La gemóloga y emprendedora francesa trabajó para firmas como Chanel, Balmain y Van Cleef & Arpels, y creó Acmée, una marca de joyería moderna que integra la cultura francesa y local.
Foto Pato Pérez.
Fan de la moda y la joyería de alta gama, Sophie estudió Gemología después de una carrera en Administración de Empresas para tener un valor agregado en la industria de la pedrería de lujo. “Fue un consejo de un profesor de Marketing que tenía una marca de relojes. Yo tenía 22 años y quería hacer una pasantía en su marca. Me dijo que con ese diploma podría hacerlo, así que esos fueron mis primeros pasos”, dice la francesa diez años más tarde de ese momento que marcó su destino.
Sophie Lacombe trabajó en algunas de las marcas de lujo más importantes de la industria. En Balmain estaba en el showroom francés después del Fashion Week para atender las órdenes de compra de los buyers, y en Chanel se desempeñó en la venta al público. “Se aprende mucho al estar rodeada de tantas cosas lindas. Tu gusto se va refinando y empezás a notar las diferencias de calidad. Lo mismo con el servicio, que es tan importante como el producto en una marca de lujo. Todo el trato debe ser gentil, amable y prolijo, tanto en la ropa y la imagen como en tu discurso. Además, aprendí a ser desprejuiciada y a tener el mismo trato con todo tipo de clientela”, agrega.
La emprendedora atiende la videollamada desde la casa familiar en Le Rosaire, en los Alpes franceses, en la frontera con Italia, y cuenta cómo fue que desarrolló Acmée, la marca de joyería francesa que nació en Buenos Aires en 2018 bajo el nombre de “Nue Joaillerie” y que hoy continuará desde su país natal, con sedes a ambos lados del Atlántico. “Siempre fue mi sueño lanzar una marca. Me fui a la Argentina hace seis años siguiendo a una pareja de ese momento y me di cuenta de que allá todo el mundo apostaba por los proyectos personales. La cultura emprendedora es muy argentina y me empoderó a lanzar mi propio proyecto”, dice. Después de dos años de vivir en Buenos Aires, conocer los gustos de las mujeres argentinas, el mercado local y las propuestas existentes, dice haber entendido cuál podía ser su valor agregado.
- ¿Cómo te interesaste en la joyería?
Las joyas de cada país te permiten entender cada cultura. Mi padre viajaba mucho por trabajo y siempre me traía algún regalo autóctono de los países que visitaba. Creo que ese fue mi primer acercamiento a este mundo tan interesante, pero luego me enamoré cuando hice la diplomatura de gemas, y luego al trabajar en Van Cleef & Arpels, en el Departamento de Marketing de Alta Joyería. Mi rutina consistía en organizar la rotación de piezas únicas entre doce y quince tiendas que existen en el mundo para que clientas muy especiales como princesas y celebridades puedan verlas en persona y en privado. Cada dos meses cambiaban de tienda y había que gestionar esos viajes por el mundo. Es un trabajo muy estresante, pero a la vez tiene su recompensa cuando una persona pudo verlas y comprarlas, y sabés que vos contribuiste. Además de cada joya, había que describir su historia personal, los procesos de producción y el origen de los materiales, así que desarrollar el storytelling de cada una era muy interesante.
- ¿De qué se trata tu nueva marca, Acmée?
Fabrico piezas de plata 925 y oro de 18 quilates reciclado, y también con diamantes, porque es mi piedra favorita y la más clásica. Las joyas se dividen en dos líneas, una de oro y diamantes, en diseños más chic, atemporales y clásicos, y la otra es una línea de artículos de plata y enchapados en oro. Trabajar con plata me permite tener diseños más grandes y extravagantes, y mantener precios más accesibles para las clientas, que pueden ir de los 30 a los 700 dólares las piezas más exclusivas. El sumar a Francia como mercado me dio la oportunidad de cambiar la imagen anterior (Nue Joaillerie) y repensar el nombre. El estilo de la marca es chic, osado y potencia la personalidad y autenticidad de cada mujer. “Acmé” significa apogeo y tiene un doble sentido, ya que puede ser el apogeo del placer y el dolor, entonces me gustó esa ambigüedad de cómo una mujer se afirma en un mundo que no es simple, pero en el que se anima a ser quien es.
- ¿Qué piezas son tus favoritas?
Tengo tres piezas que son mis favoritas y definen muy bien el espíritu de Acmée. La primera es la pulsera “Le Désir”, que representa las garras de un dragón, en alegoría de la fuerza del deseo femenino. Lleva 32 horas de desarrollo y trabajo artesanal, y está confeccionada en plata, pero también se puede realizar en oro, a pedido. La segunda es el collar con medalla llamado “La Licorne”. Son las dos primeras piezas que hice, sin seguir ningún tipo de tendencia, y me encantan por sus proporciones, ya que en Francia no se estila usar joyería tan grande. Después, tengo una fascinación por los elefantes y es el animal fetiche de mi madre, por ser muy poderoso, así que los dijes de elefantes en oro son una de mis debilidades. El elefante es la fuerza dentro de la tranquilidad que yo busco como equilibrio personal. Entonces, estas piezas son un tributo familiar muy personal y me gusta la idea de poder darle varios usos a la misma joya. Se puede usar como collar y como pendiente, y el elefante bebé viene con un argolla para usarlo de aro.
CAMINO AL ANDAR
Cuando se le pregunta a Lacombe acerca de los aprendizajes que tuvo al emprender, no duda la respuesta ni un segundo: “Invertir demasiado en aspectos que no estás segura si van a funcionar o no. Un error grande fue hacer mucho stock de joyas en vez de trabajar a demanda. Luego tuve que hacer rebajas de cadenas que no se vendían, y es una lástima tanto para los que compraron a precio real y para mí, que es mi trabajo, estar regalando el esfuerzo. Ahora se produce lo justo y necesario de lo que está vendido y así no se devalúa ni el producto ni la marca”, comenta Sophie, quien además aprendió en la Argentina de nuevas formas de sustentabilidad aplicadas a la joyería. “En Francia no se estila reciclar oro para hacer piezas de lujo. Mi joyero me comentó que, antes de comprar oro nuevo explotado en las minas, prefería comprarles a laboratorios que lo fundían de piezas ya creadas. Me pareció una oportunidad interesante que nunca hubiera tenido en cuenta”, dice la emprendedora, que además produce de manera local tanto en Buenos Aires como en Francia, para reducir la huella de carbono.