Más de 3.000 representantes de gobiernos de 185 países se reunieron en la 20ª Conferencia de las Partes (COP20) de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Este encuentro, que marcó el 50 aniversario de la convención, se centró en propuestas para regular el comercio de especies silvestres y evitar que amenace su supervivencia.
«El comercio de vida silvestre, especialmente el ilegal, es una de las mayores amenazas para la biodiversidad en el planeta», explica a DW Ralf Sonntag, biólogo marino de Pro Wildlife. «CITES es la herramienta más poderosa que tenemos para abordar esta crisis directamente». Por su parte, Juan Martín Cuevas, coordinador de conservación de rayas y tiburones de WCS Argentina, destaca que «funciona porque los países miembros la respetan y cumplen, lo que es clave para regular el comercio internacional».
Como en varias conferencias recientes, los tiburones y rayas acapararon el debate. «Esta COP marca la diferencia porque muchas especies entran al Apéndice II, que exige controles para que el comercio sea sostenible», señala Maximiliano Bello, experto en política oceánica de la Fundación Blue Marine. «Es un resultado histórico: se aumentó la protección de más de 70 especies, una victoria tremenda».
Entre los logros más destacados, el tiburón oceánico de puntas blancas y el tiburón ballena pasaron al Apéndice I, que prohíbe el comercio internacional salvo excepciones extremas. «Alrededor de 100 millones de tiburones mueren anualmente por el comercio de aletas, principalmente hacia Asia», lamenta Bello. «Veníamos trabajando años para detener esto, y ahora el comercio internacional de aletas de estas especies se desploma».
Cuevas detalla las implicancias: «En el Apéndice II, los países exportadores deben demostrar que la extracción es sostenible mediante dictámenes no perjudiciales. En el Apéndice I, la prohibición total desalienta la demanda». Luis Lucifora, biólogo del Instituto Nacional de Limnología (Argentina), añade que «se prohíbe el comercio exterior de especies foco del comercio de aletas, como el tiburón oceánico de puntas blancas, el tiburón ballena y todas las mantas».
Más del 37% de las especies de tiburones y rayas están en peligro de extinción a nivel global, según WCS Argentina. Estos animales son predadores clave en la cadena alimentaria marina y mantienen el equilibrio de los ecosistemas oceánicos. Sin embargo, su declive es alarmante: en América Latina y el Caribe, el Atlántico Sudoccidental es uno de los hotspots de conservación.
En el Mar Argentino, especies como el cazón (Galeorhinus galeus) y el gatuzo (Mustelus schmitti) han disminuido entre un 80% y 90% en las últimas décadas y están catalogadas como «Críticamente Amenazadas» por la UICN. «Tienen reproducción tardía y baja fecundidad: el cazón madura a los 8-10 años y solo tiene crías 5 veces en su vida», explica Cuevas.
El gatuzo es el tiburón más comercializado en Argentina, con exportación de carne y aletas a Asia. «Su biología lo hace más vulnerable que el cazón», detalla Lucifora. Ambas especies entraron al Apéndice II en la COP20, lo que implica mayores controles y permisos para su exportación, aunque «CITES no afecta el comercio interno de ningún país», aclara.