Con el avance de la edad, el sistema inmunitario pierde eficacia de manera progresiva. Las poblaciones de linfocitos T, células clave en la defensa contra infecciones y cáncer, disminuyen en número y responden con menor rapidez a los patógenos. Esto no solo aumenta la vulnerabilidad a enfermedades infecciosas, sino que también reduce la efectividad de las vacunas y limita el éxito de algunas terapias contra el cáncer.
Un estudio publicado recientemente en la revista Nature por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el Broad Institute ofrece una perspectiva prometedora para contrarrestar este declive. El equipo, liderado por el profesor Feng Zhang como autor sénior y con Mirco J. Friedrich como primer firmante, ha desarrollado un tratamiento basado en ARNm encapsulado en nanopartículas lipídicas que transforma temporalmente el hígado en una “fábrica” de señales inmunitarias.
En lugar de intervenir directamente en el timo —el órgano donde maduran los linfocitos T y que se atrofia con los años—, los científicos programan células hepáticas para producir señales clave (como DLL1, FLT-3L e IL-7) que normalmente genera el timo. Estas señales favorecen la supervivencia, la maduración y la diversidad de los linfocitos T, mejorando así la respuesta inmunitaria.
“Si podemos restaurar algo tan esencial como el sistema inmunitario, quizá podamos ayudar a las personas a mantenerse libres de enfermedad durante más tiempo”, declara Feng Zhang, profesor del MIT y autor principal del trabajo.
El tratamiento no revierte el envejecimiento biológico ni reconstruye el timo, sino que restaura de forma transitoria las señales inmunitarias perdidas con la edad. “Por ‘rejuvenecimiento inmunitario’ nos referimos a que funciones clave de un sistema inmunitario envejecido se aproximan a un estado más juvenil mientras dura el tratamiento”, explica Mirco J. Friedrich, quien actualmente lidera un grupo en el Centro Alemán de Investigación Oncológica (DKFZ). “Cuando el tratamiento se interrumpe, los parámetros inmunitarios regresan gradualmente a su estado basal”.
Los experimentos se realizaron en ratones de 18 meses de edad —equivalentes a la mediana edad en humanos—. Tras varias dosis administradas durante cuatro semanas, se observó un aumento significativo en el número y la funcionalidad de los linfocitos T. En animales tratados, la respuesta a una vacuna experimental duplicó la población de linfocitos T citotóxicos específicos en comparación con los no tratados. Además, la combinación del tratamiento con un inhibidor de puntos de control inmunitario mejoró la supervivencia en ratones con tumores, superando los resultados del tratamiento oncológico por separado.
El hígado fue elegido como objetivo por su alta capacidad para producir proteínas incluso en edades avanzadas, la facilidad para dirigir hacia él el ARNm mediante nanopartículas lipídicas y su posición central en la circulación sanguínea, por donde transitan las células inmunitarias.
En cuanto a la seguridad, Friedrich señala que no se observaron signos de inflamación sistémica, toxicidad hepática ni ruptura de la tolerancia inmunológica en los modelos animales. “El carácter transitorio del tratamiento y la liberación controlada de las señales parecen ser claves para evitar efectos adversos”, añade, aunque enfatiza que la seguridad a largo plazo requerirá evaluaciones adicionales.
De cara a aplicaciones clínicas, el refuerzo temporal de la respuesta a vacunas aparece como el escenario más inmediato.
El equipo prevé iniciar un primer ensayo en humanos en Alemania, enfocado en pacientes con cáncer hematológico y personas sometidas a trasplantes o terapias celulares, colectivos especialmente vulnerables a infecciones.
Los autores insisten en que se trata de resultados preclínicos y que aún quedan muchos pasos para determinar si este método puede trasladarse con éxito a personas de edad avanzada y en qué contextos clínicos sería más útil.