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Lorena Pronsky: «El médico de cabecera hoy es el psicólogo”

La psicóloga y autora bestseller llegó a las librerías con su primera novela. Con información y sensibilidad, habla de los problemas de salud mental que van en aumento en la sociedad actual. 

La industria de la felicidad atenta contra la felicidad, sumerge al sujeto en la frustración, pensando que algo tiene mal por no encajar en los vínculos actuales, o porque si, por ejemplo, no consigue trabajo, la culpa es suya. Y te dice que ‘desear es poder’, pero si no lográs hacer algo, entonces es porque no lo deseaste lo suficiente o lo deseás mal… Uno se cree libre, y no hay peor esclavo que el que se cree libre y no lo es”, dice Lorena Pronsky, la psicóloga y escritora que aborda emociones como la angustia, la falta de empatía y el vacío, entre otras. Luego de cinco publicaciones exitosas en ventas como Rota se camina igual, se animó a su primera novela, Loca. Si bien la voz narrativa se mantiene, esta vez abordó un tema poco tratado a corazón abierto: la depresión y el suicidio. Cuenta que las devoluciones que tuvo son más profundas que antes y que sus lectores, en referencia a la protagonista, le aseguran: “Carola soy yo”. 

“Es para un llamado de atención, porque ella un día dijo ‘No quiero vivir más así como ustedes pretenden’. Muestro cómo lo social, el trabajo, el exmarido presionan para que uno diga ‘basta’. Hay gente que dice ‘basta’ drogándose, otra comiendo de manera excesiva, otra acostándose compulsivamente con una persona distinta”, describe con relación a cómo el sistema impacta en la salud mental. Por eso, más que el individualismo que propone la actualidad, insiste: “La salida es siempre colectiva. La exclusión del otro atenta contra el propósito que ellos ponen, la felicidad”. 

  • ¿Cómo aparece esta historia? 

Es una historia que veo en el consultorio, en amigas; y yo también he pasado por esos estadios. Quería contar lo que alguien siente en un estado de depresión, pero desde la vivencia, no desde lo teórico. Con la parte teórica uno se queda corto, no te permite entender de verdad al depresivo, con su manera particular de ser, de dormir, de respirar, de trabajar, sus sueños. La ficción me habilitó a crear los escenarios para que la gente entienda lo que es un cuadro de depresión desde adentro. 

  • Tus libros no son de autoayuda… ¿igualmente buscás ayudar? 

En este último tuve la intención de ejercer desde mi ser psicóloga, una cuestión no sé si de despertar conciencia, porque no me creo el gurú de nadie, pero sí de que se pongan arriba de la mesa temas que por ahí uno cree que los vive por elección, y que en realidad los hacemos de maneras inconscientes o muy manipuladas desde un sistema. Desde hace años circula la idea de que la felicidad es una meta sin entender demasiado qué se pretende con esa palabra, que es una palabra que nombra según cada quien. No todos pensamos que venimos al mundo a ser felices o que es el logro para conquistar. A mí me preocupa más poder desarrollarme y ser cada vez mejor persona, en lugar de ser feliz, con esta concepción de ser abundante, la abundancia ligada al éxito y el éxito al dinero y a pensar a lo grande. A veces los momentos de plenitud tienen que ver con el dar, con un acto de generosidad, de escucha. Para entrar al ecosistema hay que salir del “egosistema”. Hoy estamos en un mundo en el que, a la par de que se promueve de manera hostigante la idea de ser tu mejor versión y ser feliz, crecen las enfermedades mentales. Hoy el médico de cabecera es el psicólogo o psiquiatra. Hay que darnos cuenta de qué nos están vendiendo y ver toda la industria que se genera atrás de la meta de la felicidad. La única verdad son los hechos, y lo que vemos es un colapso de los profesionales, que los psicofármacos son los que más se venden y que las enfermedades que se ven tienen que ver con estrés, cuadros de depresión, ansiedad, fobia, narcisismo.

  • ¿Dónde creés que radica tu éxito? 

Con la falta de salud mental el sujeto termina excluido, o porque se autoexcluye o porque se lo saca del grupo de pertenencia. Por otro lado, los mismos cuadros de fobia, de depresión, te terminan aislando, porque el mundo te resulta algo hostil, te da miedo salir a la calle. En esa soledad, en mis libros y en esta novela, una persona encuentra que eso no le pasa solo a ella. Decís “Esto que siento es real, no me pasa porque estoy loca”. Entendés que el mundo tiene fiebre, que está todo mal, creo que nadie en su sano juicio, mientras alrededor haya guerras, gente con hambre viviendo en la calle, puede estar feliz. No entiendo el propósito, porque está claro que la salida es colectiva. El mundo está bastante complicado, es realmente hostil. Enfermarse es la manera de protegerse de todo eso. 

  • Muchos escritores dicen que escribir es como terapia, ¿es así en tu caso?

Una no sabe que hay cosas que siente o no las tiene en claro hasta que las manifiesta por escrito. La escritura sana porque estás volcando emociones que se van aclarando, es reparador, baja los niveles de angustia y ansiedad de manera inmediata. Poder nombrar es lo más saludable, y escribir tiene que ver con ponerle palabras a eso que antes de ser dicho no las tiene, y una vez que una le encuentra la palabra justa a ese sentimiento, este baja, y la descarga siempre es placentera en ese sentido.

 

CAFÉ CON IMÁGENES

Sin café, Lorena no puede sentarse a escribir, con ruido tampoco. Entonces, la cama es su escritorio predilecto: “Cuando no hay nadie en casa, cierro la puerta y me paso horas”. 
Ya tiene ideas para un próximo libro y se imagina a Loca saltando del papel a la pantalla. “Me gustaría por el alcance que podría tener, y para poder difundir la depresión, marcar cómo presiona la mirada social, cómo los cuadros anímicos, más allá de la parte hereditaria y genética, son el resultado de una sociedad particular en la que estamos viviendo”, comenta.

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