La serie de ciencia ficción The Eternal White, dirigida por Christoph Behl, estrenó en Prime Video (15 países), Apple TV y Youtube Movies & TV (EE.UU, UK, Canadá y Australia). Consta de ocho capítulos de aproximadamente 40 minutos, convirtiéndose en una de las pocas producciones argentinas de ciencia ficción que tuvieron proyección nacional.
Filmada en escenarios naturales del oeste catamarqueño, cuenta con la participación de la joven actriz Rosa Ximena Bordón, oriunda de Fiambalá. El resto del elenco está conformado por Paula Brasca, Cristian Salguero, Rosa Ximena Bordon, Lautaro Delgado Tymruk, Nadine Cifre y Juan Palomino.
SINOPSIS
El silencio entre Ela y Jim es un recuerdo de la operación fallida de Kin, su hija, ahora incapaz de sentir emociones. En su viaje de regreso a Sandoz, el planeta blanco, la nave sufre un accidente y quedan varados. Para sobrevivir, el grupo debe cruzar el eterno y blanco desierto del planeta para llegar a Atis, evitando ser capturados por sus criaturas salvajes que reaccionan ante sus miedos, dolores y alegrías.
PALABRAS DEL DIRECTOR
“El dolor no es ausencia, sino exceso. El mundo desborda: información, emociones, recuerdos, tensiones que se superponen sin descanso. Todo ocurre al mismo tiempo y todo exige ser sentido. Ese desborde genera un ruido blanco que no proviene de afuera, sino de la suma de todo lo que somos y todo lo que perdimos. En el universo de The Eternal White, el blanco no es vacío: es saturación, la luz que enceguece porque contiene demasiado”, afirma Christoph Behl.
Y agrega: “Ela y Jim viven atrapados en ese ruido. El fantasma de su hija, Kin, no es una aparición sobrenatural sino la forma que toma su propio dolor, una presencia que se vuelve imposible de apartar. Kin es la superposición emocional hecha cuerpo: ausencia y deseo, pena y amor, duelo detenido. Aferrarse a ella es aferrarse al sufrimiento, y sin embargo soltarla es aceptar que no queda nada a lo que volver. Cuanto más la buscan, más se disuelven en el blanco que la rodea”.
“En este mundo distópico, la gente convive con ese exceso hasta quebrarse. Para sobrevivir existe The White: aquello que adormece, que desconecta, que convierte el ruido interno en un silencio artificial. The White promete alivio, pero a cambio exige renunciar a la profundidad emocional, convirtiendo cada sentimiento genuino en un lujo peligroso”.
“Así, la verdadera amenaza no es el dolor, sino la tentación de apagarse para no sentir. En una sociedad que ofrece mil formas de escape, resistir al blanco y sostener una emoción —aunque duela— se vuelve el acto más radical de humanidad”, concluye el realizador.
