiz. “La parte psicológica es fundamental en el alto rendimiento. Y no solo ahí: en mi vida todo esto marcó un antes y un después”, dice la entrerriana de Gualeguay, medallista de oro y plata en los Juegos Parapanamericanos Santiago 2023. Nacida con atrofia muscular espinal (AME), una enfermedad genética que provoca la pérdida de movilidad y musculatura, desde muy chica se habituó a ir a terapias. Cultivó un interés orgánico hacia esa área, y al finalizar el colegio se recibió de psicóloga social. Por eso, también, siempre fue consciente del impacto que la psicología deportiva podría tener en su carrera: “La psicología fue un pilar fundamental en mi vida. Fue una de las herramientas para que hoy pueda vivir como vivo, ser independiente, desarrollarme profesional y deportivamente”.

¿Cómo recordás tu infancia, más allá de las terapias?

Tuve una infancia muy linda, divertida y llena de amigos. Cuando era chiquita, hablar de discapacidad no era algo tan extendido, y, sin embargo, mi familia siempre supo acompañarme. Ellos me veían por mi capacidad y no por la discapacidad. Me brindaron oportunidades y no me impidieron crecer.

¿En algún momento te pesó no poder hacer algunas cosas que los demás sí pueden hacer?

Sí, porque a todos nos llega, en algún momento, la hora de atravesar el duelo. La adolescencia fue la etapa más dura, porque quería hacer cosas que el resto de mis amigas hacían y yo no podía. Y, en vez de quedarme con todo lo que sí podía, me quedaba con lo que no. Pero tuve mucha contención y pude salir de esa etapa. Después, poco a poco fui acercándome al deporte.

Lo primero que hiciste fue natación, ¿no?

Sí, aunque al principio para mí no era un deporte, sino otra terapia. Me servía para moverme un poco y lo disfrutaba muchísimo. Todavía me encanta meterme en la pileta. Hasta ese momento, no sabía que existía algún deporte al que pudiera dedicarme de manera competitiva. Fue una gran noticia y un desbloqueo gigante.

¿Cómo llegás a la boccia?

Lo conocí por casualidad, porque en invierno dejaba de ir a natación y el grupo de profesores, el equipo deportivo adaptado de Gualeguay, decidió buscar una alternativa. Trajeron a unos profesores de Mar del Plata que nos enseñaron a jugar. Al comienzo no me atraía, pero me invitaron a un torneo nacional y fui, sobre todo porque quería conocer el mar. Recién ahí, en competencia, vi lo que podía lograr. Soy una persona muy competitiva, y me enganché con ganar. Al año siguiente, me sumé a la selección argentina.

¿Imaginabas algo de lo que vino después?

No, ni ahí. Mi sueño cuando iba al secundario era ser abanderada en la escuela. Hoy representar a la Argentina y que suene el himno gracias a una medalla de oro que conseguí ya es un orgullo terrible.

¿Qué sentís que se pone en juego de tu personalidad en la boccia?

Este deporte está conectado con mi sangre y con mi alma. Toda mi familia es bochera, la materna y la paterna. Lo disfruto mucho y me hizo dar cuenta de un montón de cosas, sobre todo de la capacidad de poder independizarme y trabajar en lo que quiero para mí. Verme como una deportista, y como una campeona, fue un shock. Me dio más herramientas para mi vida diaria.

Ya fuiste a los Paralímpicos de Tokio, ya ganaste medallas en los Parapanamericanos, ¿qué vas a buscar en los Juegos de París?

Todo deportista de alto rendimiento que llega a un evento quiere volverse con un podio y una medalla. Yo siento que podemos conseguirlo, pero en este deporte no tenés nada asegurado. El número 20 puede ganarle al número 1. Estoy tranquila, porque sé que todas las horas de entrenamiento y el esfuerzo que hicimos en este ciclo van a traer frutos. Cuando uno está concentrado, enfocado y disfrutando de lo que hace, los resultados llegan solos. Si se da, bueno, y si no, seguiré trabajando para lograr mi objetivo, que es ser medallista paralímpica en algún momento de mi vida. 

COMUNICADORA

Discapacidad, diversidad y deporte son los tres temas que aborda permanentemente en redes sociales, como creadora de contenido. Por fuera de sus quince horas de entrenamiento deportivo, de sus trabajos presencial y virtual como community manager, Stefanía pasa su tiempo en Instagram para dar a conocer cómo es vivir con AME. A través de su experiencia, busca ayudar a que otras personas con alguna discapacidad tengan presente su potencial. “Cuando yo era más chica, no tuve la posibilidad de encontrarme con otras personas que me sirvieran como motivación para repensar un montón de cosas que me hacían encerrarme. Puedo hacer que no les pase lo mismo a chicos de ahora”, se ilusiona.

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