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El hombre de las mil caras

Este mes llega a los cines Beetlejuice Beetlejuice, la secuela del clásico de Tim Burton de 1988. Una buena oportunidad para hablar de su protagonista, Michael Keaton.   

No nos equivocamos si decimos que Beetlejuice, el superfantasma (1988) le cambió la vida a su director, Tim Burton, y a su protagonista, Michael Keaton. El realizador mostró al mundo su única y singular mirada como cineasta y el actor consolidó su carrera. Más de 35 años pasaron para que ese extraordinario film tuviera una secuela: después de una inesperada tragedia familiar, tres generaciones de la familia Deetz regresan a su hogar en Winter River. La vida de Lydia (Winona Ryder), que todavía está atormentada por Beetlejuice, se ve trastocada cuando su rebelde hija adolescente, Astrid (Jenna Ortega), descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el ático y el portal al más allá se abre accidentalmente. Con problemas gestándose en ambos reinos, es solo cuestión de tiempo hasta que alguien diga el nombre de Beetlejuice tres veces y el travieso demonio regrese para desatar su propio caos.

Si la primera película fue un éxito, casi todo se lo debe a Michael Keaton. Este actor, que comenzó su carrera haciendo pequeños papeles en televisión a mediados de los años 70, tuvo la chance de acceder a la pantalla grande coprotagonizando Servicio de noche (1982), dirigida por Ron Howard. Su papel del charlatán Bill “Blaze” Blazejowski le ganó buenas críticas y la chance de encabezar sus próximos proyectos, las comedias Señor mamá (1983) y Fábrica de locuras (1986). Beetlejuice le dio a Keaton su fama mundial, que terminó de consolidar encarnando al encapotado de Ciudad Gótica en Batman (1989), pero en el medio mostró su versatilidad interpretando a un adicto en recuperación en El coraje de volver (1988). Eso le dio la chance de demostrar que podía realizar cualquier rol y no dejó pasar la oportunidad: fue un psicópata en El inquilino (1990), se metió de lleno en la acción con Un buen policía (1991), se puso en la piel de un enfermo terminal en el dramón Mi vida (1993) y hasta hizo comedia romántica con tintes shakesperianos con Mucho ruido y pocas nueces (1993). Si bien nunca dejó de trabajar e incluso participó de largometrajes reconocidos –Jackie Brown: Triple traición (1997)–, Keaton fue desapareciendo lentamente del candelabro. Su resurgimiento fue en 2014, interpretando al actor teatral Riggan Thomson en Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia), que le valió un Globo de Oro y una nominación al Óscar. A partir de allí pasó a otro plano y se convirtió en esa clase de actor que engalana una producción gracias a su experiencia, su talento y su sola presencia. Basta nombrar algunos de sus últimos trabajos: En primera plana (2015), ganadora del Óscar a Mejor Película; Hambre de poder (2016); Spider-Man: De regreso a casa (2016), en donde hizo del villano Buitre; El juicio de los 7 de Chicago (2020); y hasta volvió a protagonizar una serie con Dopesick (2021), que le dio otro Globo de Oro y un Emmy. Por supuesto este es un breve racconto, pero sirve de muestra para resaltar la enorme calidad y capacidad de un actor que no le tiene miedo a ningún desafío.  

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