Me gusta llamarme ‘diseñadora’, a secas, porque es el nombre de la actividad que más me gusta”, responde sin titubear Ágatha Ruiz de la Prada cuando le preguntan cómo le gusta presentarse, sobre todo, considerando la variedad de cosas que realiza. “También soy una diseñadora muy pop porque nací en 1960, así que mi infancia transcurrió durante la época más alegre de la historia: los años de los Beatles y los Rolling Stones, las pelucas, la minifalda, la píldora, el amor libre, los jeans, los hippies y el comienzo del ecologismo… Crecí con todo eso y lo reproduzco en todo lo que hago”, agrega.
- ¿Qué valor tuvo para vos la reciente muestra en el Centro Cultural Recoleta?
Tenía muchas ganas de hacerla desde mucho tiempo atrás, como 20 años. Era una asignatura pendiente, porque hice muchas exposiciones de ropa, posters y dibujos en distintos museos muy importantes del mundo. Hoy el arte y la moda se han unido de una forma increíble. Hay exposiciones de indumentaria en los mejores museos del mundo, y aunque parezca mentira, son las que tienen más visitantes. Por eso hay también cada vez más salas para hacerlas, ya sea en fundaciones como Prada y en museos nuevos, como la Galerie Dior.
- ¿Qué se necesita para ser un buen diseñador?
Creo que, como en todo, hay que tener algún talento natural y saber enriquecerlo con experiencias, absorbiendo cultura, arte, música, lecturas… Es muy importante ser sensible a todas las manifestaciones del espíritu humano. Por otra parte, me tocó vivir un fenómeno social y cultural muy intenso y difícil de explicar, como lo fue la movida madrileña. Se muere Franco después de 40 años, llega la democracia a España y, de repente, una ciudad como Madrid, que era muy gris a causa del franquismo, se transforma y se convierte en la ciudad más colorida y divertida del planeta. Empiezan a tocar los grupos de rock más modernos y es cuando yo empiezo a diseñar. Hice mi primer desfile en 1981, a mis 20 años, con mi marca registrada y mi etiqueta… que por cierto sigue siendo la misma hasta hoy.
- ¿Cómo te interesaste en el diseño de la moda?
Me metí en este mundo porque es algo que me hace feliz. De niña me la pasaba todo el tiempo dibujando, y además tuve una educación artística muy intensa porque mi padre era arquitecto y coleccionista de arte. Por eso, en mi casa había muchos cuadros, pero también objetos de uso cotidiano como muebles, luminarias y otros productos que hoy en día también se pueden ver exhibidos en museos. Más allá de esto, soy absolutamente autodidacta, lo cual hoy es toda una rareza, porque ya quedamos muy pocos de los que aprendimos este oficio por nuestra propia cuenta. Empecé con la ropa y resultó que al principio a la gente le parecía extraño lo que yo hacía, quizás porque me inspiré mucho en el arte contemporáneo; pero, para mi sorpresa, muchas personas en España no conocían ese lenguaje, y por eso tampoco entendían en un primer momento lo que yo quería transmitir con mis colecciones.
- ¿Cómo fueron recibidos tus diseños en aquel momento?
Al comienzo, a la gente le chocaba bastante, porque me decían que mis prendas eran muy raras para el común de los mortales… ¡pensaban que eso era imposible de usar! Hasta que pasaron los años y acabé por ser aceptada, así que pasé de ser “rara” a convertirme en una diseñadora muy popular. Incluso aquí, en la Argentina, hay mucha gente que tuvo y tiene ropa mía.
- ¿Y cómo eran de “raras” tus prendas?
Bueno, pues decidí usar estampados de colores fuertes en lugar del negro predominante. Se suele decir que hay que vestirse de negro para estar elegante o disimular los kilos de más, pero yo no hice caso a eso y seguí con mis colores alegres. Además, utilicé desde el primer momento formas geométricas y volúmenes muy puros, ornamentados por elementos como corazones, flores, estrellas… Y te aclaro que esto vale igual para todas mis creaciones, porque después hice también cuadernos, bolígrafos, perfumes, fundas para el celular, azulejos, joyitas, partes de autos, intervenciones en el espacio público… ¡Mejor pregúntame qué cosa no diseñé!
«Mi estilo puede gustar o no, pero es genuino y reconocible».
- ¿En todo lo que hacés hay un componente lúdico?
¡Pues claro que sí! Mi ropa es para pasarla bien y ser feliz, y la verdad es que luché mucho contra el exceso del negro. Soy así, no lo hago a propósito ni por cuestiones de marketing, sino porque me costaría ser o hacer las cosas de otra manera. Por eso, también, mi estilo puede gustar o no, pero es genuino y reconocible en cualquier rubro.
- ¿Creás tus diseños pensando en un target determinado?
En realidad, pienso en todos los usuarios o en ninguno en particular. De hecho, creo que hoy en día esa división ya se superó y, al menos en España, todos pueden ir bien vestidos sin gastar demasiado. También aconsejo usar todas las prendas que se tienen o regalarlas si no se usan… ¡y jamás comprar otras nuevas para tampoco usarlas!
- ¿Cuál es tu próximo desafío?
El reto actual es hacer vestimenta ecológica, pero es algo muy difícil de concretar cuando se trabaja con grandes cantidades, y yo tengo que pensar en magnitudes importantes, porque mis prendas se venden muy bien. De hecho, en toda la historia de España ningún diseñador de indumentaria vendió más que yo. Por eso, digo que me convertí en un clásico, aunque esa palabra no tenga nada que ver con lo que yo hago.
- ¿Cuál creés que es tu mayor virtud para haber llegado adonde estás?
Fui muy democrática, siempre consideré que la ropa no tiene que ser solo para los ricos, y prefiero vestir a todo el mundo más que a cuatro señoras ricas. Por eso, ya soy parte de la vida de la gente. Todo a fuerza de dar la lata, trabajar e insistir. Fíjate que hasta el día de hoy hago más de 70 desfiles al año… ¡una salvajada!
- ¿Tenés una metodología establecida para diseñar?
Yo vengo del dibujo y diseño dibujando. Siempre solía entregar los bocetos a mano alzada para mandar a hacer. Por supuesto, ahora me tuve que adaptar a las nuevas tecnologías, porque nos permiten que un modelo esté fabricándose inmediatamente en China, Estados Unidos o donde sea. Además, siempre estoy aprendiendo y tratando de hacer cosas nuevas. Para inspirarme me gusta ir a algún museo, porque el arte es mi gran fuente de inspiración. Los museos son mi diversión preferida para los momentos libres, como para otros lo es ir a un café.
- ¿El tuyo es un trabajo solitario?
¡No, al revés! La moda es un trabajo bien de equipo, porque cuando estás solo le das muchas vueltas a la cabeza, pero cuando estás rodeado de gente no, y entonces es difícil que te puedas deprimir. Por eso, siempre se me ve feliz, activa y pensando en los próximos proyectos.