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ELLAS Y LOS REFRANES

En el vasto escenario del lenguaje, los refranes juegan un rol protagónico, revelando no solo nuestras formas de comunicación, sino también valores y creencias de la sociedad. En esta oportunidad, vamos a adentrarnos en el fascinante universo de las expresiones populares y la relación del lenguaje con el género. 

Los refranes y dichos populares son mucho más que ingeniosas frases; son portadores de la herencia cultural de generaciones. Según el lingüista Mijaíl Bajtín, estos se encuentran en el “lenguaje de la plaza pública”, ese espacio donde la voz colectiva se expresa. 

Ahora bien, el tema se pone feo cuando observamos que estos dichos perpetúan estereotipos que generan sesgos, como “Mujer al volante, peligro constante”, “Calladita te ves más bonita”, frases que encierran mucho más que simples juegos de palabras, pues refuerzan una visión despectiva hacia las mujeres.

Esta problemática, descrita por J. L. Austin, destaca que estos dichos no solo describen, sino que construyen realidades. Repetidos hasta el cansancio, sentencian ideas limitantes sobre la capacidad de las mujeres. Pierre Bourdieu señala que esto es un tipo de “violencia simbólica”, donde el lenguaje se convierte en una herramienta de dominación sutil que normaliza la desigualdad.

“Los refranes y dichos populares son mucho más que ingeniosas frases”.

Afortunadamente, en la actualidad, estamos siendo testigos de un despertar crítico. Movimientos feministas y de igualdad de género están impulsando la reevaluación del lenguaje.

Aunque cambiar dichos tan arraigados puede parecer arduo, es esencial para desafiar las estructuras de poder y las creencias arraigadas. Robin Lakoff, pionera en el estudio de lenguaje y género, ve en la modificación del lenguaje un primer paso vital hacia cambios sociales significativos.

También observamos casos donde los términos masculinos y femeninos adquieren connotaciones distintas. Por ejemplo, mientras “zorro” se vincula con astucia, “zorra” se utiliza como insulto. El perro es un animal, mientras que la perra es una prostituta. Esta disparidad no solo refleja sesgos de género, sino que también influye en las percepciones culturales.

El lenguaje, sin embargo, es un territorio en constante evolución. Nuevos términos como mansplaining (cuando un hombre explica algo a una mujer de manera condescendiente, paternalista y presumiendo que ella no lo sabe) y “techo de cristal” (barreras que impiden a las mujeres acceder a posiciones de liderazgo en el ámbito laboral) han emergido para nombrar dinámicas antes invisibles, visibilizando y desafiando barreras. Incluso los emojis se están adaptando, reflejando la diversidad y el empoderamiento femeninos en sus representaciones.

En última instancia, los refranes y las palabras que elegimos son un reflejo y un motor de nuestra sociedad. 

Al ser conscientes de su poder y trabajar para transformarlos, participamos en un cambio lingüístico que reafirma la equidad y la inclusión. Cada paso, por pequeño que sea, cuenta en la construcción de un mundo más justo y respetuoso para todos.

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