El muchacho se llamaba Fuad Jorge Jury y había nacido en Mendoza el 28 de marzo de 1938. En el reparto siempre desigual de la vida, le tocó nacer en un barrio pobre, ser abandonado por su padre y pasar muchos años internado en institutos de menores. Aquellos dolorosos recuerdos quedarían para siempre en su memoria y se convertirían en la materia prima de su magistral película Crónica de un niño solo.
Quiso ser cura, boxeador, un poco de todo. Le apasionaban los radioteatros, las historietas y el cine. Consiguió un papel casi de figurante en la película El ángel de España, de Enrique Carreras, pero su oportunidad le llegaría en 1958 de la mano de Leopoldo Torre Nilsson en la película El secuestrador y de Fernando Ayala con El jefe.
Le fascinó el mundo del cine, visitó varios sets gracias al estímulo de Torre Nilsson, un querido amigo que sería fundamental en el desarrollo de su carrera. En 1960 se animó a filmar su primer corto, El amigo, un recorrido por la mirada de la niñez sobre el mundo adulto protagonizado por un pequeño lustrabotas que sueña con ingresar a un parque de diversiones.
Tras el impacto generado por esa obra maestra que es Crónica de un niño solo, llegó en 1965 El romance del Aniceto y la Francisca y El dependiente, con Walter Vidarte y Graciela Borges, que no le gustó a la censura de Onganía, que la calificó como de “exhibición no obligatoria”.
Era consciente de que no podía vivir del cine y decidió explotar sus dotes de cantante y compositor popular. Lo había impulsado Eduardo Bergara Leumann en La Botica del Ángel. Terminó de cantar y le ofrecieron un contrato.
Fuiste mía un verano fue el título de una de sus canciones, de su primer larga duración y de su primera película como cantante exitoso. Para saber cómo es la soledad, el tema de Pototo, de Luis Alberto Spinetta, claro; Ella ya me olvidó, yo la recuerdo ahora; Quiero aprender de memoria; O quizás simplemente le regale una rosa fueron sus primeros éxitos. Esos que también lo convertirían en uno de los cantantes más famosos de América Latina. Fue uno de los intérpretes de mayor convocatoria en los más populares bailes de carnaval de la época. Tan popular entre nosotros que su nombre se puso de moda allá por 1969. Sus ganancias como cantante exitoso las volcó a su pasión por el cine, que estallaría en una de sus grandes obras, Juan Moreira, un sueño cumplido desde aquellos años de infancia en los que escuchaba por radios mendocinas representaciones de los textos de Gutiérrez.
Nunca ocultó sus simpatías por el peronismo. Visitó a Perón en su exilio español y fue designado para conducir el acto de regreso del general aquel 20 de junio de 1973. Presenció el tiroteo desde el palco y cuando se enteró de que estaban torturando militantes de la JP en el Hotel Internacional de la terminal aérea, se presentó y amenazó con suicidarse si no liberaban a los detenidos. Les salvó la vida. En 1975 estrenó Nazareno Cruz y el lobo, basada en el radioteatro de Juan Carlos Chiappe. Filmó durante aquel año Soñar, soñar, con Carlos Monzón y Gianfrianco Pagliaro, que se estrenaría en el trágico 1976, el año en que tendría que marchar al exilio.
A su regreso realizó Perón, sinfonía de un sentimiento, un notable documental de casi seis horas de duración, y Gatica, el mono, un homenaje a una de las figuras emblemáticas del peronismo y el deporte nacional.
Su última película fue Aniceto, ganadora del Cóndor de Plata de 2008. Partió hace diez años, el 5 de noviembre de 2008.