Chanti camina por la plaza central de la ciudad de Córdoba con los ojos abiertos, a pesar de que el intenso sol del mediodía intenta achinárselos. No tiene nada muy distinto a cualquier otra plaza del país, gente caminando rápido, árboles floridos y mucho ruido, pero hay en su mirada avidez de sorpresa y va absorbiendo detalles a su paso. “Una amiga me pidió que grabara a los cordobeses hablando, para escuchar su tonada”, dice con el celular en la mano. Parece divertido con tal ocurrencia y se ríe, alguna viñeta se le habrá ocurrido. Estuvo de visita en la capital cordobesa para un encuentro con libreros, organizado por su editorial, Penguin Random House.
Para que no se le escapen las ideas, Santiago González Riga, como figura en el documento, lleva en su mochila un cuaderno y varios fibrones. Al momento de las fotografías, los saca para mostrarse tal cual es, y en lo mismo que tarda en caer un poco de maíz al suelo para que coman las palomas, ya inmortalizó en una hoja a uno de sus personajes.
Nunca dudó de su vocación de historietista. Cuenta que, de pequeño, antes de saber escribir, uno de sus hermanos más grandes –él es el quinto de ocho hermanos– le hacía los globitos, por eso, cuando empezó primer grado, lo inundó la felicidad, porque iba a poder redactar sus textos. Desarrolló toda su carrera desde su Mendoza natal, primero viajando a Buenos Aires con sus carpetas de dibujos, y luego Internet le facilitó el camino. Hoy, a sus 54 años, tiene más de cincuenta libros publicados, entre ellos Pico Pichón, Facu y Café con leche y Payunia City. Sin dudas, Mayor y menor, que apareció en 2003 en una revista dominical, fue la tira que lo convirtió en bestseller infantil y lo instaló en las familias como una lectura deseada. Desde noviembre ya está circulando una nueva edición de Mayor y menor, de otro planeta.
- ¿Qué tiene la historieta que hace que no la puedas dejar?
Con la historieta podés hacer lo que quieras. Es un medio que te da la posibilidad de imaginar y crear cualquier mundo, eso me gusta, porque además es bastante sencillo. En cambio, por ejemplo, una película es más costosa, necesitás mucha gente. La historieta es compleja, pero no costosa en cuanto a recursos. Hay tantas historias que me gustaría contar todavía… siempre digo que mi cabeza va más rápido que mi mano. Con la mano ya tengo un problema crónico para dibujar, pero la cabeza me da vueltas y quiero hacer más cosas. Por eso he cerrado algunas colecciones, como Pico Pichón y Facu y Café con Leche, para poder hacer nuevas cosas, me gustaría indagar en nuevos caminos. Por ejemplo, algo que voy haciendo, de a poquito entre los libros que me piden, es sobre las vivencias que uno tiene al ir a la montaña. A mí me gustan mucho el trekking, el andinismo, la naturaleza. Entonces quería recopilar historias desde el humor, pero también desde la reflexión, ese sería un libro para más grandes, porque los chicos no salen solos a las montañas. También me interesa una saga infantil –ya hice una, La saga de los distintos– de aventuras que los deje enganchados. Siempre hay algo nuevo para hacer.
- ¿Que los lectores se identifiquen con la historia es una búsqueda consciente?
La función primera de la historieta es entretener y hacer reír, pero también por detrás uno sabe que es un comunicador, entonces trato de comunicar mensajes positivos, sobre todo en las historietas para chicos. Tengo algunas un poco más críticas que son para más grandes, como Payunia City, donde me quejo de cosas de la sociedad. Pero por ejemplo en Mayor y menor la idea fue revalorizar los vínculos, de padres a hijos, entre hermanos, y siempre da tela para cortar sobre diferentes temas, eso es lindo. Eso es lo que tiene el humor gráfico: no solo hace reír, sino también reflexionar. Me gusta transmitir la importancia de los vínculos, de la vida.
- ¿Te gustás más como dibujante o como narrador?
Es muy buena esa pregunta. Es algo que siempre he estado pensando a lo largo de mi carrera. Cuando sos chico, te dicen “Qué lindo dibujo”, entonces creés que lo tuyo es el dibujo, y después te das cuenta de que hay un montón de dibujantes que dibujan muchísimo mejor. Entonces, a lo largo de mi vida he intentado tratar de discernir cuál era mi fuerte, mi talento. Cuando me preguntan consejos para los jóvenes con esta vocación, lo primero que digo es que hay que descubrir el talento y después ver si tenés la pasión para hacerlo, porque la pasión es un motor que te lleva a un montón de lados. Después de pasar la etapa de creer que lo mío era el dibujo, me di cuenta de que lo mío era contar historias largas, que la gente se enganchaba con lo que contaba. Después también vi que el dibujo ayuda mucho, que el dibujo sencillo y muy gestual, expresivo, hace que la gente también conecte. Son las dos cosas, pero mi fuerte está más en la historia, porque dibujantes hay muchísimos, y me parece que con la historia te diferenciás más.
- ¿Te imaginás como escritor?
Creería que no. Porque no soy tan bueno con las palabras. Soy bueno creando historias, pero no escribiéndolas. En historietas sí, porque es poco el texto que lleva. Me costaría mucho redactar algo largo, también sé cuáles son mis debilidades [se ríe]. Un cuento cortito, sí (publiqué un libro, Cuentos naturales), pero un texto más largo me costaría mucho, escribirlo sin repetirme, encontrar las palabras adecuadas…
- ¿Por qué Mayor y menor es el fenómeno que es?
Creo que la gente se sintió muy identificada, sobre todo con el tema de los vínculos. Faltan en la actualidad, antes también, historias más sencillas, de lo que vive la gente día a día. En la televisión o en alguna película, se pretenden historias muy duras y terribles para llamar la atención, y la gente no se siente identificada. Y justo anda circulando una historieta como Mayor y menor, que habla de esas cosas sencillas que vivimos todos, entonces la gente se ve como un espejo y se la apropia. Fue por eso.
- ¿El público infantil es más exigente?
A mí me resulta más fácil, porque tengo muy buena sintonía con los chicos, y cuando hago algo para las infancias, siento que puedo liberar la mente y que los chicos no me cuestionan nada, podés poner lo más absurdo en una historieta y no se lo cuestionan. Sí, si te equivocaste en algo te lo dicen, son muy sinceros y exigentes porque se acuerdan de todo, porque la leen muchísimas veces. Me encanta hacer cosas para chicos, porque me permite liberar la imaginación y hacer cosas locas. Me gusta mucho la fantasía, aunque no parezca, porque todos me asocian a Mayor y menor, que es lo más real que tengo. Todo lo otro parte de una fantasía, incluso las que son críticas a la sociedad, como Payunia City. Con los animales se pueden decir cosas fuertes sin que parezca tan agresivo como si lo dijera una persona, primero entra desde el humor y después la reflexión, podés tocar temas más crudos.
- ¿Te desafían más los chicos de ahora?
Los chicos cuando se enganchan con una historieta son iguales. Estoy sorprendido de que los chicos lean historietas y de que los padres me agradezcan porque dejaron un rato las pantallas por la historieta; de que tengan un momento de lectura. Los que vienen son fanáticos como los de antes. Los chicos son los mismos de siempre, pero ahora, como los grandes, están muy abrumados por la cantidad de cosas que hay.
- Decías que para las infancias buscás mensajes positivos, ¿sos un tipo optimista?
En general, sí, pero creo que en realidad soy muy entusiasta. Por eso me gustan los chicos, porque tienen ese entusiasmo. Soy positivo, y siempre, a pesar de la realidad, tengo una esperanza de que algo pueda cambiar para mejor.
PING-PONG
- La naturaleza es: Esencial.
- Los hermanos son: Imprescindibles, te ayudan a ser más humano.
- Te hubiera gustado ser mayor o menor: El del medio está perfecto.
- Un animal: Cualquiera silvestre, los amo a todos.
- Un humorista gráfico: Fontanarrosa.
- Una historieta: Calvin y Hobbes.