Correo Postal 

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Aunque parezca muy extraño, hace ya varios años era común entablar amistades con personas de otras ciudades u otros países por medio de correspondencias. Algunos tomaban la posta y publicaban su dirección en una revista, los lectores elegían uno (o varios) y comenzaban un contacto vía correo. Sería algo así como hacerse de nuevos amigos en alguna red social.

También se escribían cartas a los padres o a los amigos que vivían en otras localidades o en otras provincias. Hoy el celular nos ha acercado tanto que hacer un relato en una carta sería algo muy anacrónico y que nos entregaría noticias muy atrasadas.

No olvidemos las tupidas cartas de amor. Juramento va, juramento viene, el correo unía corazones cual interminable cita romántica.

Cómo no rendirle un homenaje al encargado de enlazar comunicaciones a lo largo del mundo antes de la llegada de Internet y de los teléfonos inteligentes. Así, hoy el correo es nuestra estrella invitada.

“Correo” deriva del francés medieval corlieu, que es una fusión de los términos courir (correr) más lieu (lugar). En un principio, la voz hacía referencia a las personas que llevaban y traían la correspondencia, los correlugares. 

Por su parte, el término “postal” viene de “posta” (del latín, postum) más el sufijo -al, que significa “relativo a”. Las postas eran estaciones donde descansaban mensajeros y se alimentaban caballos, para luego continuar la travesía.

“El correo ha sido mucho más que un simple medio de transporte”.

Repasemos la historia del correo en América. En el antiguo Perú, la cultura mochica mostró los primeros pasos del sistema de correos en pictografías. Los mensajeros eran retratados como aves veloces que cargaban bolsas de mensajes, junto a plantas típicas del camino.

El imperio Incaico construyó vías, conocidas como la gran calzada real de los incas. Acerca de ellas, en 1533, Pedro Cieza de León escribió en su diario: “Superan a las romanas y a las que Aníbal hizo construir sobre los Alpes”. 

Los incas estaban organizados con un sistema de postas. Un mensajero avanzaba hasta la construcción denominada “tambo”, que funcionaba como alojamiento para los viajeros, y desde allí continuaba otro mensajero hasta el siguiente puesto.

El hatun chasqui (gran mensajero) y el churo mullo chasqui (mensajero con trompeta de coral) eran los encargados de asegurar las comunicaciones en todo el territorio. 

El atuendo de los chasquis consistía en unas plumas blancas en la cabeza, para ser divisados desde lejos, y una trompeta de calabaza que hacían sonar cuando estaban cerca del tambo, para que el siguiente mensajero estuviese preparado para continuar con la entrega.

Con los españoles, la corona tomó las riendas de las comunicaciones en América, estableciendo sistemas marítimos y terrestres que continuaban los caminos incas. Una vez más, se destaca la avanzada cultura precolombina.

El correo, en su rica historia, ha sido más que un simple medio de transporte. Ha sido un puente entre culturas, un vínculo entre seres queridos y un recordatorio de nuestra capacidad para conectarnos en este vasto mundo.