En 1933, diez años después de su fundación, los estudios Disney comenzaron a pensar en la posibilidad de realizar su primer largometraje animado. Si bien la compañía ya era famosa por sus cortometrajes, el propio Walt Disney quería expandir el negocio y tener más ganancias. Se le ocurrió adaptar un cuento de los hermanos Grimm de 1812, anunció el comienzo de la producción en 1934 y tres años más tarde estrenó Blancanieves y los siete enanos. No solo es el primer film animado producido en los Estados Unidos, sino también el responsable de crear un imperio. En estos días llega a las salas de los cines la remake: Blanca Nieves. La mágica aventura de la inolvidable historia está dirigida por Marc Webb, y la protagonizan Rachel Zegler, que debutó con otra remake, Amor sin barreras, en donde también tenía el papel principal; y Gal Gadot como su madrastra, la Reina Malvada.
Puede resultar shockeante, y hasta pecaminoso para algunos, estos proyectos de hacer nuevas versiones de clásicos animados. Pero no es algo nuevo. De hecho, Disney hace 30 años que lo viene llevando a cabo, con resultados bastante dispares. Vamos a recordar algunos ejemplos (hasta algunos tuvieron secuelas), pero sin meternos con aquellos que cuentan la historia de algunos de sus personajes, como Maléfica, o los que están hechos completamente con computadora como El rey león. En 1994 llegó el primer “pecado” con la versión adulta de Mowgli en El libro de la selva, con Jason Scott Lee. Y sí, en 2016 Jon Favreau la volvió a hacer, pero más ajustada a la versión original. Dos años más tarde, Glenn Close dejó su huella con Cruella de Vil en 101 dálmatas. El bueno de Tim Burton volvió a trabajar para Disney haciendo dos remakes, Alicia en el País de las Maravillas en 2010 y Dumbo en 2019. La primera princesa en tener su versión real fue La Cenicienta, dirigida por Kenneth Branagh, con Lily James como la protagonista. Seguro se habían olvidado de que en 2017 se estrenó La Bella y la Bestia, estelarizada por Emma Watson y Dan Stevens. El director Guy Ritchie nos sorprendió con un Will Smith como el Genio en Aladdín, generando mucha polémica. Y ese mismo año de 2019 Tessa Thompson y Justin Theroux pusieron sus voces para La dama y el vagabundo. En 2020, Yifei Liu le dio vida a la versión de carne y hueso de Mulán, y dos años más tarde la dupla inoxidable de Robert Zemeckis y Tom Hanks nos regaló –sin que nadie se lo pidiera– su versión de Pinocho.
Terminamos, lamentablemente, con la olvidable Peter Pan & Wendy, que ni Jude Law como el Capitán Garfio pudo salvar.
La cosa no termina acá, ya que están anunciadas Lilo y Stitch, con Chris Sanders, Maia Kealoha, Courtney B. Vance, Zach Galifianakis y Tia Carrere, que se estrena el 22 de mayo en la Argentina. Y en 2026 le llega el turno a Moana, con Catherine Laga’aia y Dwayne Johnson retomando su papel de Maui. También se anunciaron, aunque no hay mayores novedades, una versión de El jorobado de Notre Dame y Bambi. ¿Está bien o está mal que la compañía del ratón haga este tipo de largometrajes? ¿Deberían dejar sus clásicos en paz? Solo el público tiene una respuesta para esto.