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María Laura Belvedere: Bajo un bello mirar

Una mirada, a veces ni siquiera eso. Entre Laura y Mercedes, su mamá, no hace falta demasiado para que cada una sepa lo que la otra siente y necesita. Son una dupla realizando un deporte individual, son un equipo inseparable que se forjó en las dificultades cotidianas y que demuestra su fortaleza en donde sea que se presenten. Incluyendo, por supuesto, el polígono de tiro. Allí, María Laura Rodríguez Belvedere se convirtió en doble medallista de bronce en los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile, el año pasado. Será una de las representantes nacionales en los Juegos Paralímpicos que a fin de mes inician en París. En honor a esa unión, y como forma de agradecimiento a la presencia constante, Laura usa siempre el apellido materno: “Es quien estuvo conmigo toda mi vida. Además, me gusta demasiado, porque en italiano significa ‘bello mirar’”, cuenta.

¿Cómo es el vínculo en lo deportivo? 

Yo no podría hacer esto si no fuera por ella. Es mi cargadora, y me ayuda mucho. El rifle es muy pesado, y también todo el equipaje. Con solo un gesto, ella ya sabe qué es lo que necesito, me conoce de pies a cabeza. Hace el sacrificio de estar conmigo en cada entrenamiento y competencia, dejando de lado sus cosas. También es la que más se emociona cuando tengo buenos resultados. Yo soy muy sentimental, pero no soy muy expresiva.

Laura nació con una amputación congénita de miembros inferiores en baja rodilla y una malformación en ambas manos. En el colegio, a sus once años, tuvo la opción de no participar de las clases de Educación Física y, a cambio, elegir un deporte que pudiera ajustarse a sus necesidades. Fue cuando apareció el tiro en el horizonte. “Tenía varias opciones. Una era esgrima, que se practicaba en el mismo colegio. Pero elegí tiro, aunque me quedaba muy lejos. Me llamó la atención de entrada, a pesar de no conocer ni siquiera con qué arma tiraba. Y me encantó desde el principio, tanto que, aunque tuve mi primera clase a la mañana, esa misma tarde volví a practicar por mi cuenta”.

¿Por qué sentís que te gustó tanto?

Me parecía muy divertido, y me sigue pareciéndolo. Era una nena de once practicando un deporte rarísimo. No era común que una nena estuviera haciendo eso. De hecho, no tenía otras compañeras. Por suerte, eso con el tiempo fue cambiando y ahora hay muchísimas mujeres practicándolo. Siento que es un deporte que va mucho con mi personalidad, con mi estilo de vida. Es un deporte individual, en el que compito contra mí misma. No importa cómo le vaya al tirador que tenga al lado, sino más bien el resultado que tenga yo en mi competencia. Eso es lo que más me gusta hoy.

Comenzaste de chica, pero recién hace algunos años empezaste a competir en el deporte adaptado, ¿por qué?

Al comienzo, participaba en competencias nacionales junto con los tiradores convencionales, sin discapacidad, porque en la Argentina no hay otros rifleros como yo con arma larga. Hoy sigo compitiendo en torneos nacionales con los tiradores convencionales. Pero en 2019 me invitaron a un curso en Perú, con personas de varios deportes que te enseñaban los valores paralímpicos. Fue mi primer contacto con el mundo del deporte adaptado. Conocí a otros tiradores que tenían discapacidad y que estaban en la misma situación que yo. Eran personas totalmente normales, independientes. Eran geniales. Conocer a otras personas como yo es lo que me animó a meterme en el mundo del deporte paralímpico. Ahí dejé de avergonzarme por eso.

¿Cómo vivís el momento en el que estás sola con el rifle?

Uso sordina para concentrarme, y eso me permite escuchar más mi mente, me aísla del resto del mundo. Siento los latidos de mi corazón. En una final importante, los nervios se elevan y se produce una sensación hermosa, un ida y vuelta entre la adrenalina y la calma. El corazón empieza a latir más fuerte, y yo tengo que hacer lo posible por bajar esas pulsaciones.

¿Qué pasa por tu cabeza en esos momentos?

De todo. La competencia dura alrededor de una hora. En el peor de los casos, pienso en el tiro. Los días complicados pienso cosas como “Tengo que alinear las miras, ver si estoy bien centrada”. Yo esas cosas las sé, las tengo integradas. No tengo por qué pensarlas, y cuando las pienso es cuando peor me va. Entonces, trato de poner la cabeza en cualquier otra cosa. Tengo que dispersarme, y es una tarea un poco complicada.

¿Qué expectativas tenés con los Paralímpicos?

Todavía no caigo en lo que significa haber clasificado. Me hace mucha ilusión, y quisiera romper mi récord personal. Lo que más quiero es entrar a la final paralímpica. A partir de ahí, no me importa en qué puesto quede. Eso ya sería demasiado, es un nivel altísimo. 

Redes

Laura trabaja como community manager y es diseñadora. Las redes sociales no son solo un oficio, sino una pasión. Sigue a influencers y pasa mucho tiempo en ellas, pero no consigue ponerse ella en ese rol para comunicar sus novedades. Por sus logros en los Juegos Parapanamericanos, el número de seguidores e interacciones en sus cuentas creció mucho. Ante los Paralímpicos, se propone prestarle más atención a ese aspecto: “Planeo hacer mi mayor esfuerzo, quizás no hablar frente a la cámara, pero sí mostrar fotos o videos, y publicar mis resultados”.

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