Sí, ya sé, no hay receta que valga, eso es así. Pero la vida se trata, entre otras cosas, de probar las maneras de encontrarla. De combinar y expandir, de sazonar y volver a probar, de no rendirse, de dejarse sorprender hasta ¡por fin! saborearla.
La felicidad, un perfume, un color, un par de ojos, un gesto que de pronto reconocemos como propio en el gesto de otros.
Para Diego Topa, nuestro personaje de tapa, la felicidad llegó el día que descubrió que no quería hacer otra cosa que no fuera dedicarse a la actuación. No le fue fácil, pero lo consiguió. Y porque su llegada se hizo esperar, en sus canciones les dice a los chicos “Sé como tú quieras ser”. Una historia deliciosa sobre su vocación y la satisfacción de ser padre.
Y si hablamos de felicidad y vocaciones, nadie mejor que el doctor Daniel López Rosetti para que nos dé una receta. Hace poco vi en las redes sociales un recetario con una de sus oportunas prescripciones: “El amor es un sentimiento que hace bien. ¡Aumente la dosis!”. Me pareció genial. Él es nuestro invitado de esta edición.
Sí, sí, ya sé…, pero intentémoslo. Fíjense que Fernando Medeot, nuestro columnista, encontró en los “gróstolis” un elixir. “Dos huevos, harina a voluntad, una taza y media de leche fresca, algo de azúcar y una pizca de manteca casera, más los ingredientes secretos que solo ellas sabían dosificar: vainilla en rama y ralladura fina de limón amarillo. Listo”. Los pastelitos que preparaba su mamá vuelven a colarse en su paladar, transformando los recuerdos en felicidad.
Por eso, porque vale la pena, los invito a encontrar ese bocado exquisito, ese momento único, esa flor entre todas las flores. No es moneda corriente, suele ser una pieza extraordinaria. Cuando la encontremos, no la dejemos ir.
Que disfruten de toda la revista.
¡Buena vida!