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ESTAR EN LA LUNA

Desde sus albores, la humanidad no pudo sustraerse a sus encantos. Casi todas las culturas le asignaron una sexualidad femenina, desde la egipcia Isis hasta la griega Selene, pasando por la incaica Quilla. La Luna fue una quimera, tema preferido de enamorados y poetas como Miguel Hernรกndez, quien imposibilitado de todo en una prisiรณn franquista le prometรญa a su hijito en las Nanas de la cebolla โ€œte bajo la Luna cuando es precisoโ€. Nuestro Lugones llegรณ a conformar un Lunario sentimental, y Borges sentenciรณ โ€œAriosto me enseรฑรณ que en la dudosa Luna moran los sueรฑos, lo inasibleโ€, recordando a Astolfo, aquel personaje de Ludovico Ariosto (1474-1533) que en Orlando Furioso encuentra en la Luna todo lo perdido en la Tierra: suspiros de amantes, los deseos no cumplidos, las utopรญas.ย 

Entre los libros sobre viajes a la Luna, el primero, sin dudas, fue el del autor griego del siglo II Luciano de Samosata (125-192), quien narra un periplo que comienza atravesando las columnas de Hรฉrcules para llegar a una isla desconocida en la que habรญa rรญos de vino y mujeres convertidas en vides. Cuando aรบn no salรญa de su asombro, fue transportado a la Luna por un extraรฑo viento en un viaje de siete dรญas y siete noches. Llegado a destino, pudo ver cรณmo los hombres quedaban embarazados en la pantorrilla, cรณmo los selenitas podรญan elegir entre ojos intercambiables y cรณmo las lรกmparas cobraban vida y hablaban arrojando su โ€œluzโ€ sobre las conversaciones. Despuรฉs de estas visiones lunares alucinantes, Luciano fue depositado de regreso en el mar de la calma.ย 

La Luna le sirviรณ a Cyrano de Bergerac (1619-1655) para ironizar sobre la Tierra a la manera de Tomรกs Moro en su cรฉlebre Utopรญa. Segรบn nos cuenta en Los estados e imperios de la Luna, en el satรฉlite de la Tierra hay una Casa de la Moneda en la que un eximio jurado cotiza los poemas y textos literarios. El guรญa de Cyrano en la Luna es nada menos que el demonio de Sรณcrates, quien le hace ver que el lugar estรก habitado por dos clases sociales: la grandeza, cuyo lenguaje remite a la mรบsica, y el pueblo, que solo se expresa con ademanes y gestos. Tambiรฉn nos describe un extraรฑo aparato portรกtil que usan los โ€œlunรกticosโ€ que les permite escuchar el texto de un libro en vez de leerlo.ย Pero fue un francรฉs nacido en Nantes en 1828, Julio Verne, el primero que osรณ conquistar la Luna con su poderosa y premonitoria imaginaciรณn en su novela De la tierra a la luna, publicada en septiembre de 1865. Allรญ Verne se burla del โ€œespรญritu emprendedor de la gran naciรณn americanaโ€ y de su espรญritu conquistador, que segรบn sus impulsores no tenรญa lรญmites terrestres. Ubica la acciรณn al final de la guerra en un para nada improbable โ€œGun Clubโ€ en el que sus miembros, fabricantes de armamentos desempleados, ponen en marcha el proyecto de conquistar la Luna a travรฉs de un proyectil lanzado por un gigantesco caรฑรณn Columbad emplazado en la Florida (muy cerca de donde realmente estarรญa el centro de lanzamiento espacial de Cabo Caรฑaveral). En el proyectil-nave, de dimensiones muy similares al de la Apolo, viajan tres astronautas, dos norteamericanos, el presidente del club โ€“al que Verne bautiza como Impery Barbicaneโ€“ y el capitรกn Nicholl y un francรฉs llamado Michell Ardรกn, su amigo el famoso fotรณgrafo. Tras una serie de peripecias en la Luna, los tripulantes amerizan. ยฟDรณnde? En el ocรฉano Pacรญfico, a pocos kilรณmetros del sitio donde lo hicieron los tripulantes del Apolo XI en 1969.

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