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Hugo Alconada Mon: “La novela es mi momento de disfrute” 

Fotos:
Vera Rosemberg
El reconocido periodista de investigación publicó La cacería de Hierro, su nueva novela. Con 50 años y más de tres décadas de trayectoria, asegura que se siente cómodo en el juego entre realidad y ficción.

Hugo Alconada Mon dice que su trabajo es como andar por las cloacas. El periodismo de investigación lo lleva a contactarse con los personajes más sombríos del entramado político, judicial y criminal del país. Por eso, la relación con el oficio al que se dedica hace más de veinte años es ambigua: si bien no le gusta ese roce con figuras antipáticas y situaciones desagradables, e incluso en muchos casos le da miedo, a su vez lo atrae y lo hace sentirse útil. Sus reportajes –muchos de ellos convertidos en libros– sacudieron al poder en la Argentina y el mundo. El periodista también formó parte de investigaciones globales memorables, como las que develaron los Panama Papers y los Wikileaks.

Cuando trabaja en notas sobre lavado de dinero, corrupción o narcotráfico, se encuentra con la parte más oscura del ser humano. “Te movés en el sótano, con los servicios de inteligencia, el financiamiento ilegal de las campañas, el apriete a personas… imaginate estar todo el día ahí, te falta el aire, es agotador”, describe. En busca de algo de oxígeno se encontró con la ficción. Después de La ciudad de las ranas, su debut literario en 2022, lanzó La cacería de Hierro, que a meses de su publicación es un éxito en ventas. 

  • Cuando hablás de la novela sonreís, ¿qué te genera? 

Disfrute, son todas sensaciones positivas, porque es un hobbie. Así como hay personas que tocan la guitarra o cocinan para ellas mismas, es el momento en el que logro desconectar la cabeza y sonreír. Lo mismo me pasa cuando estoy con los lectores, en una charla, los rostros sonrientes, personas que me regalan los nombres de sus abuelos para futuras novelas. Se arma una dinámica virtuosa, que es la antítesis de lo que me pasa como periodista, donde por lo general escribo sobre cosas desagradables, situaciones incómodas, entonces siempre hay gente que queda dolida o con bronca. 

  • ¿En el periodismo no hay disfrute?

Hay ocasiones en las que llego a disfrutar, pero por las características del tipo de periodismo que hago, me cuesta. Y no es una cuestión de estrés, porque el estrés está en todos lados y en todos los periodismos. En este caso, es porque lidio con temas desagradables, entonces termino hablando con gente que ha sido víctima de delitos, viudas de asesinatos. Lidio con el lado B del ser humano, con la parte menos luminosa, las sombras. Vuelvo a casa luego de haber escuchado todo el día situaciones feas. De vez en cuando, poder salir a la superficie, tomar aire fresco y encontrarme con la fase más luminosa es reconfortante. 

  • ¿Por qué hacés este periodismo entonces? 

Se dieron dos cosas. Por un lado, me apasiona. Dirás, ¿lo tuyo es atracción por la porquería, te gusta estar en las cloacas? No, no me gusta un carajo. A mí me atrae buscar la información detrás de las supuestas verdades o de las declaraciones oficiales. Me pasa todo el tiempo, escucho a un funcionario o a un empresario decir “Vamos a hacer esto” o “Logramos esto otro”, y yo estoy pensando “¿Será así?”. Y por otro lado, sin falsa modestia, el diario piensa que soy bueno en eso, entonces me pone a investigar. 

LAS REGLAS DEL JUEGO

  • ¿No te da miedo?

Sí, soy bastante cobarde. Hay lugares a los que no voy, riesgos que no tomo. Hay metodologías, formas de protección. Para entrar y salir de un lugar como Fuerte Apache tomé una serie de precauciones y fui con alguien. Incluso, soy lo suficiente cobarde para que, con todas esas medidas de seguridad, si veo algo que no me gusta, me voy. Al mismo tiempo, me gusta lo que hago y no lo frivolizo, pero creo que si investigo lo que investigo, publico lo que publico, no puedo pretender del otro lado un beso y una flor, la persona va a estar hecha una furia, me enviará una carta documento, alguien a apretarme. ¿Me gusta? No. ¿La paso bien? No. Hasta me cansé de las fake news sobre mí, es desgastante, porque después hay gente que te insulta, pero son las reglas del juego. 

  • ¿Es un privilegio ser periodista de investigación en el momento actual del oficio? 

Sí, y lo sé. Primero, cuántos pueden dedicarse al periodismo tiempo completo; segundo, al periodismo de investigación. Y yo soy un tarado que me voy, el diario no sabe ni dónde estoy, y cuando se enteran, no me piden que vuelva, sino que me quede investigando. Además, soy un privilegiado, porque en mis ratos libres me dedico a una pasión, que es la novela. ¿Cuántas personas pueden hacer lo que les gusta por partida doble? Soy un afortunado y le doy gracias a Dios. 

  • ¿Al periodismo le queda futuro? 
  • Sí. Lo que hay es una reconfiguración. Es como cuando en su momento para la prensa gráfica salió la radio. ¿Era el fin? No, hubo que readecuarse. La TV no fue la muerte para la gráfica y la radio. Tampoco la Internet para esos mismos tres, ni las redes sociales para los sitios web tradicionales de los diarios. Si querés, hay una complementación, eventualmente una reconfiguración. Ahora, ¿la prensa gráfica tiene que seguir del mismo modo que antes o ubicarse en un lugar más analítico, de profundidad? Lo que tenemos son nuevas oportunidades de llegar a nuevas audiencias, a lugares que de otro modo no llegaríamos, conseguir fuentes que de otro modo no conseguiríamos. Obviamente que tiene sus dificultades y bemoles, pero prefiero quedarme con el lado virtuoso. 



    “Me atrae buscar la información detrás de las supuestas verdades”.


  • ¿Y a vos en el oficio? 

No lo sé. Y no es que me haga el interesante. Tengo 50 años, ¿cuántos años me quedan? ¿Me veo haciendo esto mucho tiempo más? Tampoco lo sé. Mientras me siga atrayendo y me apasione, sí. Mientras sienta que soy útil, sí. Y divagando juntos, me gustaría seguir el recorrido de Arturo Pérez Reverte, veinte años en las trincheras, de a poco se fue reconfigurando como novelista, hoy tiene una columna semanal en la revista de mayor tirada de España y el resto del tiempo se dedica a escribir novelas. Algo así me gustaría mucho, el problema es que al mismo tiempo el periodismo es una adicción, cuesta largarlo. 

NOVELA Y DISFRUTE

  • ¿La novela también es una adicción?

Todavía no. Es mi momento de disfrute, mi cable a tierra. Es un lugar y momento donde soy feliz, donde me enriquezco, aprendo de historia. A mí la cabeza no me para. Por ejemplo, soy fanático de Estudiantes de La Plata, y me pasó estar viendo una final y yo meta darle al celular. Los únicos dos lugares donde la cabeza me para es cuando salgo a correr o cuando escribo ficción. 

  • ¿Llegaste a las historias de las novelas desde el periodismo? 

A mí me gusta mucho la historia, leo mucho [señala la cantidad de estanterías dedicadas al género en su gran biblioteca]. Y empecé a juntar papeles y a leer sobre mi ciudad. En pandemia, llamé al encargado del archivo de La Nación, le pedí lo que tuviera sobre La Plata y me encontré con unos textos que decían “Graves hechos de sangre”, una pelea entre criollos, italianos y españoles, que se dieron literalmente con hachas, cuatro muertos, treinta heridos… y dije “Esto hay que contarlo”. Mi idea era escribir una historia de no ficción, como Truman Capote con A sangre fría o Rodolfo Walsh con Operación Masacre. A medida que iba buscando material, me encontré con que había piezas del rompecabezas que faltaban, porque habían desaparecido los documentos o lo que fuera. Entonces me fui por otro lado, como Tomas Eloy Martínez en Santa Evita o La novela de Perón, que infiere con la ficción las piezas del rompecabezas que le faltan de la historia real. Así fue con las dos novelas. Mientras investigaba para La ciudad de las ranas, me encontré con notas de la época que hablaban del crimen de Francisca Rojas, pero había piezas que faltaban, entonces otra vez a jugar entre la realidad y la ficción. Cada vez me siento más cómodo en ese juego y el resultado es este.

  • Cuando descubrís algo, ¿te obsesionás?

No sé si es obsesión, pero algo de eso hay. Durante un tiempo en mi WhatsApp tenía como imagen un cachorro de rottweiler mordiendo una pierna. Una vez, un juez federal con el que no me llevaba bien me dijo: “Sabe, Alconada, usted es como un rottweiler, cuando engancha algo, muerde y no lo suelta más. Usted es insoportable”. Yo lo tomé como un elogio, le agradecí y nos reímos a carcajadas. Me pasa que, como periodista, estoy buscando datos y de repente veo “eso”, lo agarro y empiezo a tirar.

  • ¿Te esperabas este éxito en ventas?

No, porque escribo para mí. Con la primera novela, mi idea era, literal, imprimir una sola copia, que la leyera mi mujer y tirarla al fuego. Un amigo de Planeta se enteró de que estaba escribiendo, me llamó y me dijo que se lo mandara. Que sí, que no, que no jodas con la estufa, la historia es que terminamos primeros en ventas, 40 mil ejemplares, nueve ediciones, vendí los derechos para hacer una película o miniserie. Ahora con La cacería de Hierro, que está primero en ventas, ya hay una productora y un cineasta interesados. Lo que pasa es insólito.

LA CACERÍA DE HIERRO 

Basada en hechos reales y en documentación inédita, la novela está ambientada entre La Plata y Necochea, durante la última década del siglo 19. 

En 1892, dos hermanos, de 3 y 5 años, son degollados en un campo cercano a Necochea, y el caso sacude al poder. Durante la investigación del crimen se pondrá a prueba un método de identificación a través de huellas dactilares desarrollado por un inmigrante dálmata, Juan Vucetich. El invento de quien sería el primer detective de la provincia de Buenos Aires marcó el inicio de la policía científica y su reconocimiento internacional. Por eso, el guardiacárcel Valentín Hierro, uno de los personajes ficticios, obsesionado con esclarecer el asesinato de su madre, buscará ayuda en la “leyenda”. 

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