Cumple 34 años en el periodismo, una profesión que heredó repentinamente. Obsesivo del trabajo, vive a full, pero siempre haciéndose tiempo para disfrutar de su familia: “El mejor momento del día es cuando vuelvo a casa”.
Las tropas aliadas cruzaron el canal de la Mancha hacia Francia y desembarcaron en Normandía, en una operación clave para el posterior éxito en la Segunda Guerra Mundial. El desembarco está recreado en una de las habitaciones del hogar de los Andino: Guillermo colecciona soldaditos y armó la escena en una maqueta que cada tanto es vandalizada por Ramón, su hijo de cuatro años. Es una de las tantas colecciones que tiene el periodista, que también junta muñequitos de los chocolates Jack (los de Los Simpson, específicamente), revistas El Gráfico e historietas nacionales. “Ahí hay buenos recuerdos, porque muchas de las cosas que yo tengo me las compró mi viejo, y cuando veo esos juguetes, me acuerdo de cuando jugaba con él. Es lo que me pasa ahora con Ramón. No sé si el día de mañana va a ser coleccionista o no, pero probablemente cuando vea un juguete de estos, se va a acordar de mí”.
La suya es la historia de alguien que tuvo que hacerse cargo. Tenía 19 años cuando falleció su padre, el periodista Ramón Andino, y Guillermo heredó su trabajo y sus responsabilidades hogareñas. Mientras decidía qué quería para su futuro, se encontró con que debía continuar la carrera de su papá. No eludió nada, puso el pecho, y hoy elige recordar los momentos luminosos de todo el recorrido. En su casa, además de su mujer y sus tres hijos, está siempre presente la figura de su padre, una influencia que no perdió fuerza a pesar de haberse ido muy pronto. “Yo tenía 19 cuando mi viejo falleció, pero son los años que te marcan la educación de por vida. En el colegio también te instruyen, pero –en mi opinión– la verdadera educación y los verdaderos valores nacen en casa. Todo lo que me inculcó mi viejo fue fundamental, no solo para el desarrollo posterior de mi carrera, sino para la vida. Para darme cuenta de cuáles eran las prioridades: la familia, la honestidad. Él no me vio a mí en la televisión, pero me decía ‘En cualquier carrera que sigas, nunca respondas a intereses espurios. Siempre con lo mejor, con la excelencia’. Eso a mí me da la posibilidad de rendirle un tributo diario a Ramón. Falleció en el 87, ni Internet conoció, pero hay algo que no cambia, que son los valores fundamentales. Como dice el papa: ‘El hospital más importante en el que uno puede recaer siempre es la familia’. Cuando te está pasando algo bueno y no tanto también. Yo lo vivo así y lo practico, porque, para mí, el mejor momento del día es cuando vuelvo a casa”.
- Tenía 50 años cuando murió, vos hoy tenés 52, ¿te produjo algo pasarlo en edad?
Fue impresionante. Cuando mi viejo falleció, lo veía como una persona grande. Yo hoy, con 52 años, una hija de 19, otra de 13 y un hijo de 4, me siento joven, vital. Tenía 30 años más de laburo para, con su carisma y su linda forma de ser, seguir estando cerca de la gente a través de los medios. Muchos de su generación no se cuidaron y se fueron jóvenes… Por eso odio el cigarrillo.
- El escritor Javier Cercas dice que nuestros antepasados viven en nosotros, porque nos miramos al espejo y los vemos a ellos. En tu caso, también el comienzo de tu carrera es la continuación de la suya, porque agarraste donde él dejó…
Sí, fue una posta bastante cargada de muchos condimentos. Desde lo positivo, la familiaridad que tenía la gente con el apellido, con mi viejo recién fallecido. El cariño, la aceptación del pibe al que le daban lugar en la redacción. También fue estresante, y es innegable, porque mi viejo no dejó una gran herencia material, que para mí tampoco era importante, pero hizo que tuviera que ayudar en mi casa, a mi vieja, a parar la olla. Fue un cambio repentino, eso de “El hombre propone y Dios dispone”. Mis planes eran mucho más a largo plazo, y me di cuenta de que uno tiene que vivir mucho el día a día. No es una frase hecha. Está bien planear, pero no pasarte la vida planeando, sino disfrutar lo que te está pasando ahora y darte cuenta de que esos golpes son los que atraviesan la vida de uno.
- ¿Sos nostálgico?
En cierto sentido, sí. Yo creo que todos somos nostálgicos, aunque algunos no lo demuestran. La nostalgia es ese sentimiento que uno tiene por cuestiones que vivió en el pasado y que lo llevan a pensar. En mi caso, en cosas agradables. Trato de no recordar el día en que mi viejo falleció. Fue un 6 de marzo. Quiero recordar las charlas que tenía mientras él estaba vivo, el tiempo que me dedicó, que para mí fue lo más importante.
Luego de 16 años al frente del noticiero de América, comenzó 2020 de nuevo con el desafío de llevar adelante un magazine, Informados de todo. Al mismo tiempo, conduce el ciclo Energía argentina, mantiene junto a su mujer el programa Andino y el país, y con su productora, Argen S.A., motoriza otros dos (Ambiente y medio, y Cinetec). “Me gusta el formato porque está atravesado por lo informativo, que es a lo que me he dedicado toda la vida, pero también hay espacios para distenderse y para ejercer el periodismo desde otro lado, generando un ámbito mucho más intimista, hacer un mano a mano, y después darle participación al panel. Es volver a crecer en el medio. Son dos horas y media al aire por día, un montón de tiempo y, sin embargo, se pasa rápido. Como soy tan obsesivo de este trabajo y quiero que todo salga bien, cuando termino nunca estoy contento del todo”.
- ¿Es tu costado de productor?
Sí, seguramente. Hace varios años que empecé a ver lo que era estar del otro lado del mostrador: formar equipos, producir, pagar sueldos, ser creativos. Cuando el país lo permite, se puede hacer un poquito más; cuando no, te tenés que retraer, porque no querés echar a nadie, sino que todos sigan trabajando con vos. Argentina es así. Darle trabajo a la gente es devolver lo que me dio el medio. Es lo mejor que me pudo pasar. A mí me gusta que la gente que está a mi alrededor crezca, porque se genera un círculo virtuoso en el que crecen los programas y crezco yo como conductor.
Como soy tan obsesivo de este trabajo y quiero que todo salga bien, cuando termino nunca estoy contento del todo”.
En estas más de tres décadas al frente de ciclos informativos, Andino se encontró con asuntos que jamás se resuelven, con la característica cíclica de muchos de los problemas del país, que siempre están volviendo: “Hace poco, en una reunión de producción con el equipo, donde hay gente de 40, de 30 y de 20, cada uno recordaba siempre plazos más extensos de la Argentina en crisis que de la Argentina en bonanza. Si ponés un tape de Polémica en el bar en la época de los 60 y 70, se habla de las mismas cosas: de la inflación, de que no te alcanza la guita…”, comenta. “Hay otros temas, en cambio, que en estos últimos años ganaron espacio en la sociedad y los medios, como la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y oportunidades. Afortunadamente, esto nos ha ayudado a todos a deconstruirnos. Yo tengo una hija de 19 y una de 13, e intercambiamos permanentemente pensamientos. Les hablo del país machista en el que fui criado. Mi viejo era un adelantado, el respeto por la mujer lo tenía a flor de piel. Pero era una época en la que todavía se la veía como la persona que se tenía que quedar en la casa cuidando a los hijos. Mi viejo no era así. Entonces, yo aprendí con los valores actuales, pero siempre hay algo más por aprender. Soy de una generación intermedia entre la crianza del país machista y lo que vino después. Falta un montón: los CEO de las empresas son hombres, en su mayoría; la igualdad en cuanto a la remuneración mensual todavía no se ha logrado ni mucho menos. Ahora, en lo personal, en los grupos que he conformado de producción, nosotros siempre respetamos la disparidad, porque sabemos que con igual cantidad de hombres y mujeres confluyen cosas mejores”, explica.
- En un programa de radio dijiste en broma que acordaste la fecha de parto de tu hija mayor con el ginecólogo, a espaldas de tu mujer, para hacerla coincidir con un triunfo histórico de Racing. Después en casa te retaron ambas…
Sí, exactamente. Lo dije en su momento: fue una broma de mal gusto. Uno aprende siempre, todos los días. Si no estamos para decir “Perdón, me equivoqué”, ¿qué nos enseñaron de chicos?
Soy de una generación intermedia entre la crianza del país machista y lo que vino después.
Su hija mayor, precisamente, hoy tiene 19 años, la edad en la que él comenzó a trabajar en televisión. En un momento, se interesó por la comunicación, aunque luego se volcó hacia las ciencias políticas. Le tira el periodismo, pero, al mismo tiempo, no se siente atraída por la exposición que ve que tiene su padre. “Me parece muy bien que resguarde su privacidad. A Sofi le sacaban fotos ya dentro de la panza… Yo crecí con un viejo famoso y la entiendo, porque si bien no me fastidiaba, cuando lo rodeaban para pedirle fotos y autógrafos sentía que me estaban robando un poquito del tiempo que era para mí. Te digo esto porque, a lo largo de la vida, y con tres hijos, me doy cuenta de que lo que más van a valorar ellos no es si les dejás una cuenta en el banco, sino el tiempo que les dediques”.
El falso Guillermo
En Twitter, @AndinoOkey tiene casi 43 mil seguidores, pero no es Guillermo, sino alguien que se hace pasar por él y construyó un personaje humorístico y naif. El Andino real no tiene cuenta personal en ninguna red social (sí aparece eventualmente en el Instagram de Carolina Prat, su mujer, y también en las cuentas de cada uno de sus programas). Cuando se enteró de la existencia de este fake, quiso darlo de baja. “Lo denuncié, pero esta persona después puso en su bio ‘Cuenta de un admirador’, entonces es como la letra chica de un contrato y no se puede hacer nada. Creo que, a lo mejor, detrás de un fake hay una cosa medio patológica no resuelta por parte del que toma una identidad falsa. Usa las fotos que pone Caro y las que salen en las revistas, y habla como si fuera yo. A veces alguien cae en la trampa, como una vez pasó con Radio Mitre, de donde me llamaron para hacer una nota por algo que publicó esta persona. Ya no me genera nada, solo me interesa que no se meta con mis hijas”.
Fotos: Patricio Pérez.