La pareja dirige la etiqueta de lujo desde París, donde presenta sus colecciones con estampas que evocan temáticas argentinas, piezas de cuero y moldería con aires belgas, en plena deconstrucción.
Foto Patricio Pérez
Cuando el diseñador argentino Juan Hernández Daels rindió el examen de ingreso en la Academia Real de Bellas Artes de Amberes (Bélgica) hace 20 años para estudiar Diseño de Indumentaria, ni siquiera sabía quiénes eran los diseñadores Martin Margiela, Ann Demeulemeester, Dries Van Noten o Walter Van Beirendonck. En aquel momento, durante la entrevista, le preguntaron quién era su diseñador preferido, y él contestó “Custo Barcelona”, porque era el único que conocía.
Daels, quien había incursionado un par de años en Diseño Industrial en ORT, quiso estudiar en esa universidad por recomendación de sus padres, argentinos de nacionalidad belga. Luego de presentarse al examen de ingreso durante dos años seguidos logró entrar, para recibirse con honores y con las mejores notas de los últimos 20 años. Hoy comanda la marca de lujo que lleva su nombre y vende on-line en Farfetch, en París y en Buenos Aires, con una gran proyección internacional y con base en la capital francesa. Allí vive con su novia y socia, Josefina Roveta, que está a cargo de la estrategia de negocios y comunicación de la etiqueta.
- ¿Qué fue lo mejor de haber estudiado en Amberes?
Juan Hernández Daels: La capacidad creativa que te inculcan y cómo te ayudan a desarrollar una identidad propia. No es una universidad que cree soldados, como La Cambre –en Bélgica– o Saint Martins, de donde salís haciendo 50 dibujos técnicos por día. En la academia te enseñan a explorar tus formas, tus recursos y tu campo creativo.
- ¿Cómo describirían los diseños de la marca?
Josefina Roveta: Los diseños responden a una identidad antagonista entre la estética belga, con un uso de recursos supermasculinos, de cierta rigidez y austeridad, donde predomina la intelectualización y la importancia de la construcción, con lo argentino, más colorido, sensual y que muestra más la piel. De esa oposición de lenguajes surge la riqueza de Daels.
“Nuestros diseños son piezas icónicas, de muy buena calidad y casi únicas”.
Juan Hernández Daels
JHD: Son piezas icónicas, de muy buena calidad y casi únicas para personas a las que les gusta distinguirse, que se animan y no tienen miedo a mostrar su lado vulnerable o sensual, pero, a la vez, tienen cierta audacia y aire masculino típico belga.
- ¿Y cómo identificarían a su clientela?
JR: Es una mujer fuerte, internacional, que podés encontrar en la Argentina, en París o Tokio, que entiende la plusvalía que hay detrás de la construcción de una prenda de diseño, que aprecia la calidad de los materiales y el corte. Una persona curiosa, de cierto refinamiento y elegancia.
- Presentaron su última colección en el Palais de Tokyo, para la Semana de la Moda en París. ¿Cómo fue su desembarco en el calendario oficial y por qué apuntaron a ese mercado?
JHD: A fines de febrero del año pasado presentamos “Pizza con Champagne”, la colección inspirada en la estética opulenta y sexual de los 90, en contraposición con el desastre económico y social, con el cierre de miles de fábricas. Pudimos presentarla en París gracias a la Federación de la Alta Costura y la Moda, que cuenta con el apoyo del Comité de Desarrollo y Promoción de la Industria de Moda y brinda ayuda a marcas emergentes locales e internacionales para su desarrollo comercial. Cuando sos parte del calendario oficial parisino, se genera una mayor visibilidad, y por suerte tuvimos rebuena convocatoria de prensa internacional, de bloggers y también vinieron varios compradores. Todo eso se tradujo en varias consultas de las mejores tiendas internacionales, que son las que después realizan los pedidos comerciales. Nosotros apuntamos al mercado europeo, a Nueva York y a China, que mandan a sus compradores a París para hacer pedidos de diseñadores de todo el mundo. Se toman un buen tiempo hasta hacerte el primer pedido, quieren ver la evolución de tu marca y la constancia en el mercado, porque allá hay mucha competencia y muchos diseñadores talentosos.
- ¿Qué estructura tienen para poder producir estas colecciones que venden afuera y en el país?
JHD: Tenemos el taller y el showroom en el Palacio Devoto, en Palermo Chico, desde donde producimos las muestras y la colección con cuatro talleristas. Es una pequeña empresa, todos crecimos y aprendimos a trabajar juntos. Por ejemplo, la diseñadora que nos asiste arrancó con nosotros como pasante, cuando todavía estudiaba en la facultad. Primero hacemos un muestrario de colección de 30 siluetas y aproximadamente 50 prendas que se exhiben afuera. Allí se emiten las órdenes de compra, que se entregan a los cuatro meses del pedido, y a la vez se prepara la misma colección, que se venderá en nuestro showroom de Buenos Aires.
- ¿Cómo articulan ser, a la vez, socios y pareja?
JR: Lo que tiene que ver con la gestión de la colección, la creatividad y el desarrollo lo hace Juan, y yo me ocupo más de la comunicación y las presentaciones de colecciones. En función de la estrategia comercial se define qué se va a producir, las piezas de desfile y las que vuelven. Como está todo muy sobreentendido, es muy fácil la comunicación, y la principal virtud es la confianza, pero la desventaja es la crudeza; no le diría nunca a un colaborador de trabajo cosas tan ásperas como le digo a Juan.
JHD: Es un constante de adaptarse y entenderse. Tuvimos que hacer un compromiso: hasta las ocho, nueve, se trabaja [se ríe], y después cortamos.
Más información:
Nuevas pieles
Para la próxima colección, Juan Hernández Daels continúa explorando la argentinidad desde sus íconos y símbolos para reinterpretar la cultura y llevarla al mando, en especial a Nueva York y Asia, sus próximas aventuras. De una manera sutil e intelectual, la identidad local aparece como finos trazos que lo distinguen en el mercado internacional. “La escarapela aparece en todas las siluetas y en prints en seda, pero enredada –cuenta Juan Hernández Daels, emocionado con la nueva propuesta de invierno–. También lo local se ve desde la moldería, en incorporaciones en las piezas, a modo deconstructivo u ornamental, como accesorios de cuero, que estamos diseñando en conjunto con Peter Kent, con opciones de contenedores, apliques y monturas de cuero para el cuerpo humano”.