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Joyas bien de familia

Miriam Testorelli es vicepresidenta de Testorelli 1887, empresa familiar de joyería con seis locales en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Una historia de trabajo y esfuerzo con el apellido como emblema. 

Nacimos en esto y acá estamos”, afirma con orgullo Miriam Testorelli. Recuerda que la joyería fue obra de su abuelo José Testorelli, inmigrante suizo que llegó a la Argentina en 1887 con todo su expertise en relojería, joyería y varios otros oficios de precisión. “Él empezó el primer taller en San Isidro, en el mismo local donde todavía hoy tenemos nuestra base. Lo sucedió mi abuelo José, que en 1913 hizo a pedido de la intendencia el gran reloj floral de la plaza Mitre, allí donde está la Catedral de San Isidro Labrador. Todavía se puede ver el diseño, aunque le retiraron el mecanismo. Más tarde tomó la posta mi padre, y en la actualidad el titular de la empresa es mi hermano Fabián. Yo soy la vicepresidenta”, cuenta Miriam.

  • ¿Cómo se puede explicar la pasión por este oficio?

Creo que lo más hermoso es el hecho de estar ligados a los momentos más significativos en las vidas de las personas. Cada vez que una joya llega a tu vida es porque pasó algo importante: cumplir los 15, recibirte en tu carrera o contraer matrimonio. La joya siempre te va a recordar ese acontecimiento, como cuando los hombres reciben un reloj de un padre o un abuelo. Tuvimos la suerte de participar en miles de casos así, pero recuerdo sobre todo uno muy especial: el de una abuela que había dejado un collar de perlas y una pulsera con monedas de oro para compartir entre las nueve mujeres de la familia; entonces hicimos con toda esa materia prima un anillo para cada una y se los repartieron en una ceremonia familiar.

  • ¿Existen joyas emblemáticas de la marca?

¡Uf, muchísimas! Un clásico nuestro es el colgante Ishtar Coñac, con forma de corazón, hecho con oro de 18 quilates y que tiene un núcleo central en el que hay piezas pequeñas de diamantes coñac, cuarzo fumé y rodio negro. Otra joya muy reconocida por nuestros clientes es el anillo Rainbow, hecho también con oro, diamantes y zafiros de varios colores; por eso lo bautizamos “arco iris” en inglés. Otro rubro en el que también tenemos muchos productos es el que llamamos las “primeras joyas” para chicas adolescentes. 

  • ¿Cuáles son sus novedades, sus nuevos productos?

Estamos incursionando en distintos materiales y técnicas novedosas para salir de lo tradicional y movernos un poco de nuestra zona de confort. Un ejemplo es la última línea que lanzamos: Follow Me (“Sígueme”), en la que logramos una combinación de texturas y un mix muy novedoso de materiales como el rodio negro, un metal muy vistoso que pertenece a la familia del platino y tiene un efecto muy interesante, y lo mejor es que las pulseras y los anillos de esta línea están diseñados de tal forma que los pequeños diamantes negros se deslizan y se mueven dentro de la pieza sin caerse, de modo que generan distintas disposiciones y además hacen un sonidito muy divertido.  

  • ¿Fabrican ustedes mismos las joyas?

Sí, lo hacemos en nuestros propios talleres de fundición, en San Isidro, salvo algún engarce o baño superficial que podemos encargar a otro taller. Para todo lo que es en serie, se trabaja con un molde de goma y con el sistema tradicional de moldeado a la cera perdida. Después hacemos los engarces con engarzadores propios. También tenemos un taller de relojería, otro de grabado y un equipo de galvanoplastia para el rodinado, que es el baño de rodio. Los responsables de estas tareas llevan muchos años trabajando con nosotros y son casi como de la familia. Además, capacitamos permanentemente a los empleados, y yo misma a veces dicto talleres de distintas técnicas abiertos al público. 

  • ¿Cuáles son las claves para crear una joya nueva? 

Siempre juega un papel muy grande la inspiración, que puede llegar por distintos caminos. A veces imaginamos una situación de la vida, un evento o un tipo determinado de mujer, y entonces puede surgir una serie de piezas muy frescas como Icon, dirigida a mujeres jóvenes, que incluye pulsera, colgante, aros y anillo de oro con detalles en brillante. Pero no hay reglas fijas en esto: a veces se puede concebir un set completo y otras veces un solo producto. 

“Estamos incursionando en distintos materiales y técnicas novedosas para salir de lo tradicional”.

  • ¿Cuál es el perfil de sus clientes?

Muy variado. Hay muchas familias de San Isidro y la zona norte del Gran Buenos Aires que nos siguen desde hace más de una generación, pero también hay una clientela nueva que nos conoció gracias a nuestros locales en la avenida Alvear, en Recoleta, y en centros comerciales. Además, en los últimos años se sumaron las ventas on-line y los clientes corporativos, como algunas empresas que nos encargan los premios para sus empleados. 

  • ¿Hacen joyas para toda la familia o solo para las mujeres de la casa?

¡Para todos! En el caso de los hombres, tenemos anillos, trabas de corbata, gemelos, colgantes y, por supuesto, cada vez más, aritos. También contamos con una línea para chicos de ambos géneros: para las niñas pequeñas puede ser su primer anillo con un diamantito o aritos, y para los varoncitos un anillo de sello, en general con la inicial de su nombre de pila. 

  • ¿Existen formas más o menos establecidas de combinar las joyas entre sí o con un reloj? 

Después de muchos años aprendí que para lograr buenas combinaciones hay que apelar al sentido común, pero también hay algunos tips básicos. Como regla fundamental, lo importante es jugar con el equilibrio y los contrastes. Por ejemplo, una pulsera importante se luce mejor sin anillos en la misma mano, y, al revés, si hay dos o tres anillos en una mano, es mejor que no haya pulsera. Otro buen consejo es que si un colgante es muy significativo, los aros tienen que ser más discretos. 

  • ¿Qué cuidados recomiendan para las joyas en general? 

Así como se lleva la ropa a la tintorería, aconsejamos llevar también las joyas cada tanto al joyero para que les dé una pulida de embellecimiento y revise los engarces. En cuanto al cuidado cotidiano, lo más importante es evitar que las piezas se golpeen. La esmeralda, por ejemplo, a pesar de ser una piedra muy dura, también es frágil a los golpes y puede partirse. Otro tip básico es cuidarse de no guardar juntas las piedras que puedan rayarse entre sí, como zafiros, rubíes y diamantes de menor dureza. También es bueno saber que las piezas de oro blanco necesitan cada tanto un baño de rodio, que las blanquea y embellece. Por supuesto, un consejo obvio es no bañarse jamás con las joyas puestas, porque el jabón y otros elementos de aseo contienen grasa que se deposita en las superficies y desgasta los encuentros entre piezas.  

  • ¿Y qué pasa si el usuario no las cuida como corresponde?

Por suerte, las joyas siempre se pueden restaurar. Lo que hacemos muy seguido es montar piedras sobre una estructura nueva y darles así una nueva vida.

  • Más allá de su valor como accesorio de moda, ¿es aconsejable también comprar joyas como una inversión?

¡Sí, absolutamente! Las joyas son un bien de resguardo inmejorable. No se tributa por poseerlas y no las afectan el fuego ni las inundaciones. También son fáciles de trasladar o guardar sin que queden expuestas y no presentan mayores problemas a la hora de ser repartidas entre herederos. Y como suelo aconsejar a mis clientas, son mejor regalo que un auto, porque en caso de peleas o separaciones, siempre se las van a poder quedar.

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