Casi una de cada tres mujeres en el mundo —840 millones— ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o de otras personas a lo largo de su vida. La cifra, que apenas ha disminuido desde el año 2000, convierte esta lacra en una de las violaciones de derechos humanos más persistentes del planeta, según el nuevo informe mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“La violencia contra las mujeres apenas ha disminuido en las últimas décadas”, reconoce el documento, que actualiza las estimaciones de 2018 (publicadas en 2021) con datos de 168 países entre 2000 y 2023. En el último año analizado, 316 millones de mujeres mayores de 15 años —el 11 % del total— sufrieron violencia física o sexual por parte de su pareja.
El informe subraya que la violencia arranca pronto. Solo en el último año, 12,5 millones de adolescentes de 15 a 19 años (el 16 %) fueron víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su pareja. Ya en 2024, otro estudio de la OMS alertaba de que el 24 % de las adolescentes del mundo que han tenido alguna relación sentimental sufrirán este tipo de violencia antes de cumplir los 20 años.
Por primera vez, el documento incluye estimaciones de violencia sexual cometida por alguien que no es la pareja: 263 millones de mujeres la han padecido desde los 15 años. Los expertos advierten que la cifra está muy infravalorada por el estigma y el miedo a denunciar.
Aunque la violencia está presente en todos los países y estratos sociales, golpea con más fuerza a las mujeres de entornos menos desarrollados, en conflicto o vulnerables al cambio climático. Oceanía (sin contar Australia ni Nueva Zelanda) registra la tasa más alta: el 38 % de las mujeres sufrió violencia de pareja en el último año, más de tres veces la media mundial.
“Ninguna sociedad puede considerarse justa, segura o saludable mientras la mitad de su población viva con miedo. Poner fin a esta violencia no es solo una cuestión de política, es una cuestión de dignidad, igualdad y derechos humanos”, afirmó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
Un punto ciego del estudio, según expertas independientes, es la ausencia de análisis sobre los hombres. Silvia Ubillos Landa, catedrática de Psicología Social de la Salud en la Universidad de Burgos y ajena al informe, señala: “La principal limitación de estos informes es la ausencia de un análisis sobre los comportamientos, actitudes y normas de socialización de los hombres. Es una información clave para identificar factores de riesgo y diseñar programas de prevención eficaces dirigidos también a los hombres. Para reducir la violencia no basta con atender a las víctimas; también hay que trabajar con los posibles agresores”.
A pesar de que existen estrategias preventivas cuya eficacia está demostrada, la ayuda internacional para prevenir la violencia contra las mujeres se reduce año tras año. En 2022, solo el 0,2 % de la ayuda mundial al desarrollo se destinó a este fin, y la tendencia a la baja ha continuado en 2025, justo cuando conflictos, desigualdad socioeconómica y nuevas tecnologías están aumentando los riesgos.
Por ello, la OMS urge a los gobiernos a invertir decididamente en programas de prevención basados en evidencia y a reforzar los servicios sanitarios, jurídicos y sociales para las supervivientes.
