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Lautaro Russo: “Siempre se puede dar un poco más”

Es contorsionista y parte del staff del Circo del Ánima, de Flavio Mendoza, y su carrera recién comienza. Con una flexibilidad que logra trucos increíbles, confiesa que su meta es ser el número uno.  

Foto: Sebastián Salguero

Lautaro Russo quiere ser “el Messi del contorsionismo”, que su nombre sea sinónimo de la disciplina en la Argentina. Los primeros pasos de su recorrido profesional indican que va por buen camino para cumplir su sueño. En 2023, llegó a la final del reality Got Talent, cosechando más que elogios de un jurado exigente. También, durante la temporada teatral de verano en Córdoba, como parte del elenco de El elegido, de Flavio Mendoza, mostró su gran elasticidad en figuras extremas y piruetas debajo del agua. Es que además de sobrado talento, tiene lo que en el mundo artístico se conoce como “ángel”, su presencia en la coreografía es cautivante, es imposible dejar de mirarlo y más de un espectador queda atónito, con la boca abierta de sorpresa. 

Ya había participado de otros espectáculos del productor y artista: “Flavio me vio en redes sociales y me llamó para probarme para el estreno del Circo del Ánima en 2019. Después me tuve que bajar, porque era chico y tenía que hacer otras cosas con mi niñez, como terminar la escuela. Fue una pasantía. Luego sí, audicioné para Stravaganzza y ahí arranqué”, cuenta el joven de 21 años. 

A pesar de su juventud, reconoce que si no atiende su cuerpo, este más tarde se lo cobra con malestares. “El año pasado me agarró una lumbalgia muy fuerte por estrés, soy una maquinita de nervios. Ahí me empecé a cuidar más. Entonces, así como después de hacer gimnasia tenés que elongar, yo luego de doblarme tengo que hacer fuerza, para compensar el trabajo que acabo de hacer. Si te empezás a saltear cuidados porque tu cuerpo cede o es blando, empiezan los dolores y no está bueno”, confiesa quien complementa su destreza con danza y acrobacia, entre otras disciplinas.

  • ¿Cómo descubriste tu talento? 

Jugando literalmente. Tenía compañeras que eran gimnastas rítmicas, y viendo cómo se doblaban entrenando, dije “Tengo que empezar a probar”. Ellas me iban mostrando cosas, después iba haciendo solo, le rompía los foquitos de la luz a mi mamá practicando [se ríe]. Así fui experimentando. Soy autodidacta. 

  • Decías que la contorsión, además de flexibilidad, requiere fuerza… 

Sí. Hay gente que es muy blandita, como me pasó a mí al principio, que te podés doblar, pero cuesta llegar a la forma y que se vea lindo cuando sos como un chicle. Solamente se logra al controlar con fuerza y eso es entrenamiento, que los músculos tengan la fuerza para que tu cuerpo no se ablande, no se achanche. 

  • ¿Es un entrenamiento sacrificado? 

No, es simplemente que si querés cumplir una meta, tenés que darlo todo. Depende de la propia ambición, si lo que quiero es seguir mejorando no me queda otra que entrenar; si no me interesa seguir creciendo, puedo mantener lo que ya sé hacer. El sacrificio lo agrega uno. 

  • ¿Aumentó tu sacrificio desde Got Talent? 

En ese momento estaba un poco cómodo, sabía lo que hacía, lo que me quedaba bien y que eso podía venderse, entonces me quedaba con lo que me salía. El jurado me hizo ver que nunca es el final, que siempre se puede dar un poco más. Reconocí todo lo que me falta, es un camino enorme que recién estoy empezando a transitar. Ahí fue cuando dije “hay que entrenar, y se tiene que notar que quiero darlo todo”.

  • ¿Falta escena para la disciplina o personas que la practiquen? 

Conozco contorsionistas en la Argentina, pero no hay en abundancia. No es una disciplina vista como que puede hacerla cualquier persona. En el escenario hay lugar, cuesta encontrar a personas que puedan ocuparlo.

  • ¿Es para cualquiera?

Yo empecé a trabajar la flexibilidad a los 16 años, que para doblarte es una edad avanzada, los contorsionistas empiezan desde muy chiquititos. Sí, es algo que para mí lo puede hacer cualquiera, con entrenamiento. Hay cuerpos predispuestos a ser más blanditos y les será más fácil, otros a quienes les costará más, pero en todos se puede trabajar la flexibilidad, siempre.

  • Cuando salís a escena, ¿en qué pensás?

Depende. Hay dos ejemplos muy claros. En Stravaganzza, las contorsiones las hacía solo, entonces al ser números solistas estaba más tranquilo porque sabía lo que hacía y cómo. En el Circo del Ánima, hay tres contorsionistas más, hacemos torres en las cuales nos subimos uno arriba del otro doblándonos, ahí sí la presión es otra, trato de poner la mente en blanco y me digo “Para esto entrené” y concentrarme plenamente en lo que tengo que hacer. 

  • ¿Cuál es tu sueño? 

Mi ambición más grande es que me conozcan por lo que me gusta hacer, que cuando piensen en un contorsionista de la Argentina, digan “Lauti Russo”. Ahora a meterle y no bajar los brazos. 

CAFÉ CON MIMOS

“Me gusta, pero no me levanto pensando en café, no suelo tomar. Adoro los jugos de naranja o los mix de frutas”, confiesa. 

También revela que además de tomar los recaudos necesarios con su cuerpo, trata de mimarlo lo más posible. “No me molesta gastar dinero en masajes, quiropráctica, fisioterapia, en todo lo que le haga bien”, dice. 

Aún vive en su casa familiar en Merlo, provincia de Buenos Aires, pero tiene como objetivo personal cerrar esa etapa de su vida y mudarse solo.  

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