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Esteban Lamothe: “La actuación puede ser un tesoro o tu condena”

Sincero y directo, desde que descubrió la actuación se sintió atravesado y ya no pudo pensarse a sí mismo sin ella en su vida. Se mueve sin prejuicios entre producciones mainstream o proyectos autogestionados y de exploración.

Un rayo misterioso lo sacudió e hizo nido en su pecho, de donde nunca más salió. Esa energía vibrante se alimenta a base de personajes e historias, y fue un hallazgo que no imaginaba, acostumbrado como estaba a que el trabajo y la vocación fueran asuntos separados en su vida. Nómade de oficios varios, desde múltiples comercios hasta la sinuosa tarea de revisar entre la basura ajena buscando huellas de consumo, cuando se topó cara a cara con la actuación todo se modificó. El piso se le movió, pero supo plantarse y avanzar, disimulando el temor, abrazándolo y convirtiéndolo en su aliado.

Su singular carrera, que descubrió pasados los 20 años y de la cual comenzó a vivir alrededor de los 30, lo depositó primero en lugares de prestigio. Gracias a su labor con la compañía de teatro El Silencio (Romina Paula, Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi, Susana Pampín, con quienes vuelve a presentar la obra Sombras, por supuesto) y otros espectáculos, más un recorrido en cine que tiene a El estudiante como el gran checkpoint, obtuvo un reconocimiento casi unánime. Todavía de nicho, el rótulo de buen actor lo precedía donde fuera. Con la llegada a la tele y la masividad, sobre todo a partir de los protagónicos en el prime time (cuando eso aún existía), los haters se hicieron presentes. Lo agarraron, de todos modos, ya curtido y maduro, y no consiguieron desestabilizarlo. “En general hay cierta idea de que las telenovelas, por ser de consumo masivo, no pueden ser prestigiosas. Yo no pienso eso, para mí es igual de fácil o de difícil actuar en una obra de Ricardo Bartís, de Mauricio Kartun o Lola Arias que en una telenovela de Polka o Telefé. Son dos deportes distintos”, afirma.

  • Antes de llegar ahí no te pegaba nadie…

Pero eso está relacionado con la masividad, con estar en un lugar donde hay mucha gente observándote. Puede ser que tenga que ver con mi personalidad, también, porque soy medio jetón. Y, sí, obvio, te empiezan a sacudir. Además, cuando hacés mucho, a veces hacés cosas buenas y a veces cosas que no están tan buenas. No hay un actor que tenga 35 películas buenas.

  • ¿Te importa lo que opinen de vos?

No, en un trabajo yo sé cuándo lo estoy haciendo bien y cuándo no. Y también tengo amigos que me dicen la verdad, mi familia, directores de teatro, el director de la película o de la novela. Eso me preocupa a mí. Después, si en Twitter alguien pone que tengo la nariz grande, que actúo mal o que soy un gil, no me interesa. Lo que me marca si estoy haciendo las cosas bien o no es la gente en la que confío y los directores que me siguen llamando para trabajar.

  • ¿Cómo te das cuenta de si lo estás haciendo bien?

Me juzgo a mí mismo si ese día estuve realmente presente ahí, porque la actuación es puro presente. Si vos estás actuando y estás pensando que te olvidaste la milanesa en el freezer o que tu hijo está por rendir un examen, no lo vas a hacer bien. A veces, lo que me puedo reprochar son algunos episodios de distracción que tienen que ver con hacer mucho. Y yo trabajo con directores, me gusta trabajar con las personas, me dejo dirigir, no voy con una receta a un set y digo “Bueno, hago mi gracia y que filmen lo que yo ya sé hacer”. Me entrego a que cada experiencia me modifique, que me enseñe algo nuevo. Mi trabajo es muy dinámico, uno va creciendo, va envejeciendo. No podés actuar siempre igual y al mismo tiempo siempre sos vos.

  • El oficio es algo que te rescata en momentos, pero también te hace ir a lugares seguros, ¿no?

Sí, puede ser un tesoro, pero también puede ser tu condena. Te hace zafar en cualquier situación, pero si te quedás con eso, es muy plano y cagaste. Usalo para que te salve, pero después preocupate por encontrar cosas nuevas, que te sorprendan. Yo también tengo un grupo de teatro independiente y de experimentación para ver por qué actúo, por qué soy actor, qué es lo que tengo yo para darle a una película o a una serie o a la gente que está en la casa. Yo creo que todavía tengo cosas para darles, y cuando lo hago, lo hago con un nivel de responsabilidad y de amor que no siento en otros momentos.

  • ¿Y qué respuestas encontrás a esas preguntas?

Son preguntas en las que eventualmente no importan las respuestas, o cuyas respuestas son distintas. Lo importante es que yo siga permanentemente haciéndomelas. ¿Por qué actúo, para qué actúo, qué me gusta de actuar? Más allá de que tenga contratos y laburo, y eso implique que tenga cierto nivel de vida. Qué me gusta de eso, la libido, el deseo real de actuar.

“Si bien es una serie, ‘Envidiosa’ también tiene lo mejor de las telenovelas”.

  • La respuesta es variable, pero ¿qué respondés hoy cuando te preguntás qué te gusta de actuar?

Que me apasiona, porque siento que el día que me di cuenta de que quería ser actor, cuando todavía trabajaba de mozo y pintaba casas, dije: “A mí no me importa el resto de mi vida que el sustento, que el dinero, me entre porque pinto una casa o por trabajar en una parrilla. Yo ya soy actor”. Porque el deseo que tengo de actuar me atraviesa y me supera, no es algo que yo pueda manejar. Lo que puedo hacer es encauzarlo con proyectos propios, con amigos, cuando me llaman para hacer algo. Ese deseo es un torrente, no me imagino esta vida sin eso.

  • Es como una identidad, sos actor aunque no trabajes de actor…

Soy actor aunque no quiera, ya. Aunque decida no ser más actor, igual voy a seguir siendo actor, porque esa pulsión está dentro de mí. Me doy cuenta de que también la tenía cuando era chiquito, nada más que no iba a teatro y no sabía que ese deseo era esto. Después lo encontré, y tuve suerte: la vida es muy corta, no todos pueden encontrar algo así. Cuando fui a la primera clase de teatro, me volví loco.

  • ¿Cómo fue?

Primero entré con ataque de pánico, literal, todo transpirado, y encima tenía que pasar adelante, actuar. Ese salto al vacío de la primera clase de teatro nunca más lo sentí tan intenso. Ese momento en el que a vos –que sos un chabón que trabaja en una parrilla o sos un médico, porque cualquiera puede ser actor– te hacen pasar frente a doce personas que no conocés y te miran en silencio es medio mágico. Yo me volví loco.

  • Te sacudió entero.

Sí, me pasó algo que ni siquiera puedo explicar. Y también tuve mucha aprobación. Todas las cosas que hice en mi vida traté de hacerlas lo mejor posible y nunca había tenido ese nivel de aprobación. Ni en la facultad, ni en el fútbol ni en el tenis. Entonces dije “Me quedo acá, si esto lo hago más o menos bien y encima me gusta”.

  • ¿Alguna vez pensaste que hubiera estado bueno encontrar este oficio antes?

Me ocurrió en un momento en el que yo estaba medio perdido, ya había dejado la facultad, me había dado cuenta de que no servía para eso. Ahora me hubiese gustado hacer una película a los 14 años y estar filmado. Yo soy de una familia de clase media baja, no había filmadoras en mi casa, así que mi primer video filmado fue cuando entré a mi fiesta de egresados, en 1994. Me hubiese gustado tener un registro mío en la adolescencia. No hay nada más que mis recuerdos.

Hace un par de semanas, en Netflix se estrenó la nueva ficción que tiene a Esteban entre sus protagonistas. En Envidiosa, junto a Griselda Siciliani, lleva adelante un género que considera que necesitaba espacio entre las producciones nacionales: “Viene a ocupar un lugar que está medio huérfano, porque no hay muchas novelas argentinas actualmente. Si bien es una serie y tiene la factura técnica del cine y de las series, también tiene, creo yo, lo mejor de las telenovelas que había antes, de las buenas telenovelas. A mí me encantó desde el principio, por los libros de Carolina Aguirre, por la dirección de Fernanda Heredia y Gabriel Medina, por trabajar de nuevo con Griselda. Todo en este proyecto me interesaba y fue una de las mejores experiencias de mi vida”, cuenta.

Este año, además, se sumergió en un desafío nuevo al estrenar el ciclo Galanes en temporada baja, en la señal de streaming Blender, junto a Gonzalo Heredia y Galia Moldavsky.

  • ¿Qué encontrás en ese espacio?

Lo estoy buscando todavía. Es un espacio de mucha libertad, hay tiempo para fracasar incluso. Sabemos que nos queremos divertir, y yo también estoy viendo cómo es streamear, que es un poco ser vos, pero no. Tenés que jugar un juego, buscar un perfil y que eso genere empatía. A diferencia de la actuación, lo que tiene es la cosa inmediata con el público, que está ahí en el chat. Eso me ceba, me encanta. Y también la impunidad del stream, que es mucho más juvenil, te dicen cualquier cosa, no hay filtro de nada. Hago un personaje que soy yo, pero no soy yo. Es un personaje mío en ese momento. Es una parte mía, digamos. Es una prueba, un grupo de experimentación que no se mira al ombligo y quiere que la gente se cague de risa.

  • ¿Estás escribiendo?

Sí, hace como ocho años hice un guion con Adrián Biniez y Juan Manuel Bordón. Es un policial que se llama El remisero absoluto. Estoy esperando que salga la guita para hacerlo, porque tengo muchas ganas de dirigir, aunque tampoco estoy desesperado. Con Ezequiel Díaz estoy escribiendo otra película, y con Luciano Castro estamos armando una obra de teatro que vamos a hacer juntos, sobre el boxeo. Por suerte, estoy con mucho trabajo y muchas cosas autogestionadas, que es lo que más me gusta.

Su look para la serie Envidiosa, que protagoniza junto a Griselda Siciliani.

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