Fue una de las figuras de la delegación argentina en los Juegos Panamericanos, gracias a su oro en wakeboard. Quinto en el ranking mundial, quiere seguir escalando posiciones, siempre con el disfrute como objetivo principal.
Foto: Jefferson Mathis
Un par de días después de ganar la medalla de oro en los Juegos Panamericanos, Kai Ditsch, sentado al volante y rodeado de amigos, ya pensaba en otra cosa: por delante estaban Río de Janeiro y la final de la Copa Libertadores. El deportista daba paso al hincha y todo el tiempo, en uno y otro escenario, la premisa fue la misma: disfrutar el momento. Las victorias y las derrotas impactan durante un lapso muy breve, y el tigrense de 23 años se las sacude del cuerpo y la mente muy rápidamente, para andar liviano. “No sabés lo que va a pasar mañana, así que por las dudas ahora le saco el cien por ciento a todo. Después veremos”, es su mantra.
Junto a su hermano mellizo, Ulf, juegan en el agua y sobre tablas desde que tienen memoria, siguiendo los pasos de su papá. “Tengo imágenes, entre recuerdos y fotos y videos que me mostraron, de estar arriba de una tabla a los cuatro años, con alguien que me arrastraba corriendo en la playa. Así arrancó todo”, cuenta.
- ¿Cuándo el juego le dio paso al espíritu competitivo?
Eso llegó después. Yo anduve solo por el hecho de andar hasta los 14. Ya competía en algunos torneos, pero en ese momento mi viejo me dijo “Si te querés dedicar a esto, le metemos. Vas a tener que sacrificar otras cosas”. Desde ahí, a veces salía más temprano del colegio para ir a entrenar, y me juntaba menos veces que antes con mis amigos. Con mi hermano elegimos lo mismo.
- ¿Cuánto sumaba que estuviera tu hermano?
Un montón. A pesar de resignar cosas, estaba siempre acompañado. Además, entrenando, siempre nos fuimos empujando el uno al otro. Por ahí él bajaba un truco y entonces yo sentía que tenía que hacer algo más.
- La clásica competencia entre hermanos…
Sí, obviamente. Competencia supersana, pero que te ayuda a mejorar. No es lo mismo entrenar solo que hacerlo con alguien que está a tu mismo nivel, progresando igual de rápido que vos. Más si es tu hermano. Si uno saltaba, el otro quería mostrar que era mejor, le quería ganar. Nos impulsamos mutuamente.
Por aquella época, durante las vacaciones de invierno, los hermanos Ditsch pasaban una temporada en Miami. El padre de ambos conoció a Dean Lavelle, excampeón del mundo de wakeboard, y gestionó la oportunidad de que los mellizos trabajaran para él en su escuela de Miami a cambio de tomar algunas clases y codearse con el resto del ambiente de este deporte: “Vivíamos en la escuela. Entre que nos empezaba a becar el ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y lo que laburábamos, nos bancábamos el viaje. Cada vez comenzamos a ir un poco más de tiempo. Ahora vamos seis meses, hace tres años que no laburamos más en la escuela y vivimos más por Orlando, que es el epicentro del deporte”.
- Fue necesario ese paso para poder dedicarse enteramente…
Sí. Acá se puede andar en invierno, con mucho frío, pero es muy difícil moverse y progresar. En Orlando es siempre verano, y en una escuela de wakeboard lo único que hacés es comer, trabajar y andar.
- ¿Quisiste alguna vez hacer otra cosa?
No, desde muy chico, cuando empecé a ver por Internet a algunos riders, decía “Quiero ser como ellos”. Cuando me va muy mal en un torneo y salgo recaliente, sí pienso en dedicarme a otra cosa, pero se va rápido el pensamiento. Es un ratito de frustración y listo. Toda mi vida hice esto porque me gusta, aunque no necesite entrenar.
- En algunas notas dijiste que si te divertís, ya ganaste. Sigue siendo un juego.
Sí, obviamente. A veces le metés y los tiempos no salen o estás medio mal técnicamente en algún truco, hay altibajos en la temporada y se te cruzan enojos, pensamientos malos. Después descansás un poquito y querés volver a la base, que es divertirte. Si volvés a eso, todo mejora rápido. Mientras te estés divirtiendo, hagas lo que hagas, estás bien. Mi hermano y yo nos bancamos todo cien por ciento ahora, pero no es que termina el año y tenemos mucha plata ahorrada. Para nada. Apenas paso el quedar en cero, pero me lo tomo como que estoy disfrutando la vida. No sabés lo que va a pasar mañana, así que por las dudas ahora le saco el cien por ciento. Después veremos.
- En plena competencia, con la responsabilidad, ¿te divertís igual ejecutando?
Sí, intento poner la mente como si estuviera andando en casa. No sé si me voy matando de la risa, pero la paso bien, disfruto cada segundo. Visualizo y me hago la idea de que es una andadita más, no importa tanto el contexto. Hay torneos en Australia, en Japón, y quiero recordar más los viajes que cómo anduve. El día a día del deportista, todo lo que rodea a la competencia, es muy lindo y no se puede empañar por un resultado.
Oro panamericano
Luego de una buena etapa clasificatoria, Kai se ganó el derecho a hacer su pasada al final, luego de observar a sus rivales. Eso le permitió ir tranquilo, sabiendo cuánto necesitaría para superarlos. El oro le trajo alegría y alivio en partes iguales, ya que, a diferencia de otras competencias, la revancha en caso de no obtener lo deseado llegaría recién en cuatro años. Comienza 2024 con el firme objetivo de escalar posiciones en el ranking mundial, que hoy lo tiene en el quinto lugar.