Un innovador método basado en el análisis genético de una muestra de sangre podría revolucionar el diagnóstico precoz de la enfermedad de Parkinson, según un estudio exploratorio liderado por investigadores del Instituto de Neurociencias de Alicante (IN), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH).
Aunque el procedimiento aún no está disponible para uso clínico, ya ha sido probado con éxito en pacientes recién diagnosticados, abriendo la puerta a una detección más sencilla, temprana y a un mejor seguimiento de la progresión de la enfermedad. Los resultados, publicados en la revista Neurotherapeutics, son fruto de una colaboración entre el laboratorio de Neuropsicofarmacología Traslacional de las Enfermedades Neurológicas y Psiquiátricas, dirigido por el catedrático de la UMH Jorge Manzanares, y el laboratorio de Plasticidad Celular y Neuropatología. En el proyecto también han participado el Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante (ISABIAL), el Instituto de Salud Carlos III y el Hospital 12 de Octubre de Madrid.
El Parkinson afecta a unos 12 millones de personas en todo el mundo y representa la segunda enfermedad neurodegenerativa más común, además de una de las principales causas de discapacidad neurológica. Uno de los mayores desafíos es adelantar su diagnóstico, idealmente antes de que irrumpan los síntomas motores más severos, como los temblores.
Actualmente, el diagnóstico se inicia con un examen clínico cuando los síntomas visibles ya están presentes. “Sin embargo, los temblores aparecen cuando ya existe un daño neurológico avanzado y, además, pueden confundirse con los de otras enfermedades neurológicas”, explica Manzanares. “Hasta hace unos años, la única manera de diagnosticar definitivamente la enfermedad era mediante el análisis de tejidos post mortem”, añade el experto, quien enfatiza la necesidad de “métodos poco invasivos y rápidos que detecten la enfermedad antes”.
El método propuesto requiere solo una extracción de sangre y utiliza equipamiento común en muchos laboratorios hospitalarios. “La clave está en analizar la expresión génica de un tipo de células del sistema inmunitario llamadas células mononucleares de sangre periférica”, detalla el profesor Francisco Navarrete, primer autor del artículo. Estas células contienen información genética completa, pero no todos los genes están activos en todo momento; algunos se encienden o apagan según las necesidades del organismo, como en respuesta a infecciones o al desarrollo de patologías.
Mediante técnicas de secuenciación y análisis bioinformático, el equipo identificó más de una veintena de genes con actividad alterada en pacientes con Parkinson que aún no habían recibido tratamiento farmacológico. “Estos cambios no se observan en pacientes sanos”, destaca Marina Gillot, investigadora predoctoral que lideró los análisis de expresión génica junto al investigador del CSIC José P. López-Atalaya. “Esto indica que podrían considerarse buenos marcadores para el diagnóstico, y además proporcionarnos pistas sobre los mecanismos biológicos que suceden durante el desarrollo y el progreso de la enfermedad”.
En concreto, se han identificado 22 genes que se expresan de manera distinta en pacientes con Parkinson comparados con personas sanas. Algunos están implicados en respuestas inmunitarias, lo que refuerza la hipótesis de que la inflamación y el sistema inmunitario juegan un rol clave en la patología. Otros se relacionan con mecanismos de transporte de sustancias en el tejido cerebral y con la homeostasis del hierro, cuya disfunción se ha vinculado previamente con neurotoxicidad.
Además de los cambios génicos, los investigadores detectaron alteraciones en rutas celulares vinculadas con la supervivencia celular, la inflamación, la muerte celular y la composición de células inmunitarias. “Todavía no se conoce con detalle cómo aparece y progresa la enfermedad de Parkinson, y los tratamientos actuales tienen efectos limitados”, señala Manzanares, quien espera que estos hallazgos contribuyan en el futuro a diseñar terapias más efectivas y personalizadas.
El estudio, de carácter exploratorio, incluyó a 23 pacientes con Parkinson y 16 personas sanas como grupo control. A pesar del tamaño reducido de la muestra, los resultados se han comparado con investigaciones independientes realizadas en la última década en Italia y Estados Unidos, que confirman el potencial diagnóstico de este enfoque.
