Por: Fabricio Portelli
La Argentina pasó, en 30 años y sin escalas, de la vitivinicultura correctiva a la de precisión. Esto significa que se dejaron atrás los vinos masivos y a gran escala, y se puso el foco en lograr los mejores vinos posibles; esos que nacen en la viña. Por eso, los enólogos dicen que la calidad que no venga en la uva no la pueden lograr en bodega, por más métodos sofisticados de elaboración y crianza que utilicen.
Significa una buena y una mala para el consumidor. Por un lado, toda la información que permite la tecnología, en cuanto a clima y suelos, se está aplicando cada vez más para dar con la mejor expresión posible de cada cepaje, y en cada zona. Como los suelos son muy heterogéneos, en un mismo viñedo hay mucha diversidad, aunque se trate de la misma uva, lo que ha permitido detectar sectores que se comportan igual y vinificarlos (o microvinificarlos) por separado, con la menor intervención posible en bodega. Esto ha logrado fijar con más puntería el momento óptimo de cosecha, casi de cada planta. Porque hoy está claro que si los suelos varían, también lo hace la absorción de agua, condicionando la evolución de los racimos y el vigor de cada vid.
Por el otro lado, la mala es que, por ahora, todos los vinos hijos de esta precisión llegan al mercado a precios altos. Y es lógico, ya que se trata de partidas limitadas. Lo más importante es que cada vez son más, y que todas esas enseñanzas van a terminar tarde o temprano derramando en todos los vinos. Será cuestión de paciencia.
TIPS
A las modas no hay que hacerles tanto caso, pero por algo se ponen de moda, como los vinos por copa. Para disfrutarlos más, lo ideal sería ir a un wine-bar, con modernas máquinas que garantizan la temperatura de servicio. Acá solo hay que prestar atención a las cosechas. Los blancos y rosados, siempre del año. Si son con paso por roble, se podrá optar por añadas más viejas, pero solo las etiquetas de prestigio pueden lucirse con varios años.
En bares y restaurantes es más complejo. Si figuran en carta, son vinos que rotan, generalmente de precios bajos, mucho más a tono con el acuerdo comercial que con el estilo del lugar. Los que consignan su propuesta en pizarras suelen variar más. Eso es bueno, porque significa que cambian en función de las preferencias del público. En todos estos casos, antes de pedirlos, acercarse a la barra a ver las botellas, de dónde salen y a qué temperatura.
MINIGUÍA DE VINOS
J. Fabre Malbec Petit Verdot
2016
Bodega Fabre Montmayou, Vistalba, Luján de Cuyo
$360
89 puntos
Malbec blend con un toque de Petit Verdot. Fresco y expresivo, de aromas a frutos negros y especias. De paso fluido, con taninos firmes y un carácter frutal bien rodeado por suaves ahumados de la crianza (60% del vino fue criado durante 12 meses en barricas de roble francés). Todavía joven y con potencial, es un buen exponente para acompañar carnes rojas.
Clos de los Siete
2015
Clos de los Siete, Vista Flores, Valle de Uco
$400
90 puntos
Blend a base de Malbec como siempre, y con un concepto muy bien definido desde el campo por Michel Rolland. De aromas integrados bien apoyados en la fruta. De paso fluido y con un buen carácter de Uco, con frutas negras y dejos herbales. Taninos finos que acompañan y sostienen cada trago. Vino equilibrado y expresivo, que con esta cosecha se ha superado.
Costa & Pampa Pinot Grigio
2017
Trapiche Costa & Pampa, Chapadmalal, Buenos Aires
$430
89 puntos
Es uno de los pocos blancos de clima marítimo elaborados en la Argentina. Joven e impetuoso, más allá de la edad de la viña y el carácter de nuevo terruño. De aromas vegetales frescos, con dejos de frutas blancas maduras. Buen ataque, voluptuoso y con una acidez sostenida, aunque su trago no es muy profundo. Ideal para acompañar pescados y frutos de mar.