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El actor detrás de las barras

Ramiro Ferreri llegó por casualidad a la gastronomía y se quedó para siempre. Absorbió saberes en cada lugar donde estuvo, y hace más de una década tiene su propia empresa, que ya se extendió más allá de la Argentina.

En el momento en el que todo parecía complicarse, el viento comenzó a soplar a su favor, y él supo cómo aprovecharlo. A sus trece años, Ramiro Ferreri se sentía contrariado por la separación de sus padres. Una mudanza, la reorganización de los tiempos hogareños y el esfuerzo de su madre hicieron que naciera en él un sentido de responsabilidad que lo condujo a buscar la manera de colaborar.

Mientras comía hamburguesas junto a sus amigos, escuchó una conversación ajena: alguien necesitaba un lavacopas para su boliche. Se levantó y se ofreció para el puesto. Fue su ingreso definitivo a un universo que hoy lo tiene al frente de la empresa que lleva sus iniciales, con la que ameniza eventos en la Argentina desde hace más de una década y con la que se extendió hacia Uruguay y España. “Si el trabajo disponible hubiese sido en una clínica veterinaria, me habría metido igual”, reconoce a la distancia.

Lo que más lo impactó en sus inicios fue el vínculo, fugaz pero intenso, que se forjaba entre quienes atendían la barra y la gente. Ese ida y vuelta, la noción de que podía ser parte de una experiencia agradable para las personas, lo marcó: “Siempre me atrajo la hospitalidad, el trato con la gente. Me alimentaba mucho de eso”.

Cuando se mudó de Saladillo a la ciudad de Buenos Aires, todavía no sentía a la gastronomía ni a la coctelería como el lugar donde prefería desarrollarse. Simplemente las circunstancias lo llevaban hacia allí. Con anhelos de convertirse en actor y modelo, recurrió al trabajo en barras como un medio transitorio de subsistencia. “Estos limones están verdes, ¿para qué los vamos a usar?”, fue lo que preguntó cuando le acercaron un cajón de limas para cortar en su primera noche en un boliche porteño. Aprendería eso y mucho más en los años siguientes.

Ya en la compañía de catering y laboratorio de cocina CUK3, donde pasó de mozo eventual a encargado del área de bar, comenzó a sumergirse en la gestión del negocio. Siguió atentamente los pasos de la gerenta comercial, absorbió el modo en el que se comunicaba con los clientes, la manera de atenderlos, y recurrió a la actuación para componer un personaje de sí mismo que robusteciera a aquel chico de pueblo que era en realidad. “Me sentaba a hablar con un cliente de un ambiente que no conocía y generaba vínculos, aspiracionalidad. Comunicaba bien lo que hacía. Para mí, siempre es una puesta en escena”, confiesa.

Su siguiente paso, en 2012, fue abrir su propia empresa, con un concepto novedoso para el momento: montar un bar de categoría en un evento social. Su primer trabajo fue un casamiento con quinientos invitados. Cerró el acuerdo sin tener aún ni un solo vaso: “El cliente accedió a pagarme por adelantado, y así pude adquirir las barras y materialicé el proyecto. No digo que engañé a ese cliente, pero sí creo que le transmití algo que no era del todo así en ese entonces. Una vez que se dio la oportunidad, trabajé en consecuencia”.

Luego de aquel paso inicial, todo sucedió vertiginosamente: lo convocaron del Faena Art Center para que se hiciera cargo de los eventos que se organizaran allí. Con un depósito prestado y sin saber siquiera cómo facturar sus servicios, comenzó a ganar decenas de miles de dólares por mes. La estructura se armó alrededor de una demanda ya existente, con la dinámica en movimiento. Y funcionó. Otro gran logro de Ramiro fue ser nombrado Brand Ambassador del gin Bulldog.

Plantado firmemente en el rubro, decidió extender su influencia más allá de las fronteras nacionales y llegó hace seis años a Uruguay. En un principio, se trató de una mudanza de temporada, desde fines de diciembre hasta fines de enero. Ahora, se está terminando de construir un centro de producción de coctelería, con casas de personal, un depósito, un laboratorio con máquinas para fabricar hielo cristalino que le permita autoabastecerse y una sala de capacitaciones con la que piensa ofrecer talleres gratuitos. También tiene presencia en Palma de Mallorca, España.

Además, proyecta promover una cooperativa en un barrio carenciado de la ciudad de Buenos Aires, con un nuevo emprendimiento vinculado a la coctelería. “Creemos que es el momento ideal para devolver lo que la industria nos dio”, concluye. 

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