Con cinco campeonatos del mundo, en 2021 conquistó las 24 Horas de Le Mans. A los 38 años, se dispone a seguir escribiendo su historia. Fuimos a conocerlo a Río Tercero, el lugar donde empezó todo.
Fotos Sebastián Salguero
José María “Pechito” López se para delante del casco que sostiene frente a sus ojos y le habla: “Estoy viendo a Pechito, al verdadero. El que está ahí adentro es Pechito cien por ciento. No tiene miedo, no le preocupa lo que dicen los otros, están sus pasiones. Ese soy yo arriba del auto, corriendo”. Lo dice durante la sesión de fotos en el museo que tiene al lado de su casa familiar, en Río Tercero, la ciudad cordobesa donde nació y a la que regresa siempre. Le sigue un silencio, como un punto y aparte que deja reposar esa frase que define su vida. Pechito habla fuerte, su voz está acostumbrada a sonar por encima de los motores. Cuenta que echa de menos Europa porque extraña las carreras.
Su vida debería estar en una película. Empezó a correr en karting a los 9 años y a los 38, el año pasado, ganó las 24 Horas de Le Mans (Francia) junto al japonés Kamui Kobayashi y el inglés Mike Conway. Le Mans es una de las tres pruebas míticas del automovilismo mundial junto al GP de Mónaco de Fórmula 1 y las 500 Millas de Indianápolis (EE.UU.). “Ganar Le Mans era mi objetivo máximo, y ahora me propongo ganarlo de vuelta”, asegura este hombre de 69 kilos con un ave fénix tatuada en su espalda, el ave que en la mitología griega renace de sus cenizas.
Como piloto oficial Toyota en el Campeonato Mundial de Resistencia (WEC), además de triunfar en las 24 Horas de Le Mans, se consagró campeón en 2020 y en 2021. Antes, con Citroën, había sido tricampeón mundial de autos de Turismo (WTCC) en 2014, 2015 y 2016. También obtuvo los títulos de Fórmula Renault Italiana (2002), Europeo de Fórmula Renault V6 (2003), TC2000 (2008 y 2009), Top Race (2009) y Súper TC2000 (2012).
Aunque parezca una locura, su camino no puede valorarse solo por sus descomunales logros, que son los más importantes y trascendentes después de las cinco coronas en Fórmula 1 de Juan Manuel Fangio, sino, sobre todo, por cómo se sobrepuso a sus frustraciones y cómo llegó a cada conquista. A esta altura, cabe aclarar que su sueño había sido ser piloto de F1 y estuvo a tiro dos veces, sin poder alcanzarlo. La primera fue en 2006, cuando era piloto de pruebas de Renault en F1 y le dijeron que se terminaba su contrato porque habían elegido al finlandés Keijji Kovalainen para seguir. La segunda, en 2010, cuando el equipo estadounidense USF1, timoneado por Peter Windsor, lo buscó para pilotar uno de sus autos, pero finalmente el proyecto tampoco se concretó. Las dos veces primó la cuestión presupuestaria. Las dos veces tuvo que volver a empezar. Otro hubiera tirado la toalla.
“Pecho padre” –como le dicen– nos recibe, y mientras esperamos a Pechito en el living de su casa, nos cuenta: “Le armé el quincho para que se quede ahí y se lleve el simulador [un auto de carrera que funciona en una computadora con las prestaciones del real]. Hasta anoche estuvo probando acá en el living, no para nunca”. Pechito llega de entrenar, viene de estar tres horas andando en bicicleta, en la ruta. Lo hace todos los días en Mónaco, donde reside, y también acá. “Este año llevo 18 mil kilómetros en bicicleta, más que arriba del Toyota”, se ríe. Su rutina se completa con otra hora de gimnasio, para fortalecer el cuello –por la fuerza G de los autos en las curvas–, la zona media del cuerpo y los brazos. “Siempre me gustó estar bien y mejor o más de lo que me hiciera falta, por si se abría una puerta en algún lado. Me ayudó mucho eso. Pero, además, con la edad que tengo, para permanecer en este nivel tengo que estar 150 por ciento”, afirma.
En el museo se puede recorrer su vida. O sus carreras. Pasa frente a los reconocimientos que obtuvo y se detiene frente a algunos de los trofeos y copas de sus triunfos en el WTCC (27): “Esto es lo verdadero. Están los que valen, todos los que gané en la pista”.
- Cuando te mirás a los 14 años, cuando te fuiste a Europa, y te mirás ahora, ¿qué sentís?
Tomando el lugar este [el museo] como un santuario, venís acá y mirás todo lo que hiciste, recorriste, y siento un poco de orgullo. Porque la verdad, más allá de que hubo tropezones y golpes, lo que logré y lo que me dio el deporte es mucho.
- ¿Por qué llevás siempre la bandera argentina al podio?
Porque uno de los privilegios y mi mayor orgullo es poder representar a mi país. Seguir lo que empezó Fangio y, más allá de que estamos en épocas difíciles, poder continuar llevando el nombre de Argentina. Es el país de uno, de la familia de uno, de las formas de uno, de la tierra de uno.
- ¿Cómo te preparás para la exigencia de una carrera de 24 horas?
Terminan las 24 Horas de Le Mans y a partir de ahí empiezo a pensar y trabajar en la próxima. Físicamente tuve que mejorar mucho, más allá de que siempre estuve muy metido en el tema físico. Cuando llegué a estos autos, acentué la preparación. Acá estás varias horas manejando a fondo, tenés que estar concentrado, y te exige el físico, porque son autos prácticamente de la F1 con las ruedas cubiertas. También bajé cuatro o cinco kilos, porque mis compañeros son superlivianos y el peso es importante. Soy muy competitivo.
- ¿Cuál es tu rutina habitual?
Adopté mucho la bici, porque da capacidad aeróbica. Estás muchas horas como en el auto y dentro de la misma frecuencia cardíaca. Además, te ayuda a resistir el dolor. En el auto, vamos metidos en un espacio ajustado, y por ahí se te acalambra la espalda o una pierna, y no te podés mover o estirar, porque estás atado y a fondo. Entonces, tenés que aprender a resistir el dolor.
- ¿Tenés algún hobby o alguna actividad para relajarte en algún momento?
La bici. Me relaja mucho. Cuando salgo a andar, dejo el teléfono, dejo todo, me desconecto del mundo, y es mi cable a tierra. Me gusta mucho el simulador, tengo uno. Soy una persona muy de hogar, me gusta estar en casa, ver una película, leer algo, jugar algún juego en la compu con mis amigos. Soy bastante simple en ese sentido.
Adentro de la pista o afuera de ella, Pechito es frontal: “No soy especulador, soy sanguíneo y aguerrido. Siempre me caractericé por ir a buscar, he cometido errores por eso, pero siempre dije que, más allá de haberme equivocado por ser impulsivo o muy aguerrido, prefiero lograrlo con mi estilo”.
“No soy especulador, soy sanguíneo y aguerrido. Siempre me caractericé por ir a buscar”.
Dice que en el gran duelo de la F1 prefiere a Lewis Hamilton por sobre Max Verstappen (“Me gusta su temple”) y reflexiona sobre las cualidades que hacen la diferencia entre los mejores pilotos y el resto, en la elite del automovilismo, en la F1 o el WEC: “Es la mentalidad, la fortaleza mental y, sobre todo, la constancia. Pilotos como Fernando Alonso, Hamilton o Verstappen no van a tener una pista que les cae mejor que otras. Ellos rinden en todas las pistas, en cualquier condición, con lluvia o con piso seco. Están siempre y esa es la diferencia más grande, su constancia. Por eso ganan campeonatos”.
Reconoce también que “podés tener todo el talento del mundo, manejar como los dioses, pero si el auto no te acompaña, no vas a estar adelante”.
- ¿Qué cambió en tu mentalidad y en la conducción entre 2006, cuando estuviste por ingresar en la F1 con 23 años, y este momento, en el WEC, con 38?
Hoy estoy en el tope, en el mejor momento de mi carrera deportiva. Si bien en algunas cosas siento que, por los años, me va costando un poquito más, le sumo la experiencia, y siento que soy más completo de lo que era cuando tenía 20 o 23 años. Me siento muy bien físicamente. Con 38 años me comparo con chicos de 20, que quieren ingresar al lugar donde estoy y los equipos los empiezan a probar. La sangre joven viene con mucha motivación, muchas ganas. Entonces, si uno no sigue manteniendo prendida esa llama, es muy fácil no estar a la altura.
- ¿Cómo se mantiene la velocidad?
Es mucho trabajo mental. Para mí, la edad no es un límite, es mucho más la cabeza de uno. Sin embargo, en un punto, en el nivel en donde estoy, soy considerado alguien ya grande, que tiene 38 años. Pero estamos hablando de un nivel de elite, prácticamente F1. Después, en categorías de turismo, donde los reflejos son menores, el desgaste físico es menor, la exigencia es menor, uno puede estirar bastante más.
- ¿Cómo se desafía o se motiva de nuevo un deportista en ese nivel?
Siempre he sido criticado y cuestionado por este tema. Cuando estaba en la Argentina, considero que mis seis años fueron muy buenos, con muchos campeonatos y siendo protagonista todos los fines de semana en cualquier categoría. Cuando me fui a Europa (a correr en WTCC), todo el mundo me decía “¿Por qué te vas?, si acá te va muy bien”. El asunto es que siempre he querido seguir creciendo, volver al alto nivel en Europa, y nunca me gustó estar en “la zona de confort”. Cuando me fui, estuve tres años en el nivel más alto de lo que es autos de turismo, gané todo, pero sentí que me faltaba algo más, que quería medirme a otro nivel, con pilotos de Fórmula 1 o ex-F1, en un auto que me exigiera físicamente para seguir creciendo. Ojo, nunca desmereciendo el lugar en donde uno está, porque cada categoría es difícil, no hay campeonato que sea fácil. Y todo el mundo me dijo: “Sos el rey del WTCC, te podés quedar y batir el récord de Iván Müller de cuatro campeonatos, tenés la edad” y cosas así. Pero nunca lo vi por ese lado, sino por el hecho de exigirme y buscar nuevos desafíos. Cuando llego adonde estoy ahora, siento que me encuentro en un lugar donde siempre quise estar, porque me mido con pilotos de la elite, con Alonso, Sebastien Buemi o Kobayashi… Siempre aparece un objetivo, una meta. Si no tenés un rumbo en la vida, sos una caléndula. Ganar Le Mans era mi objetivo máximo y ahora me propongo ganarlo de vuelta. Y, sobre todo, tratar de mantenerme a este nivel la mayor cantidad de años posible.
PING-PONG
¿Un número? El 37.
¿Un circuito? Nurburgring, el infierno verde.
¿Una carrera? Le Mans.
¿El mejor día de tu vida? Todos los días.
¿El peor día de tu vida? El día que perdí Le Mans por el cambio de gomas (2019), pero el peor día de mi vida fue cuando me enteré de que me tenía que volver de Europa, en el 2006.
¿La “máquina” más impresionante que manejaste? El Renault R26 de F1.
¿Algún día te quisiste bajar de un auto porque era un desastre? Nunca.
¿Sentiste miedo? Miedo no sentí nunca, pero sí mucho respeto por lo que uno hace, es un deporte de riesgo.