Alaleh Nejafian llegó a la Argentina a sus cuatro años. Sus padres dejaron Teherán para instalarse en Buenos Aires y el choque cultural impactó en todos; a ella la empujó a la psicología. Por un lado, al crecer entre el contraste de ser una mujer iraní y argentina, siempre se preguntó por el lugar de las mujeres en la familia y en el mundo, “cómo podemos transformarnos de generación en generación y cómo una generación puede ayudar a la otra”. Por otro, en su entorno familiar las emociones no tenían lugar para pensarse. “Pero podía intuir que había una clave ahí, que si las personas nos conectábamos y poníamos en palabras el sentir, las cosas podían modificarse en nuestras vidas y en el lugar donde vivimos”, dice.
Así, se recibió de licenciada en Psicología y orientó su desarrollo profesional a lo vincular. En la práctica clínica, primero atendía a parejas, luego sumó a las consultas otro tipo de relaciones, como la de hermanos.
En pandemia, saltó del consultorio a las redes sociales. Su podcast “Te lo voy a decir” fue ganando oyentes y enseguida llegó la propuesta de pasar al universo editorial. En el papel siguió hablando de la dificultad de vincularnos en el tiempo actual, y Por amor: por qué pasamos de soportarlo todo a no soportar nada se convirtió en su primera publicación. “Una vez que empezó a circular me di cuenta de que es un libro que resuena en la época. Me alegra mucho que encuentren no respuestas, pero sí alguna clase de alivio a estas problemáticas nuevas que nos proponen estos tiempos”, comenta.
- ¿La dificultad de vincularnos es la característica de este momento?
Para quienes rondan entre los 35 y los 40 y largos, sí, hay una dificultad en construir lazos sexoafectivos. Las personas se encuentran aisladas y solas, carecemos de un entorno de pertenencia, de redes afectivas que nos contengan, entonces estamos muy replegados en nosotros mismos, en nuestras casas, en nuestra individualidad.
- ¿Es una consecuencia del sistema?
Es muy coherente con el sistema en que vivimos, el capitalismo y el neoliberalismo. Incluso las aplicaciones de citas están reguladas por las reglas del mercado, casi que las personas están ahí como un objeto de consumo. El aislamiento y el individualismo son muy propios del discurso de época. Todo lo que es el auge del “auto-” lo que sea, “autoayuda” por ejemplo, no me entusiasma demasiado, nos sigue empobreciendo. Tenemos que empezar a cuestionar nuestra manera de vivir y de tratarnos, los problemas que tenemos a nivel colectivo necesitan soluciones colectivas.
- ¿Qué lugar le damos a la red afectiva?
Para tener relaciones sanas de pareja, necesito tener una red afectiva, porque ya entendimos que una pareja no puede ser mi único objetivo ni norte. Además, la red afectiva es la que nos sostiene a lo largo de toda la vida, formada por amigos, compañeros de trabajo, vecinos, familiares. De vínculos como las amistades podemos aprender y llevarnos un poco de eso a las parejas. Son vínculos más horizontales, más solidarios, con mayor tolerancia, sabemos atravesar conflictos y somos más flexibles. Y las redes afectivas nos sostienen cuando estamos en pareja y cuando no lo estamos. Lamentablemente, las revalorizamos cuando estamos atravesando un duelo de pareja.
- ¿Hay que revalorizar el conflicto?
Tenemos una manera de vivir el conflicto muy reactiva, como algo que nos tenemos que quitar rápido de encima. Tiene que ver con el modo en que vivimos y la exigencia de ser productivos. Esto de vivir como anestesiados, sin entrar en contacto con la pausa y el dolor. En el plano de lo vincular, el problema que trae, un poco como el título del libro, es que pasamos de soportar todo a no soportar absolutamente nada, en una intolerancia muy fuerte, incluso a atravesar un primer conflicto con alguien. Se dice “Si no te suma”, “Si te resta”, frases que traen ideas de lo contable al amor, y eso es imposible, porque el amor es conmoción, no te viene a sumar ni a traer armonía. El amor no tiene que ser sacrificio, tampoco necesariamente dolor, ni mucho menos violencia. El amor trae conmoción a nuestras vidas y mucho conflicto, porque básicamente estar en vínculo es estar con otro diferente, por lo cual no se puede reducir.
- ¿El amor es el motor de la vida?
Lo que nos mueve en la vida es el deseo, pero el deseo es un infierno. Si queremos tener vidas que nos impulsen hacia adelante, bien alineadas con el deseo, tenemos que asumir que no necesariamente nos va a llevar a vidas más felices, plenas o completas. En todo caso, nos traerá nuevos problemas, que no es poca cosa. El amor es más interesante cuando lo pensamos en términos de posición ante la vida y ante los otros. Me gusta pensarlo como una posición amable, es más concreto para poder interpelarme cómo soy en mi comportamiento diario, si me importa solo mi pareja o si me interesan los demás y el lugar donde vivo, eso puede transformar el mundo.
CAFÉ CON BORRA
“Tengo el recuerdo de la lectura de la borra del café cuando era niña. Me acuerdo de todas las mujeres reunidas solas haciendo la lectura. Ese es mi contacto con el café”, cuenta Alaleh. Además, confiesa que no está entre sus infusiones posibles: “Tomo mucho mate, todos los días de mi vida, bien amargo”.Si tiene que elegir un plato dulce iraní, su preferido es el baklava y reconoce que puede acompañar bien a un café.