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Qué son los arquetipos

En tiempos de cuarentena, en los que la saturación familiar, en mi caso, fue por momentos abrumadora, un día se me vino a la cabeza la palabra “solterona”. En los recorridos mentales, me encontré pensando que quien decidió convertir ese término en despectivo seguramente habría sido alguien muy envidioso de la ansiada vida en soledad.

“Solterón” es una voz definida por la Real Academia Española de la siguiente manera: “Dicho de una persona entrada en años y que no se ha casado”. 

En este caso, el diccionario no ha sido malicioso con la definición, como tantas veces sí lo es. Para referirnos a esto, me gusta citar a Mercedes Mediavilla Calleja, profesora de Lengua y Literatura de la Universidad de Barcelona, quien dice: “Un diccionario es el resultado de las condiciones en que se ha elaborado y de la ideología y actitud de quienes han participado en su redacción: lleva consigo una determinada visión del mundo y contribuye, además, a forjar la visión del mundo de quienes lo leen”.

De este modo, y a pesar de que el diccionario no se ha encarnizado con los solterones, evidentemente quien acuñó la palabra “solterón” tenía desprecio por estas personas de varios años que no habían formado pareja, porque es un término muy cargado de prejuicios.

“Muchas veces, las palabras están cargadas por pesadas herencias semánticas”.

Hablando en serio, la lengua no se limita a ser un fiel espejo que devuelve la figura de la realidad, sino que, como cualquier otra invención cultural, puede llevarnos a conformar nuestra percepción del mundo. Es el vehículo del pensamiento, y como tal, no es inocente.

Transmite estereotipos, conocimientos, valores, prejuicios, ideas, ideologías. Es un elemento con el que los seres humanos construimos la realidad. “Las lenguas son amplias y generosas, dúctiles y maleables, hábiles y en perpetuo tránsito; las trabas son ideológicas”, afirma Eulàlia Lledó Cunill, doctora en Filología Románica.

¿QUÉ DECÍA JUNG?

Parados en el campo de las ideas y de las ideologías, podemos relacionar también esta concepción de solterón con una figura arquetípica junguiana. ¿Qué es esto? El psicólogo Carl Gustav Jung elaboró una teoría de arquetipos, que son patrones de imágenes y de símbolos que aparecen de manera recurrente en las diferentes culturas, se repiten de generación en generación y se transmiten a través de mitos, de la religión y de la misma literatura.

Finalmente, funcionan como un inconsciente colectivo; es decir, subyace en todos, y todos nos figuramos ideas semejantes al hablar de ciertos temas. Son ejemplos de arquetipos: el héroe, el sabio, la princesa, y aquí podemos mencionar también al ya varias veces nombrado solterón. En las películas y en los textos, sobre todo clásicos, está lleno de este tipo de casos, que se transmiten de generación en generación sin reparos.

Jung dice que hay “una tendencia innata a generar imágenes con intensa carga emocional que expresan la primacía relacional de la vida humana”. En suma, muchas veces la lengua es la constructora de significados, pero muchas otras, las palabras están cargadas por pesadas herencias semánticas. 

Quizá haber transcurrido esta cuarentena (que nos habilitó mucho tiempo para pensar) nos abrace a la posibilidad de, al menos, cuestionar varios términos cargados de prejuicios y liberarlos. 

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