Universidad: Claves para llegar mejor

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¿Cómo lograr una adecuada preparación para iniciar la nueva etapa de formación académica? ¿Por qué hay tanta inestabilidad durante el primer año? Los obstáculos más frecuentes y la importancia de la decisión vocacional.

Por: Valeria García Testa

 

Según una encuesta realizada entre 5000 jóvenes argentinos, el 58 por ciento abandonó la carrera durante el primer año. El dato es contundente y se mantiene en los últimos siete años sondeados por Interuniversidades.com, red social y buscador exclusivo para estudiantes y universidades. “Las cifras oficiales indican que solo dos de cada diez logran concluir sus estudios universitarios”, dice Alexis Genuth, CEO de esa plataforma. Julieta Beistegui, economista y cofundadora de Viaedu.com, asegura que si bien se trata de una problemática a nivel mundial, es mucho más fuerte en América Latina. “La Argentina es uno de los países con mayor tasa de deserción universitaria en el mundo”, afirma. La psicopedagoga Martha Beck, vicepresidenta de la Asociación de Profesionales del Quehacer Psicopedagógico, acuerda con que es muy alto el índice de fracasos en los ingresos y en el primer año de la universidad. “La baja tolerancia a la frustración y la búsqueda de la satisfacción inmediata traen aparejados abandonos y cambios de carrera”, señala. Además, suma un dato objetivo:los alumnos del último año del secundario son los que suelen dedicar menos tiempo al estudio. ¿Qué hacer para revertir la estadística negativa?

Uno de los mayores obstáculos con los que tropiezan los recién egresados de la escuela secundaria es que se encuentran con una realidad muy distinta a la que conocían. “En general, tienen poca información. El sistema universitario, sobre todo en las universidades públicas, es completamente diferente del de la escuela secundaria, ya sea por los horarios, las clases, las variadas metodologías de los profesores y el nivel de exigencia, entre otras cosas. Además, necesitan un grado de autonomía del que muchas veces carecen, y también los afecta la pérdida del grupo social de pertenencia”, detalla Martha Beck.

Magdalena Fielder, psicopedagoga de Viaedu, explica que la habilidad de aprender se comienza a trabajar desde muy temprano en el colegio y que, al empezar los estudios postsecundarios, se espera que todos los recursos cognitivos y conocimientos previos permitan transitar esta nueva etapa de manera satisfactoria. Pero no siempre se da así. Silvia Diuan es directora del Centro Integral de Profesores (www.c-i-profesores.com.ar) y palpa la realidad de quienes llegan empujados por la desesperación de rendir previas, prepararse para los cursos de ingreso a distintas universidades o pedir una soga que los rescate de cursadas que no pueden seguir. “En general, los jóvenes vienen desprovistos de estrategias de sinopsis y de técnicas de estudio. Además, no entienden lo que leen, un hecho cada vez más frecuente”, dice Diuan. Otra característica de esta camada es que, atados al mundo digital, a los adolescentes actuales les cuesta mucho expresar y entender las ideas de un texto de nivel superior. “Lo que vemos es que hay dificultades de semántica, de léxico, de cohesión textual y para establecer inferencias y relaciones, entre otras cosas”, detalla Martha Beck. El acceso libre e instantáneo al conocimiento hace todavía más necesaria la habilidad para jerarquizar y seleccionar datos, algo que suele no estar del todo desarrollado.

“Hay que ayudarlos a informarse y brindarles las herramientas para que logren autonomía y confianza en sí mismos. Y reconocer que es el camino de los hijos, no el propio”.
Martha Beck

 

La falta de preparación viene de los niveles anteriores, “porque el adquirir destrezas y recursos es algo que se juega en el tránsito de toda la escolaridad. Aun así, si se trabaja y se practica, todos pueden hacerlo, aunque requiere nuevos hábitos, poner en marcha técnicas y comprometer su tiempo”, afirma Diuan. Para Martha Beck, existe una disparidad grande en la educación secundaria argentina. “Hay alumnos que transitan el secundario como un trámite, una mera obligación, y no llegan bien preparados para enfrentar los desafíos de la vida universitaria”, explica. En el mismo sentido, Diuan aconseja empezar a ocuparse desde bastante antes de terminar quinto año. “Hay que estar atentos desde el inicio del nivel medio para detectar si se necesita apoyo en algún área. Siempre es mucho mejor y más fácil de revertir si podemos encarar la problemática a tiempo”, dice.

Fielder menciona otra gran dificultad que se agrega a lo meramente académico: el miedo a elegir de manera incorrecta. Hay una marca generacional que se acopla a la siempre ardua tarea de encarar una nueva etapa: “Estos son jóvenes acostumbrados a los resultados inmediatos, sin paciencia y con poquísima tolerancia a la frustración”, describe.

 

MANOS A LA OBRA

Para Martha Beck, es altamente aconsejable el contacto previo con la universidad. “En algunas instituciones se realizan programas de articulación con el secundario. Por ejemplo, los sábados se implementó un programa en la UBA que brindaba lectura de análisis y producción de textos literarios, de textos informativos y argumentativos, y comprensión de información matemática. Lo hicieron debido al alto índice de deserción en el primer año de la universidad”, explica la especialista. Su consejo es que, incluso antes de decidir la carrera, los futuros ingresantes “respiren el ambiente universitario”. Y para eso vale tanto caminar los pasillos de las facultades por las que se inclinan, como hablar con quienes ya estén cursando carreras que les resulten interesantes y con sus profesores. Las redes sociales pueden ser una gran alternativa para ponerse en contacto con estudiantes, profesionales y directivos de carreras afines.

En lo que respecta a lo netamente curricular, la especialista afirma que es fundamental que los jóvenes afiancen tanto los conocimientos específicos de las materias que sean base de las carreras que vayan a encarar, como también que pongan el acento en cuestiones más integrales, como la metodología de estudio e investigación.

 

HIJOS GRANDES, DESAFÍOS GRANDES

Quienes llegan a la universidad ya son mayores de edad, y eso implica la responsabilidad y la autonomía para desplegar las alas y hacer la propia experiencia. Hace 25 años, los padres de un preuniversitario no solían involucrarse demasiado en el día tras día del estudio de sus hijos, pero “esta generación no se desenvuelve tanto por sí misma, quiere las cosas más servidas, es la generación del copiar y pegar, y de la instantaneidad”, explica Silvia Diuan. Entonces, ¿qué rol desempeñan los adultos, teniendo en cuenta que la formación académica conlleva un cambio necesario en la etapa de vida? Magdalena Fielder sugiere practicar el difícil arte de acompañar sin invadir ni apropiarse de la experiencia. “Lo ideal es que estén muy presentes en el proceso, pero que puedan separar sus ansiedades, incertidumbres y frustraciones de las de sus hijos”, explica. Una vez más, el diálogo respetuoso es clave. “Hay que ayudarlos a informarse y brindarles las herramientas necesarias para que logren autonomía y confianza en sí mismos, permitirles el contacto con la realidad, hablar de las diferentes posibilidades económicas, estar abiertos a los cambios, ayudarlos a levantarse de las caídas (marcándoles que no son fracasos) y, sobre todo, reconocer que es el camino de sus hijos, no el propio”, propone Martha Beck.

Elegir es la cuestión

El abanico de carreras es tan amplio que puede resultar apabullante. Alexis Genuth propone tomar la vocación como una construcción y no como un designio divino. “La clave para la buena elección universitaria es apelar a los deseos personales e informarse sobre la carrera tanto en la universidad como en el mercado laboral, y visualizarse a uno mismo en ese contexto”. Julieta Beistegui acuerda con que hay que desdramatizar. “Una carrera no define la vida, menos en un contexto tan cambiante como el actual. Pero estudiar da herramientas para enfrentar el futuro y tener libertad para ir eligiendo diversos caminos y edificarse un rumbo”.