Una pausa para pensar o para dejarse llevar por donde lo dicten los deseos. Una pausa para llegar, para volver, para encontrarnos. Una pausa porque sí. Un regalo.
¿Cuántas veces nos permitimos estar con nosotros mismos? Sin el ruido que agobia, sin la lista de lo pendiente, sin encender la luz filosa de las pantallas en nuestro primer acto del día. ¿Cuánto hace que no nos detenemos? A mirar, “a mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”, como propone Alejandra Pizarnik a modo de rebelión. Una pausa profunda, que nos haga libres y, por eso mismo, felices.
Una pausa como la que experimentó Celeste Cid, nuestro personaje de tapa. A los 40 años, esta bella actriz que creció y maduró a la vista de todos se permitió revisar quién era y qué quería. Y fue la literatura la que le ofreció un terreno fértil donde nutrirse y experimentar. Celeste nos cuenta cómo fue recuperar textos e ideas escritas hace muchísimos años, y darse el permiso de crear en un formato que la desafía y en el que también se siente muy cómoda.
Una pausa es también lo que nos propone Aditya Mahajan. El especialista en meditación nacido en la India nos explica que es un error muy común pensar que esta práctica nos relentifica o nos hace perder el espíritu competitivo. “Lo que no entendemos es que la vida es un equilibrio entre la actividad y el descanso. Y el descanso para la mente se llama meditación”, define.
Siempre decimos que las páginas de nuestros columnistas son oasis en los que podemos hacer una pausa especial, porque son pura reflexión. Allí no solo encontramos información, sino también análisis e interpretación. Los invito a zambullirse en esas aguas. En esta edición, prestar atención a la columna de Enrique Orschanski. El pediatra se detiene en la epidemia de trastornos varios que se advierte entre los jóvenes integrantes de la generación Z, la primera generación familiarizada con la lógica digital.
Los invito, entonces, a preparar unos mates y hacer “la pausa Convivimos”. Allí los va a recibir la sonrisa pícara de Celeste Cid en la tapa. Pero hay mucho más.
Que la disfruten.
¡Buena vida!