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Signos

“La lengua escrita es incompleta. Le faltan signos que nos permitan expresar ironía, rechazo, sorpresa”, me comentaba un amigo en una charla entre mates. Con estas palabras como puntapié, en estas líneas vamos a tratar de resolver qué podemos hacer con los signos ortográficos y qué queda librado al contexto.

Para comenzar, será necesario recordar que el código oral y el escrito comparten el sistema lingüístico, y que entre ellos existen interrelaciones e influencias mutuas. Sin embargo, la oralidad contiene elementos acústicos (entonaciones, cambios de voz, énfasis, silencios) que se dan la mano con la kinésica (gestos y movimientos corporales que acompañan los actos lingüísticos) y generan una comunicación oral que no tiene un reflejo fiel en la escritura.

Asimismo, la oralidad nos permite reforzar ideas, aclarar conceptos, corregir equívocos. Lo que queda manifiesto en la escritura pasará a las manos del lector, que, en intimidad con el papel, tendrá como tarea comprender el mensaje. Precisamente por esto, es necesarísimo el cuidado de lo que se escribe.

Los signos de puntuación son los encargados de organizar el discurso para facilitar su comprensión y son los que nos permiten poner énfasis, hacer silencios, manifestar ironía, de la manera más parecida a la oralidad.

Por lo tanto, la puntuación tiene un rol fundamental en la construcción del texto escrito, “de manera que aprender a puntuar es tanto como aprender a ordenar las ideas”, dice la Ortografía de la lengua española. Y agrega: “De la puntuación depende la comprensión cabal de los textos escritos; de ahí que las normas que la regulan constituyan un aspecto básico de la ortografía”.

Sin embargo, la puntuación por sí misma es incapaz de transmitir sorpresa, reproche, ironía; no da toda la información de la entonación. La construcción de contextos es fundamental a la hora de crear un ambiente.

“Los signos de puntuación facilitan la comprensión”.

Existen usos especiales de los signos de exclamación y de interrogación que abren un abanico interesante a la hora de incrementar la expresividad de los mensajes escritos.

Se emplean los signos de cierre encerrados entre paréntesis para expresar duda, en el caso del de interrogación (?); y para expresar sorpresa, en el de exclamación (!). En muchos casos, este uso manifiesta ironía. Por ejemplo: “No esperaba menos de él (?)”. “Henchido de orgullo por haber terminado de cursar a los 39 (!)”.

Si se busca darle un matiz interrogativo a una exclamación o un matiz exclamativo a una pregunta, se pueden combinar los signos o emplear los dos juntos: “¿Cómo te atreves!”. “¡¿A esta hora llegás?!”.

Para dar más carga expresiva, se pueden escribir hasta tres signos de exclamación para indicar énfasis: “¡¡¡Venganza!!!”. Y también tenemos la suma de signos, comúnmente vistos en las historietas: “#$?!!”. Con este cúmulo se expresan nuestras más profundas ganas de insultar, pero sin ofender a nuestros lectores con palabras insultantes.

En suma, la lengua escrita no es incompleta; solo es diferente al código oral. ¡Animémonos a combinar signos para más expresión! 

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