Un equipo internacional liderado por Carrie Mongle, de la Stony Brook University (EE.UU.), ha descubierto que Paranthropus boisei, un antiguo pariente de los humanos que vivió hace 1,5 millones de años, poseía una fuerza de agarre comparable a la de los gorilas y una precisión similar a la de los primeros humanos modernos, lo que le habría permitido fabricar herramientas. Los restos fósiles de una mano de esta especie, hallados cerca del lago Turkana (Kenia), han sido analizados y publicados en la revista Nature, arrojando nueva luz sobre las capacidades de este homínido.
Los fósiles, que incluyen huesos de manos y pies, forman parte de un esqueleto parcial de P. boisei cuyo cráneo fue descubierto previamente por la célebre paleoantropóloga Mary Leakey, coautora del estudio. Estos restos, encontrados junto a herramientas olduvayenses, sugieren que P. boisei pudo haber fabricado y utilizado herramientas de piedra, una capacidad que hasta ahora no estaba clara debido a la escasez de fósiles de esta especie.
El análisis revela que las manos de P. boisei combinan características de humanos modernos y simios africanos. La proporción entre el pulgar y los dedos indica una destreza similar a la humana, aunque posiblemente con menor precisión en el agarre. Por otro lado, ciertos huesos de la mano se asemejan a los de los gorilas, lo que sugiere un agarre potente, ideal para trepar o manipular objetos pesados. Estas características habrían permitido a P. boisei procesar alimentos duros, como pelar plantas difíciles de digerir, y posiblemente fabricar herramientas rudimentarias.
Hace entre 2 y 1 millón de años, hasta cuatro especies de homínidos coexistían en África oriental: P. boisei, Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus. Aunque se sabe que algunas de estas especies usaban herramientas, la falta de restos fósiles había impedido confirmar si P. boisei tenía las capacidades morfológicas necesarias para ello. Este descubrimiento cambia esa perspectiva, sugiriendo que P. boisei no solo era un consumidor de alimentos duros, como pastos y ciperáceas, gracias a su robusta mandíbula y grandes molares, sino que también pudo haber sido un fabricante de herramientas.
En un artículo relacionado en News & Views, Tracy Kivell, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), y Samar M. Syeda, del Museo de Historia Natural de Nueva York, destacan la importancia de este descubrimiento. Subrayan que, aunque se conocen numerosos restos craneales y dentales de P. boisei, se sabía «sorprendentemente poco» sobre el resto de su cuerpo. Los huesos de la mano, descritos como «una rareza» entre los fósiles de homínidos extintos, son un hallazgo inesperado que revela una gran capacidad de agarre, útil tanto para manipular vegetación como herramientas o ramas.
Este descubrimiento no solo amplía el conocimiento sobre P. boisei, sino que también abre la puerta a reinterpretar otros fósiles de homínidos aún por clasificar. Según los expertos, estos restos son cruciales para entender mejor la evolución de las capacidades manuales y la diversidad funcional de los homínidos que poblaron África en esa época.
El estudio de Mongle y su equipo resalta la complejidad de Paranthropus boisei, un homínido que combinaba rasgos primitivos y avanzados. Su capacidad para trepar, procesar alimentos duros y, posiblemente, fabricar herramientas sugiere una adaptabilidad mayor de la esperada.
